El Rey Y La Duquesa

-Tomo un sorbo, miro hacia el umbral cuando veo a alguien adentrarse. Sonrío levemente hacia Evangeline.

-Buenos días –me mira, sonríe y se dirige a la cafetera.

-Buen día –. Tomo otro sorbo, mientras giro mi mirada hacia la ventana.

-No vi a los gorilas cuando me levante, ¿se fueron? –se coloca del otro lado de la mesa.

-Su semana de tortura terminó, probablemente fueron a aletear por ahí –sonríe.

Fue una buena semana, fuimos a cada fiesta de aquí, muchas veces a la playa, incluso armamos muchas pijamadas. Afortunadamente, no protestaron. Eso más los estudios, cuando no salgo me la paso horas estudiando. Mi cabeza

Termina doliendo, pero vale la pena.

-Tenía planeado ir a surfear, escuche que habrá hombres enseñando –levanto y bajo mis cejas mientras doy un sorbo, sonríe.

-Eso suena bien. Uh, adoro que estés aquí, Jacob ya no me controla y puedo ir a dónde yo quiera –sonrío y estiro mi mano a la suya.

-Y tú haces que no quiera volver –ríe. Me alejo y me bajo de la silla. Iré a sentarme afuera, ¿me acompañas? –asiente, mientras se acerca a la cafetera, tomando su café. La espero y caminamos hacia la puerta trasera, giro el pomo. Frunzo el ceño cuando no cede, miro a Evangeline.

-¿Desde cuándo cierran la puerta de la cocina? –frunce el ceño.

-Nunca la vi cerrada trata de abrir la dé al lado, pero también está cerrada. Nos miramos al mismo tiempo. Parecemos tener la misma idea porque salimos rápidamente de la cocina, dejando las tazas en la mesa. Caminamos a paso rápido hacia la puerta principal, estira su mano y gira el pomo. Aprieto mi mandíbula cuando no cede, me mira.

-Están planeando lo que creo, ¿verdad? –asiento.

-Encerrarnos –suspiro y me giro, dando unas vueltas –Malditos llorones. Voy a patearlo en las bolas.

-Oye –me gira –no hay que enloquecer, eso es lo que quieren –suspiro y asiento –.Simplemente, actuemos como si no nos molestara. Nos sentaremos en el sofá, Miraremos televisión. Y estallaremos a carcajadas cuando entren –asiento.

-De acuerdo. Aunque, ¿creo que tienen planeado algo más? –Suspira y asiente.

-Lo sé.

-De verdad no sé cómo te puede gustar esta serie, Bayo. Es lo más dramático que vi en mi vida –hace una mueca hacia el televisor.

-Lo sé. Pero tiene algo atrapante –sonrío levemente, me mira levantando una ceja.

-Si tu dices –se encoge de hombros y toma un puñado de pochoclos. Miro hacia el televisor, mientras tomo un puñado del tazón. Me detengo a mitad de camino al escuchar la puerta, nos miramos al mismo tiempo. Asentimos y nos quitamos las sabanas de encima, dejando en vista el corto pijama. Acomodo mi cabello al igual que ella, miramos hacia la televisión, relajando el rostro. Se escucha sus pasos acercarse, miramos hacia nuestra derecha, se asoman al

Umbral.

-¿Ya fueron a pasear? –sonrío, mientras ladeo la cabeza. Me detengo en Eros, y su leve sonrisa. Suspiro y me trago los nervios.

-Un poco.

-Evangeline –miro a Jacob cuando habla –.Empaca tus cosas, en unas horas nos iremos a Rusia. Borro mi sonrisa y miro a Eva, me mira con queja. Con lo bien que la estábamos

Pasando juntas.

-Bayolett –giro mi cabeza hacia Eros –. Ven a la habitación. Necesito hablar contigo –se dan vuelta, alejándose. Suspiro y vuelvo a mirar a Eva. Sonrío levemente, hace lo mismo.

-Fue lindo mientras duro –asiente –. Iré a enfrentar al diablo.

Me levanto y salgo del living, me acerco a las escaleras y las subo. Suspiro mientras me giro hacia la habitación, me detengo en el umbral, observándolo estar con su celular.

Levanta unos segundos la mirada hacía a mí.

-Tenemos una reunión formal esta noche. Usarás este vestido –levanto una ceja, mientras señala una bolsa negra. Camina por la habitación, aún con la mirada en su teléfono. Lo miro mientras me acerco a la bolsa, la abro y saco el vestido. Levanto levemente mis cejas, es hermoso.

-No sabía que tenías un buen gusto por la moda –sonrío y lo miro, se acerca.

-Tu color favorito –señala el vestido rojo, asiento y lo vuelvo a guardar.

-Gracias. Aunque sabes que no es necesario. Deja el teléfono a un lado, mientras coloca las manos en sus bolsillos.

