Ariana una joven de veinte años es obliga a casarse con un hombre que no conoce, todo para salvar la vida de su padre, el único familiar que le queda en esta vida, ella terminará amando y odiando al hombre con el que le tocó compartir su vida, pero no sabrá si es más el odio o el amor lo que mad siente por ese hombre.
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#8
Sergio observaba a Ariana desde la distancia con una mezcla de preocupación y admiración. La muerte de su padre había sido un golpe devastador para ella, y durante el mes siguiente, había visto cómo luchaba para recuperar su vida. Encontrar un trabajo fue un paso monumental, y aunque era una posición modesta, la dedicación y la fuerza que mostró llenaron de orgullo a Sergio. Ariana, sin saberlo, estaba casada con él, pero esa unión había sido un misterio incluso para ella. Firmó los papeles sin conocer la identidad del novio, una medida desesperada en un momento de vulnerabilidad.
Sergio había decidido darle espacio. Sabía que debía respetar su proceso de duelo y adaptación antes de irrumpir en su vida. Sin embargo, no era fácil mantenerse alejado. Había algo en su lucha y en su espíritu que lo atraía irresistiblemente. Pero Sergio no estaba solo en esta historia. Detrás de él había una vida compleja y llena de matices, incluyendo a Berta, su asistente y amante.
Berta había sido su compañera durante mucho tiempo. Compartían no solo el espacio de la oficina, sino también una vida amorosa que, hasta ahora, había sido satisfactoria para ambos. Pero últimamente, Sergio estaba distraído, y Berta no tardó en darse cuenta. Aquella tarde, mientras estaban juntos en un momento íntimo en la oficina, Sergio estaba notablemente ausente, su mente vagando hacia pensamientos de Ariana.
—¿Qué te pasa, Sergio? —preguntó Berta, con el ceño fruncido y un tono que mezclaba preocupación y molestia.
—Nada, solo estoy un poco cansado —respondió él, tratando de sonar convincente, aunque ambos sabían que era una mentira.
—No, no es solo cansancio. Hace semanas que no estás presente, incluso cuando estamos juntos. ¿Qué está pasando? —insistió ella, la frustración evidente en su voz.
Sergio no supo qué responder de inmediato. Se quedó en silencio, mirando al techo, buscando las palabras adecuadas. Pero Berta no tenía paciencia para su silencio.
—¡Dímelo! —exigió—. Sé que no hay otra mujer. Estoy contigo todo el día y parte de la noche. ¿Entonces qué es?
—Es complicado, Berta —comenzó Sergio, suspirando profundamente—. Hay algo en lo que he estado pensando mucho últimamente. Algo que no tiene que ver contigo.
Berta se levantó de la cama, molesta. Se arregló la ropa y lo miró con una mezcla de dolor y furia.
—Si no puedes ser honesto conmigo, entonces no sé qué estamos haciendo aquí. Me voy —dijo, recogiendo sus cosas y saliendo de la oficina sin mirar atrás.
Sergio se quedó solo, con la mente llena de pensamientos sobre Ariana. Ella, la joven humilde que había mostrado una fortaleza inmensa ante las adversidades. Era una guerrera, y él no podía evitar sentirse atraído por su espíritu indomable.
Esa noche, después de que Berta se fuera, Sergio se sentó en su escritorio, mirando una foto de Ariana que había tomado discretamente en uno de sus paseos por el parque. Ella estaba sonriendo, una sonrisa genuina que iluminaba su rostro a pesar del dolor reciente. Pensó en cómo había llegado a casarse con ella. Fue un arreglo extraño, una solución desesperada a un problema inmediato, y ahora, se encontraba profundamente involucrado emocionalmente.
Mientras tanto, Ariana terminaba su turno en el restaurante donde había conseguido trabajo. Estaba cansada, pero satisfecha de haber completado otro día. El trabajo era duro, pero le daba una rutina, algo a lo que aferrarse. Caminaba de regreso a su pequeña casa, reflexionando sobre cómo la vida había cambiado tan drásticamente en tan poco tiempo. La pérdida de su padre había sido devastadora, pero también la había hecho más fuerte.
Sergio sabía que no podía seguir así. Necesitaba hacer algo, dar un paso hacia adelante. Decidió que era hora de enfrentarse a la situación, de revelar su identidad y las circunstancias de su matrimonio a Ariana. Pero también sabía que debía hacerlo con cuidado, respetando su espacio y su tiempo.
Al día siguiente, Sergio se dirigió al restaurante donde trabajaba Ariana. La observó desde la distancia, tratando de reunir el valor para hablar con ella. Finalmente, cuando su turno terminó, la interceptó a la salida.
—Ariana —dijo suavemente, llamando su atención.
Ella se giró, sorprendida de ver a Sergio, un hombre que apenas conocía, aunque le resultaba vagamente familiar.
—¿Nos conocemos? —preguntó ella, entrecerrando los ojos, tratando de recordar.
—Sí, de alguna manera —respondió Sergio, sonriendo con nerviosismo—. Hay algo importante que necesito decirte. Algo sobre nosotros.
Ariana lo miró, confundida pero curiosa. Asintió, invitándolo a continuar.
—Hace un tiempo, cuando firmaste esos papeles... nos casamos. Fue algo inusual y probablemente confuso para ti. Pero quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte, si me lo permites.
La revelación dejó a Ariana atónita. Necesitaba tiempo para procesar lo que acababa de escuchar. Sergio, consciente de la magnitud de su revelación, esperó pacientemente, dispuesto a darle todo el tiempo que necesitara. Pero la reacción de Ariana no era la que él pensó, ella al ver el reloj lujoso en la mano del hombre, más el auto en él que llegó, sintió que el poder de Sergio podría ser devastador en su vida, con miedo a enfrentarse a la realidad de estar casada, ella miró a los lados y corrió como si no hubiese un mañana, ella estaba asustada y desesperada del miedo, pero en su mente no hubo una buena coordinación, ya que si Sergio la ha conseguido en su trabajo, eso significa que él sabe más de ella, con miedo vago por horas en la calle, cuando se animó a regresar a su casa pudo observar el auto lujoso fuera de casa, no, ella no quiere un esposo en su vida, así que solo regresó al trabajo, conoce todo el lugar y si debe dormir en algún lugar escondido, pues lo tendría que hacer, pero jamás estaría con un hombre al que no conoce, por su parte Sergio estaba nervioso, no la vio regresar a casa y eso le estaba preocupando, ella ya era parte de su vida y no la dejaría solo ahora que tuvo el valor de confesarle quién era.