Por Amor... O Por Dinero

Capítulo 23

Serias acusaciones

Luego de pasar el resto de la tarde sola y encerrada en el interior de miese camarote, escucho la puerta sonar, no me había dado cuenta de que se había hecho de noche hasta que me dispuse a levantarme de mi cama. Estiro mis brazos, pues estaba a punto de quedarme dormida de nuevo. Me acerco a la puerta y ahí estaba él, con su sonrisa encantadora como de costumbre.

También sonrío y bajo la mirada hacia la charola que trae en sus manos

—No me parece nada bueno eso de que te quieras saltar todas las comidas, señorita bonita, no quiero que vayas a enfermar en este lugar porque estoy seguro de que no podré estar a tu lado cuidándote aunque quisiera —me dice con un tono de voz dulce—Te he traído la cena y quiero que me prometas que la comerás toda, no quiero trampas. Voy a solicitar que me envíes evidencias, quiero fotos, ¿De acuerdo?

Me dice de manera tierna, haciendo ojitos y puchero, y no paro de reír ante sus ocurrencias. La verdad es que Axel es muy tierno, él si sabe cómo ganarse el afecto de una mujer, es dulce, divertido y atento

—¡Vaya, pero que atento resultó ser mi chico desconocido! Gracias —sonrío divertida y el no duda un segundo en agacharse un poquito para acercarse a mi y dejarme un pequeño beso tierno en mis labios—.

—Debo irme —me dice con tristeza y esta vez soy yo la que le hace caritas tristes a él— Princesa nadie puede verme aquí o seguro que te meterás en problemas. Solo quería que supieras que hay alguien que se preocupa por ti dentro de este enorme barco —comenta con una sonrisa amplia y la verdad que esto era algo que necesitaba oír en un momento como este, en el que creo que el mundo está por caerme encima— ¿Estarás bien?

—Supongo que si. Es bueno saber que puedo confiar plenamente en alguien, de verdad te agradezco mucho Axel... Hace mucho que nadie se preocupaba tanto así por mi y debo admitir que se siente agradable

Le respondo y me inclino hacia él para besarlo de nuevo, parece que mis labios estaban pidiendo a gritos sus besos, pues no tengo nada de ganas de terminar con esto, así que es él quien a duras penas se separa de mí

—Estaré siempre que me necesites. Señorita bonita, no dudes en llamarme para lo que sea, ¿De acuerdo? Sabes que haría cualquier cosa con tal de hacerte sentir bien y verte sonreír

Axel se retira y yo me quedo disfrutando de ese rico arroz frito, la bebida y el postre que me ha traído, la verdad es que fue un gesto increíble de su parte, así como también ofrecerse para lo que sea que necesite. Lo cierto es que si creo necesitar su ayuda al momento de deshacerme de la trampa que me ha puesto esa mujer. Y eso debería ser muy pronto, ya que si dejo pasar más tiempo se me hará casi imposible devolver el anillo a su dueña sin que nadie me acuse de haberlo robado. Tengo que idear un plan para salir de este gran problema antes de que este estúpido viaje concluya, porque de lo que estoy segura, es de que no me dejarán bajarme del barco con ese anillo que vale tres fortunas y media. Ellos dos son capaces de todo y yo debo cuidarme bien

Le escribo a Axel para agradecerle e informarle que ya me he acabado toda la comida y así nos pasamos el rato hablando por medio de mensajes, sin darme cuenta me quedo dormida en un parpadeo

Al despertarme veo a Steven saliendo del baño ya vestido y arreglado para salir a desayunar, mientras tanto yo paso al baño a asearme y arreglarme sin decirle una sola palabra

Sé que este hombre está arrepentido, lo veo en sus ojos y en su manera de tratar de acercarse a mí, pero ya estoy cansada de sus arrepentimientos él debe saber que yo no soy una marioneta suya, por más que me esté pagando para estar aquí, tiene que saber que debe respetarme.

Me dolió mucho que me haya insinuado en mi propia cara que me he robado ese anillo.

Salgo del baño a la habitación y tomo mi bolso, voy afuera a tomarme un café, ya que estar en el mismo espacio que este hombre me asfixia. Me siento junto a las viejas chismosas, necesito averiguar más acerca de este nuevo problema a ver si Brenda ha sido tan descarada como para difundir algún rumor respecto a esto.

