Maried es una joven hermosa que a pesar de su corta edad, le ha tocado vivir situaciones muy difíciles en su vida.
Hija de un padre alcohólico y de una madre depresiva debido a las agresiones de su esposo.
Maried es la mayor de 5 hermanos, por lo cual le ha tocado ser hermana y madre de ellos. Incluso, se ha convertido en una leona para defender a sus amados hermanos.
Desde muy niña trabaja para llevar la comida para su casa.
A sus 20 años se casó, con un hombre que aparentemente era perfecto, pero la realidad fue otra. En sólo dos (2) meses se convirtió de príncipe a bestia, sabes porqué?
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Entre flores y lágrimas...
Ese día nunca podrán borrarlo de sus mentes ni de sus corazones. La tristeza invadió sus vidas.
En la sala velatoria de la capilla funeraria, yacía el cuerpo de Ángel, estudiante del tercer año de Medicina, y quien además era el mejor amigo de Rafael, el novio de Maried.
En el servicio fúnebre se encontraban: el Dr. Larry y el Dr. Vinicio, quienes eran los adjuntos del servicio de Medicina Interna, y además los responsables de la rotación por ese servicio. Maried con su familia, Rafael, Julieta, María, Pili y Wendy, cada uno con su respectiva familia. También estaban los otros compañeros de clase, personal del hospital, allegados y familiares de Ángel.
Los padres de Ángel decidieron sellar el ataúd y en la parte superior colocaron una foto de su hijo.
Todos lloraban, pero particularmente Julieta estaba desconsolada, ya que ella fue testigo de todo lo sucedido.
La mamá del joven muerto se levantó y caminó hasta donde estaba el cofre con su hijo, tenía la intención de agradecer a los presentes por el apoyo, pero no pudo. Apenas comenzó a hablar, salió el llanto insostenible, llanto que se convertía en gritos, en golpes en su pecho, en dificultad para respirar...
Maried y Rafael observaban la trágica escena y lloraban desconsolados.
Hizo acto de presencia el decano de la universidad con varias coronas y ramos de flores, los cuales iban identificados con el nombre de la universidad y también, de la facultad de medicina.
El Rector les dió a la Facultad de Medicina tres (3) días de duelo. Realmente era asombroso ver la cantidad de personas que se encontraban acompañando a los padres del alumno fallecido. Decenas y decenas de estudiantes, profesores, médicos y autoridades se hicieron presentes para darle el último adiós, a quien había sido un prestigioso estudiante de esa Universidad.
Al enterarse de la lamentable noticia, también asistieron autoridades y profesores de la Universidad de Maried.
Al momento del sepelio, fue desgarrador ver a Rafael, quien era su mejor amigo de toda la vida, desde niños estudiando juntos, además de sus profesores: Dr. Larry y Dr. Vinicio, entre otros, cargando el ataúd entre flores y lágrimas.
Sus padres aún no aceptaban la terrible realidad.
Detrás del féretro iban los papás, familiares, amigos y compañeros de Ángel.
María lloraba mientras empujaba la silla de ruedas en la que iba su amiga Maried.
Realmente un día inolvidable. Imposible olvidar tanta tristeza por esa irreparable pérdida.
Antes de enterrarlo, Rafael quiso ofrecer unas sentidas palabras, las cuales escribiré brevemente.
"Hoy, mi alma y mi corazón están de luto. Hoy, sufro hasta el extremo por la pérdida de mi gran amigo, bueno, realmente más que mi amigo, Ángel era mi hermano.
Y aunque trato de imaginar cómo será mi vida de ahora en adelante, no puedo hacerlo. Y saben por qué? Se los diré. Es porque no imagino mis días sin mi hermano. Desde que teníamos seis (6) años estábamos estudiando juntos. Ángel se convirtió en el hermano que mis padres no pudieron darme. Era mi amigo, mi hermano, mi confidente, mi cómplice... En fin, alguien muy importante para mí. Antes de dormir, siempre lo llamaba, o lo hacía él. Y aunque pasábamos casi todo el día juntos, siempre teníamos cosas que contarnos, consejos que pedirnos. Pero, ahora qué puedo hacer? ¿¿A quién llamaré cuando esté alegre, enojado, enfermo o triste? ¿Con quién planificaré mis días? ¿Con quién compartiré mi ropa, mis cosas? A quién le diré: dónde estás hermano, porque te necesito? ¿Quién me levantará cuando esté caído? ¿Con quién reiré hasta que me duela el estómago?".
Y gritó: "Hay alguien aquí que pueda explicarme cómo puedo hacer para vivir sin mi hermano?"
Había un silencio sepulcral, sólo se podía escuchar llanto y sollozos.
En ese momento, procedieron a darle sepultura. Se respiraba dolor y desconsuelo.
Luego, todos y cada uno de los presentes, entre lágrimas, lanzaban flores sobre el ataúd. Fueron demasiadas, por lo que se formó, una montaña de flores de todos los colores.
Rafael, Maried y las amigas, se acercaron a los padres de Ángel. No pronunciaron palabras, se dieron un fuerte abrazo y lloraban. Procedieron a despedirse y se fueron, antes de salir la mamá de Ángel se dirigió a Rafael y le dijo: "no te vayas a olvidar de nosotros por favor. Ya perdí a un hijo, y no quiero perderte también a ti, somos tu otra familia, tú lo sabes".
Él, nuevamente los abrazó y se fue con su novia, familiares y amigos.
Aquel día jamás podrán borrarlo de sus vidas. Y así como yo tengo el corazón cargado de tristeza, supongo que cada uno de ustedes como lectores también.
Es difícil cuando atravesamos sucesos inesperados, tal como una enfermedad, la separación, enterarnos de algún vicio de un hijo o la pérdida de un ser querido. Ante esas circunstancias, muchas veces nos preguntamos: "por qué? Por qué tenía que suceder algo tan terrible. Y es que la muerte de alguien a quien amamos siempre es dolorosa, nunca estamos preparados para ver partir a una madre o padre, esposa o esposo, a un hijo, hermano, amigo... Claro, cuando la persona por razones de enfermedad a causa de una patología o enfermedad de base cae en una cama, sufrimos y padecemos; pero ante una muerte totalmente inesperada, el dolor creo que es más grande, ya que no ha fallecido de una causa natural.
En fin, sabemos cuándo y dónde nacemos, pero no tenemos ni idea, de cuándo, cómo y dónde daremos nuestro último suspiro. Es por esto que es necesario, vivir un día a la vez, como si fuera el primero, el último y el único día que nos queda por vivir. Haciendo el bien, sin importar a quien, sirviendo a todos con alegría y amor, extendiendo la mano a todo el que lo necesite, compartiendo con el que no tiene, de lo mucho o poco que nosotros tenemos.
Aprovecho para hacer un llamado y reflexión a cada uno de ustedes. El licor no se debe mezclar con el vehículo. El cinturón de seguridad se hizo para protegernos y salvar vidas, debemos usarlo. Al manejar debemos hacerlo con cautela y precaución para evitar tragedias. Cuidemos nuestra vida.