La Desendecia De Los YANKELEVICH

JEAN llegó a la casa y sabía que su hermosa esposa a esa hora de seguro estaba en la cocina, ayudando con la comida del mediodía. Harry caminaba muy cerca de él, quería ver lo que iba a hacer, verlo celoso le encantaba.

Kilian no quería ver lo que seguro sería una discusión entre sus abuelitos, prefirió ir a buscar a Claudia para darle la buena noticia y esperaba que ella le diera una recompensa por lo que hizo para cumplir con sus deseos.

JEAN, al llegar a la cocina, miró a su esposa de espalda. Estaba frente a la barra, estaba con unas manzanas, picándolas para los postres; Harry separó en la puerta, esperando ver la pelea, pero JEAN solo se acercó a NEYLANE la abrazó por la cintura y dejó unos besos en su cuello.

Harry quedó desilusionado, nunca se esperó esa reacción y, más que enojado, se miraba realmente contento con su esposa; aunque también lo hacía feliz, ver a su mejor amigo, a su hermano, así de enamorado al lado de su esposa, era algo que realmente deseaba para él.

Se dio media vuelta y fue a su habitación, quería descansar, había momentos como ese en que él también extrañaba a su esposa; recordarla lo hacía feliz y cuando se acostaba a dormir, esa hermosa mujer siempre aparecía en sus sueños, solo así podía estar con ella.

En sus sueños siempre estaba él cuando tenía 24 años y ella joven, hacía con ella lo que no pudo hacer en vida, iban a los mejores restaurantes, se la presentaba a sus locos amigos y hermanos, JEAN, Maritza y Adonis.

Aunque el sueño que más le gustaba era cuando estaba con su hermosa esposa, haciéndole el amor, acariciando su hermoso cuerpo, besando sus delicados labios, al sentir ese sabor que tanto lo volvía loco.

Harry siempre se despertaba llorando, deseando que esos sueños nunca terminaran. Nunca se lo dijo a nadie y siempre se aseguraba que nadie lo supiera.

Por esa razón, siempre bromeaba con su familia, se la pasaba de sarcástico molestando a todos, para que nadie pudiera ver su dolor, su vacío; que sus hermanos del alma se dieran cuenta de su sufrimiento, no era una opción para él, no podía dejar que JEAN sufriera viéndolo así de mal.

JEAN no dejó que NEYLANE siguiera con lo que estaba haciendo, terminó convenciéndola de ir a su habitación; para ella fue extraña su petición, pero terminó tomando su mano y siguiéndolo hasta llegar a la habitación.

Él la paró frente a su cama, se puso atrás de ella, pasó sus manos por su cintura, empezó a dejar unos besos en su cuello y le pide que cierre sus ojos, en ese momento le susurra al oído. — ¿Recuerdas cómo fue nuestra primera vez juntos?

Fue aquí mismo en esta cama, recuerdo cómo pasó, cómo destrocé esa ropa, esos besos que me diste; pero lo más recuerdo fue la primera vez que toqué tu piel, tan suave, delicada, tan pequeña que te sentía bajo mis manos grande y ásperas.

Tú, mi princesa, te estremecías mientras te tocaba y besaba. Esa noche recorrí tu cuerpo con mis labios; para mí, fue algo inexplicable lo que me hiciste sentir ese día.

Tú fuiste, eres y serás mi niña, mi princesa, mi mujer, mi vida, mi todo y no quiero que nada cambie; sabes que tuviera el mismo vigor que tenía algunos años atrás, en este momento ya te tuviera desnuda, te estaría haciendo el amor, quién sabe, tal vez estuviéramos planeando nuestros 6 hijos o algunos trillizos más.

Mi niña, la vida nos quitó mucho año de poder estar juntos y es mi único reclamo que tengo; si yo te hubiera tenido esos años conmigo, hubiéramos tenido más hijos, otra princesita, una hermana para nuestra Nashira.

Realmente 5 hijos para mí no son suficientes, pero ya no se puede hacer nada, aunque tenemos bastantes nietos y bisnietos; tenemos una gran familia y eso me tiene realmente feliz, tenga a la mejor esposa del mundo.

Mi Neylane, mi hermosa niña de ojos amielados, me acabo de enterar de que usted me ha estado ocultando algunas cosas y, aunque por un momento, me sentí molesto, pero al tenerte aquí conmigo en nuestra habitación, creo que realmente lo hiciste muy bien.

Eres mi complemento perfecto y no me cansaré de dar gracias a Nana, a la vida de que te pusiera en mi camino; por esa razón quiero hacerte algo indecoroso, ver un poco más de placer en tu rostro será mi satisfacción.

NEYLANE estaba realmente recordando esa primera vez con él, lo que sentía al estar en sus brazos, hasta que escuchó esas últimas palabras. No entendía a qué se refería, se sintió confundida y su cuerpo se estremeció sin entender lo que realmente quiso decirle.

Abre sus ojos de golpe, frunció el ceño, algo en su tono de voz la hizo sentir ansiedad y desconfianza, no entendía qué era lo que realmente quería hacer; iba a voltear para preguntarle, pero antes que pudiera reaccionar, él ya la había acercado más a la cama.