Paso un rato conversando con ellas y luego decido volver al camarote, con la esperanza de que ya Steven se haya marchado a perder su tiempo en otro lugar

Me doy cuenta de que la puerta de mi camarote esta entreabierta y escucho algunas voces provenientes desde adentro, así que me quedo tras la puerta para escuchar un poco mas

—¿Pero qué diablos crees que estás haciendo Richard? Esto es ridículo, ya te he dicho lo que pienso —le dice Steven un poco molesto— Muy bien sabes que no puedes registrar sus cosas. No tienes ningún derecho de hacerlo, además ella no está aquí para darte su autorización

—Al carajo lo que pienses que es correcto —responde Richard y yo escucho que abren y cierran las puertas y gavetas del armario

Siento como hierve mi sangre, pero creo que es mejor quedarme detrás de la puerta a escuchar un poco más. A fin de cuentas no tengo nada que perder, ese anillo ahora mismo está en mi poder, jamás podrá encontrarlo así ponga ese camarote patas arriba

—A Brenda se le pudo haber caído en el restaurante, ¿Por qué no revisan las cámaras? Mariela no podría haber guardado algo aquí sin que yo me diera cuenta, tu actitud ahora mismo es absurda. No tienes razón alguna para creer que Mariela le ha robado a Brenda, cuando ella pudo haberlo dejado en cualquier parte

—Brenda es la mujer más responsable que conozco, se que jamás haría algo así. Si dice que se lo robaron es porque así ha sido y está de más mencionar como estaba babeando tu noviecita aquella noche al ver el anillo de mi esposa

—Eso no tiene nada que ver, ¿Cómo pudo habérselo quitado del dedo sin que ella se diera cuenta? Es ridículo —responde Steven alzando un poco su voz—

—Para saber los trucos áque debe haber aprendido en la zona de la ciudad en la que creció, debe reservar habilidades de ligereza en sus manos

—Nada de lo que dices tiene sentido, Richard. Te voy a pedir que la respetes

Escucho como este hombre me acusa directamente y la ira se cierne por completo dentro de mi. Sin poder evitarlo me adentré a esa habitación abriendo la puerta de una manera muy brusca, interrumpiendo su acalorada discusión y esos dos hombres se paralizan ante mi sorpresiva y me miran fijamente

—¿Qué es lo que está sucediendo Aquí? —Aprieto mis puños ejerciendo fuerza, al punto de clavar mis propias uñas en las palmas de mis manos—.

—¿Quién te crees que eres para rebuscar entre mis cosas, Richard James? De paso te atreves a acusarme de ladrona

—Mariela... ¿Cuántos oído? ¿Desde hace cuanto estás aquí? —me pregunta Steven y su cara de asombro me molesta aún mas

—Lo suficiente como para que me de cuenta de que tú también estás pensando que soy una ladrona. Dime una cosa Steven, ¿De verdad crees que puedo hacer algo así?

Le pregunto mirándolo fijamente y para mi horror ese hombre demora un poco en responder

—En todo caso, no tienen ninguna prueba y esto va para los dos, espero se den cuenta de lo ridículo que es todo este show que están armando —les digo a ambos

—¿De verdad crees que lo es? —pregunta Richard con una mirada fija y elevando una ceja en forma de arco, la verdad es que un solo gesto de este hombre me aterroriza

—Claro que lo es, tan ridículo como el que tú estés defendiendo a una loca paranoica que es capaz de inventarse cualquier historia con tal de llamar la atención

—Mariela, debes calmarte —interrumpe Steven— me parece que estás sacando conclusiones precipitadas. Ya Richard se va. Hablemos mejor en privado. ¿Sí?

—Todos ustedes están acusándome sin tener pruebas contundentes y te atreves a decirme que soy yo la que esta sacando conclusiones precipitadas. No te extra limites Steven, aquí quienes estan haciendo todo un alboroto sin sentido son ustedes dos, yo solo me estoy defendiendo de este par de alimañas y estoy en todo mi derecho de hacerlo. ¿A caso aún no te das cuenta Steven? Quieren culparme por algo que no he hecho

—Nos has dicho que esa mujer era de Brownsville, ¿No es así, Steven? —comenta Richard, esparciendo todo su veneno—, pues déjame decirte que mi última criada era de ese mismo maldito barrio pobre y la eché de mi casa al descubrir que estaba a punto de robarse uno de mis relojes de oro más valiosos —comenta Richard con un tono totalmente déspota—

—Por favor —respondo enrojecida de cólera— esa es una acusación muy baja. Vuelve cuando tengas algo importante que decirme. Mientras tanto seguiré defendiendome de ti y de esa lengua venenosa que tienes. Si no encontraste pruebas auténticas con las que acusarme te voy a pedir que te vayas. No estoy aquí para aguantarme humillaciones de nadie