-Hay algo más en la bolsa habla, entrecierro levemente los ojos y vuelvo a mirar la bolsa. De seguro hay una bomba

Frunzo el ceño, mientras saco la pequeña caja rosa. Me giro hacia el mientras la abro, entre abro mi boca. Lo miro, una risa se me escapa.

¿Qué, carajos?

-Eros Wild, ¿me estás obsequiando un consolador? –parpadeo, no puedo creerlo Me mira unos segundos más y se sienta en punta de la cama, lo hago a su lado.

-Es más que eso –frunzo el ceño y vuelvo a mirar el objeto. Para mí luce como uno normal, pequeño, pero normal. No es que sea experta, solo uso la lógica –Te lo pondrás cuando te pongas el vestido. Aunque no tiene una exacta forma uno normal. Es mucho más pequeño. Esperen, ¿qué dijo?

-¿Qué?

-Quiero que estés toda la reunión con él, sin quitarlo –estoy pensando en la trampa en esto, porque no parece una tarea difícil. Esta cosa no me hará nada si no estoy excitada –.Y, sin que me digas que te toque –junto mis cejas y vuelvo a reír.

-Yo fui la que coloco esa regla, ¿lo olvidas?

-Pero, si me dices que puedo tocarte, lo haré cuando me lo pidas –se mantiene neutro, pero con el abismo de su sonrisa

Entrecierro los ojos unos segundos. Pero luego parpadeo, levantándome de la cama.

-¿acaso me crees tan desesperada? –cierro la pequeña caja.

Suspira y tira sus brazos hacia atrás. El demonio sabe que luce tentador en esa. Posición. Pero, no me dejaré caer. Miro con seriedad su mirada arrogante.

-¿A qué hora es la fiesta?

Toma su maleta y se gira, mirándome. Hago un puchero y la abrazo, me rodea fuerte.

-Bayo, te convertiste en la única persona que me cae bien –se separa y me mira –no perderemos contacto.

-Por supuesto que no. La miro unos segundos más y luego inclino mi cabeza, hace lo mismo y dejo un pequeño beso en sus labios. Ignoro el carraspeo que se escucha, acaricio unos

segundos su mejilla. Sonríe y se gira, suspiro mientras se dirige al auto. De verdad la extrañaré, es la primera vez que quiero tener otra amistad, además de la de Rachel. Espero que siga manejando la situación en la que esta. Aunque, siento más pena por Jacob que por ella.

Me remuevo incomoda del asiento. Carraspeo y paso las manos por mi vestido. Se siente poco cómodo esta cosa dentro mío. No se que pretende este demonio. Lo miro de reojo, con su teléfono. Lamo mis labios y miro hacia la ventana, apoyo mi mandíbula en mi mano mientras lo hago. Esa reunión me huele a aburrida, espero que haya alcohol.

El auto se detiene, giro mi cabeza hacia la ventana de Eros, viendo una hermosa casa, de color gris. Baja primero y me hace paso, me bajo.

-Son gente importante, actúa con formalidad –lo miro de reojo.

-¿Cuándo no? –cierra la puerta y lo miro, me ofrece su brazo

Enredo el mío con el suyo. Empezamos a caminar, miro de reojo a sus hombres y luego hacia adelante.

-Esta cosa es incómoda, Eros. Si esperas que te pida que me toques para que se sienta cómoda, estás equivocado –sonrío levemente, aún mirando hacia adelante.

-Aún queda mucho –lo escucho hablar luego de unos segundos, ruedo los ojos. Terminamos de acercarnos, cruzamos el umbral. El panorama de las personas hablando, sosteniendo copas, paradas y rodeando mesas con comida, me resulta bastante familiar. Asistí a varias de estas fiestas con mi padre, para que yo tome a sus objetivos. Suspiro y alejo cualquier pensamiento. Empezamos a caminar, tomo la copa de una bandeja cuando un camarero pasa por mi lado. No logro acercarla a mi boca porque me la arrebatan.

-Nada de alcohol –frunzo el ceño y lo miro.

¿Cómo pretenda que sobreviva a esto? –. Hago una mueca y miro hacia otro lado. –Pendejo.

-¡Eros!, miro hacia adelante, un hombre mayor se acerca. Me separo de su brazo cuando se abrazan, sonrío levemente a su señora y me devuelve la sonrisa –. Rey, querido. No esperaba verte aquí.

-Decidí por venir. Imagine que sería divertido –el hombre asiente aun sonriendo, me mira.

-Oh, esta debe ser su hermosa reina –sonrío amablemente.

-No. Yo soy Bayolett –le tiendo mi mano, parpadea y la acepta, ríe levemente.

-Yo soy Adrián, querida. Ella es mi esposa, Eleanor –sonrío también hacia ella y estrecho su mano –.Me siento complacido de finalmente verlos juntos, esas fotos

Me dejaban con las ganas. Vuelve a reír, me limito a sonreír.