Ella se quedó congelada, esa actitud siempre la tenía cuando se entregaban a su pasión y ahí estaba como si realmente algo así pudiera pasar a su edad, algo que sabía no podía ser, su guapo esposo ya no podía hacerlo.

Pero JEAN la giró y la recostó en la cama antes que ella pudiera decir algo, no supo cómo reaccionó, solo cerró sus ojos al momento que la iba a recostar, sintió su cálido beso en su boca; eso le trajo tantos recuerdos de cuando eran jóvenes, a lo menos para ella había emociones que no habían cambiado, como lo que le hacía sentir cuando la besaba, cuando la tocaba, era siempre tan intenso, como si realmente fuera esa primera vez.

NEYLANE realmente estaba disfrutando de su beso, de sus manos en su pecho, pero cuando él bajó un poco más su mano, empezó a levantar su vestido y metió su mano, y acarició sus piernas. Eso sí, la alteró, pero al sentir su mano en su intimada, sintió algo que creyó, ya no volvería a sentir.

La elevó como en el pasado, realmente estaba disfrutando de ese beso y esas caricias, en su punto más sensible, la desarmaron ante ese hombre que, desde que lo conoció, la volvió loca; pero lo que nunca se esperó es que dejara de besarla, que su rostro bajara y usara su boca para darle un placer mucho más intenso.

JEAN la hizo volar, la hizo sentirse viva nuevamente y no como una flor marchitada.

JEAN, mientras trataba de complacer a su hermosa mujer, pensaba en lo que había escuchado en las pláticas que les daban a los bisnietos; quería hacer algo realmente perfecto para ella, demostrarle todo ese amor que tenía dentro, aunque fuera de esa manera, porque no quería que fuera la última vez.

Realmente deseaba que la siguiente fuera ella quien se lo pidiera y eso solo podía pasar si lo hacía bien. Escucharla, gemir por el placer que su acto le estaba ofreciendo, lo hizo sentir satisfecho y emocionado, tanto que intensifica su acción.

Pudo sentir cuando su cuerpo se ponía regido, los espasmos en su intimidad lo hicieron saber que estaba por llegar a su mejor momento de liberación y supo que tenía que ser más intenso; lo último que sintió fue su liberación en su boca, su cuerpo relajándose y ese grito de satisfacción, algo que tenía mucho no escuchaba.

Se incorpora, acomoda sus bragas que solo las había hecho a un lado, baja su vestido y mira su rostro; para él fue encantador verla cómo estaba, sus gestos en su cara eran de satisfacción, de estar realmente feliz.

JEAN le sonríe al ver que lo miraba fijamente, se miraba que estaba satisfecha, pero a la vez se podía ver que estaba incrédula por lo que había pasado; le sonríe y le dice. — ¡Mi niña! Tienes la misma cara de pervertida que tenías el día que te conocí.

NEYLANE no podía creer lo que le había dicho; acababa de arruinar un momento increíble. Se incorpora, pensó en decirle unas cuantas cosas, pero antes de que pudiera decirle algo, él ya había entrado al baño.

Ella realmente deseaba estar molesta, pero era imposible después de lo feliz que la había dejado. Se dejó caer a la cama nuevamente, sentía su intimidad húmeda, sentía algo de palpitación; llevó su mano a su intimidad, aunque fue sobre el vestido.

La satisfacción que sentía era como estar en un sueño; estaba relajada y hasta algo de cansancio sentía, de la misma forma como cuando él la tomaba ferozmente, sin querer cerró sus ojos y se quedó dormida.

JEAN se había metido a bañar, aunque su hombría no tuvo ninguna reacción, su cuerpo extrañamente lo sentía acalorado y solo quería refrescarse; cuando salió, solo tenía la toalla en su cintura, iba a ir por ropa para cambiarse.

Al estar fuera del baño, la mira profundamente dormida, eso le gustó, se acerca, la acomoda bien en la cama, aunque lo hizo con cuidado; él, a pesar de su edad, levantar 50 o 60 kilos no eran gran cosa y su mujer no era tan pesada.

Aunque no pensaba quedarse quito, le quito toda la ropa, hasta la interior. Se recostó a su lado, la tomó en sus brazos como cuando era muy joven; por un momento se le quedó mirando y aunque para mucho ver esa piel flácida, esa arruga, esas canas, fuera ver algo feo, para él no lo era.

Para JEAN, no dejaba de verla como su hermosa mujer y sentía que nunca se cansaría de tocarla, de sentir ese placer que le daba, de solo estar a su lado; los dos terminaron dormidos, felices de poder estar juntos, de poder sentir ese amor que los cautivo desde la primera vez.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Muchas gracias a todas espero que el capítulo les haya gustado ☺️

Recuerden apoyarme 👍

⭐⭐⭐⭐⭐ ❤️ ☕ 🎁 📽️🎬 🌹👍 Y SUS EXCELENTES COMENTARIOS 🥰

Niñas saben que su opinión es importante para mí, déjenme su comentario y de corazón mil gracias por el apoyo que me dan.