No soy una mujer que siga reglas o estereotipos, odio que pretendan gobernarme.
A mis cuarenta y tres años soy la soltera más feliz que existe, no tuve hijos por elección propia. No consideré que para sentirme mujer debería ser madre.
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La promesa
René Anderson
Cada cosa que platicaba con Tom me llenaba más de ira contra mí mismo. Dudar a ese punto de mi amada mujer, de creer que era una prostituta.
Karla me debe una explicación, ha mordido la mano de quien le da de comer. Flor Inés siempre ha estado para ella es quien en su mayoría de veces paga las colegiaturas de sus hijos. Por lo tanto, ¡No entiendo a esa mujer! Pero ella no tiene los recursos, ni la inteligencia para hacer tanta maldad. ¡Quién diablos está detrás!
Mi teléfono suena, observo la pantalla y es mi pequeña.
📱—Hola, princesa.
📱 —Dime si no la quieres y vas a dejar que el Italiano, te la gane —está tan furiosa mi pequeña que ni siquiera me saluda.
📱—¿De qué hablas amor?
📱—De su otro ex que está actuando de la forma en que tú deberías estar haciéndolo.
📱—¿Arthur está con ella?
📱—Si está aquí, le he lanzado 10 frascos de pintura, lo he pisado y no se va. Tiene resistencia.
📱—¡Puntura! ¿No entiendo?
📱—Tuve que inventar algo para alejarlo, ya que tú parece que andas peor que las tortugas, ¡lento! ¡Relento!!!
📱—¡Gaby!
📱—Perdona papi, pero sinceramente estás muy quedado. Tuve que volver a realizar la maqueta que hicimos ayer para mantenerlo alejado. Y tú ni siquiera le has dicho feliz cumpleaños —me habla muy molesta y en un tono fuerte. Tom solo se burla de los reclamos que recibo de mi pequeña, ya que se escuchan claro.
📱—Nena, gracias por cubrirme la espalda. Prometo que lo solucionaré.
📱—Papi, eso era lo que quería escuchar. Porque estaba a punto de aceptar al Italiano.
📱—¡Queeeeee!!! —digo y lo próximo que escucho es el sonido de que la llamada termino
—Amigo, como dice “Alejandro Fernández”
«Amigo, voy a darte un buen consejo
Si quieres disfrutar de sus placeres
Consigue una pistola si es que quieres
O cómprate una daga si prefieres
Y vuélvete asesino de mujeres
Mátalas.
Con una sobredosis de ternura
Asfíxialas con besos y dulzuras
Contágialas de todas tus locuras
Mátalas.
Con flores, con canciones no les falles
Que no hay una mujer en este mundo
Que pueda resistirse a los detalles.»
(Mátalas De Alejandro Fernández)
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—¡No sabía que te habías vuelto tan romántico! — exclamo en medio de una sonora carcajada. Lo cual me ha dado una gran idea.
—Gracias a mi cuñada tuve que realizar el curso completo para poder disfrutar de los placeres de mi mujer —responde Spencer. —Ja, ja, ja.
—Acompáñame, necesito una serenata, flores, una botella de vino, porque si pierdo a la mujer que amo nuevamente seré el padre más odiado del mundo.
—¡Uhh! Eso no lo dudo Gaby, solo te volverá a hablar para su boda, la cual será en unos 10 años...
—Deja de burlarte de un hombre en problemas.
—Ok. Ok —él levanta sus manos en señal de rendición.
—¿Por casualidad no tienes a Melendi dentro de tus contactos? —indago.
—Déjame llamar y miramos, si aún sigue en la ciudad —su respuesta significa que las estrellas y Dios están de mi lado.
En el camino compro, flores, champagne y chocolates. Nos dirigimos a casa de la mujer de mis sueños y desvelos. Con los músicos quedamos de encontrarnos allí.
Estábamos acercándonos cuando observo la gran caravana de camionetas escoltando un Mercedes de alta gama, no era difícil imaginar quién podía ser. En esa calle solo existían dos mansiones y una se encontraba deshabilitada. Lo sé muy bien, ya que soy el dueño.
Obvio que con Tom viajábamos casi con la misma cantidad de escoltas. Al ser una figura pública y el futuro gobernador, era lo menos que se esperaba. Él ordenó bajar la velocidad del coche, así les daríamos ventaja. Rogaba a los santos que mi bella dama no se dejara seducir por el maldito Italiano.
—Tranquilízate. Hombre, que aunque has hecho méritos para que te olvide, no lo has logrado.
—Tus palabras me regalan algo de calma —expreso, muerto de nervios.
—Flor Inés, es terca de pies a cabeza. A propósito mañana enviaré a mi hacker principal para que revise los correos que te han enviado. Quizás logremos encontrar a la víbora. La mente detrás de la estúpida de Karla —menciona Tom. Asiento.
—Quisiera poder estrangularla —pronuncio. Mostrando ver la ira que contengo.
Vemos como Flor se despide de Evans e ingresa a su casa mientras, el Italiano se marcha.
Los músicos llegan 40 minutos después. Papá me dio la contraseña de la puerta principal de la mansión de Flor, ya que no le ha contestado el teléfono y se encuentra muy preocupado por ella. Además que por su estado de salud no ha podido venir a visitarla.
Ingresamos junto con los músicos. quienes se ubican y comienzan a tocar y cantar.
"Melendi. La Promesa”
«Yo te prometo que yo
Seré quien cuide tus sueños
Y cuando tú estés despierta
El que te ayude a tenerlos
Yo te prometo una luna desnuda
Que sea testigo de nuestra locura
Que al final de nuestros días, nos va a sobrar una sombra
Que no cortaré más flores solo por adornar otras»
La luz que hacía unos minutos se había apagado ahora se enciende.
«Que confundirás tus manos con las mías
Yo te prometo, amor, que eres lo más bonito que he visto en mi vida »
Abre la puerta y me acerco entregándole los obsequios que traigo. La tomo por la cintura sorprendiendola y robándole el aliento, reclamando sus labios como míos.
«Yo podría prometerte el mundo
Tú prométeme una madrugada
Pa' cantarte por Compay Segundo
Mientras tú me bailas como Lady Gaga
Te prometo, amor, que solamente
Yo tengo en mi mente pedirte una noche
Porque no necesitaré más que un muelle de San Blas
Sonando en nuestro coche »
Su rostro de sorpresa, su diminuta pijama, es una invitación para aprovechar cada segundo que aún queda del alba
Si me das la oportunidad, corazón
De que nos besemos a solas
Tu vida será una canción
"When a Man Loves a Woman"
Yo te prometo que yo
Jamás te haré una promesa
Que no pretenda cumplir
Jamás me iré a la francesa.
Vuelvo apoderarme de sus labios, introduzco mi lengua dentro de su boca, mierda cuanto deseaba tener este momento, de poder sentirla tan cerca...
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Hermosas señoritas las invito a escuchar las dos canciones completas Mátalas de Alejandro Fernández y La promesa de Melendi.