-Sabes, quería hablarte sobre un tema importante. Ya sabes, mundo de los negocios –se acerca a Eros –. Eleanor, querida. ¿Por qué no la llevas con tus amígas? –sonríe hacía a mi, arrugo mi nariz. De seguro quiere algo de Eros, mi padre usa las mismas palabras cuando quiere hablar en privado con un empresario. Miro a la mujer cuando se acerca.

-Ven querida. Tenemos los mas ricos panecillos –suspiro, mientras rodea mi hombro. Al menos tendré comida.

Froto mi cuello, mientras las veo charlar.

-Pues yo oí que Caitlyn Miller engaña a su esposo llevo mis ojos al techo al escuchar un jadeo.

-Oh por Dios, yo escuché que su esposo la engañaba. –ríen levemente, miro a cada una. Mi madre disfrutaría mucho esto.

-Bayolett, querida –parpadeo y miro a la mujer que me habla –.Eres más tímida de lo que esperaba. Le sonrío, iba a decir una respuesta con una indirecta sobre los chismes. Pero veo

A Eros a lo lejos, mirándome mientras sostiene su teléfono. Él me dijo que fuera formal.

Suspiro.

-No soy mucho de estas reuniones, es todo –sigo sonriéndole.

-Oh, por supuesto que no. Tú aún eres joven, querida. Debes ser de las que les gusta la música fuerte –ríen, me mantengo sonriendo, aunque el señor Wild pronto te adentrara a este mundo. Ya verás, te gustará -me guiña un ojo. Empieza a asustarme.

-Pero cuéntanos. ¿Cómo es él?, todas me miran –. Luce tan misterioso, tú debes saber mucho de él –aparto mi mirada.

No sé mucho exactamente, solo lo estoy empezando a conocer. Y ni siquiera me interesa así que, prácticamente no sé nada sobre él. Aunque, tengo un poco de. Curiosidad. Ya me están contagiando lo chusma.

-Bueno, no hay mucho para contar. Además, ustedes lo dijeron, es misterioso. Estoy segura de que lo quiere mantener así –ladeo la cabeza.

-Oh, de seguro. Yo tengo la teoría de que es bastante cariñoso –levanto mi ceja –.Todos dicen eso de los hombres serios, son unos bebes en la privacidad -vuelven a reír y me miran expectantes –¿Tengo que decir algo?. No se a que se refieren con cariñoso, todo fue pasión. Además no lo dejo que me

Toque. –Carraspeo.

-Bueno. –me callo y jadeo, mientras siento un temblor en mis muslos. Frunzo el ceño, ¿qué carajos?. Aprieto mis piernas y me sostengo del asiento.

-Querida, ¿estás bien? –miro a la señora, escapa otro jadeo cuando vuelvo a sentirlo –Parpadeo lento.

¿Qué es esto y porque se siente tan bien?, mi garganta duele de querer gritar.

-Si –trago saliva –. Es solo que acabo de recordar que deje mi teléfono en el auto –me levanto rápidamente –.Alguien puede llamar.

Mis piernas se sienten débiles. Pero, a la vez se siente bien. Es muy extraño, esa cosa acaba de vibrar.

-Oh, tienes razón. Yo soy igual de olvidadiza –le sonrío y empiezo a caminar, pero dirigiéndome al baño. No puedo creer que no me avisó que esto vibraba, debe ser algo automático.

Maldito cínico. Por eso menciono lo de tocar. Pero no tendrá esa satisfacción, porque me lo quitaré. Giro el umbral y camino por el pasillo, me detengo al verlo. Sonríe y se acerca, con sus manos en sus bolsillos.

-¿ibas a retocarte el maquillaje?

-Eres un sucio tramposo.

-¿Cómo se siente? –aprieto mis labios. Como si quisiera gritar. Tengo que admitir que la sensación es increíble, pero no en

Un lugar como este.

-No quiero tenerlo aquí –miro de reojo si alguien se acerca.

-Pero aún queda mucho tiempo –mis rodillas se doblan levemente cuando vuelve la vibración, ahogo un gemido.

-No tendre esta vibración toda la noche –digo, con la respiración agitada.

-Eso depende de mi –levanta su teléfono, frunzo el ceño mientras mueve su dedo en la pantalla. Me sujeto de su saco para no caerme y callo el gemido en su pecho, junto mis

Cejas. Eres un hijo de puta.

-No puedes hacerme esto. No aquí –susurro, levanto mi cabeza hacia él y baja la suya, ahora si es un castigo.

-¿Por qué?, ¿no quieres que sepan lo obscena que eres? –aprieto mi mandíbula.

-.¿No quieres tener que caer en la tentación de querer que te toque? –roza sus manos en mis caderas y me alejo. Suspiro y levanto mi mandíbula.

-No me tocaras. Resistiré esto –sigue sonriendo. Tiro mi pelo hacia atrás y me giro, empezando a caminar. Mis piernas vuelven a temblar, al igual que toda mi entrepierna. Muerdo fuertemente mi labio y me pego a la pared más cercana. No podre resistir.