Como hermano del antiguo rey, no había heredado ni siquiera una cualidad mágica. No obstante, su nivel de inteligencia lo llevó a ser asignado como el capitán del escuadrón de espías encargado de recopilar información contra un emperador enemigo. Esperando que aquella misión fuera su retirada, jamás pensó que le terminaría quitando la virginidad a una joven mujer. Así mismo se sorprendió al saber por parte del rey, que habían pedido su mano en matrimonio. Resultando que su futura esposa sería aquella chica de 20 años que desvirgó e hija del emperador enemigo.
“¿Es qué acaso no podré retirarme tranquilo” pensó con pesar.
“Esposo, ¡Me gusta que seas mayor! ¡Quiero ser tuya para siempre!” expresó su prometida.
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CAPÍTULO 23
Con las palabras de Genevieve resonando en lo más profundo de su corazón, Somnus comenzó a llorar de manera silenciosa. La vergüenza le impedía decir alguna palabra más; sin embargo, más sentía vergüenza por el hecho de estar entre la espada y la pared. Sentía que amaba a Erin, pero no quería traicionar a la única persona que le había sido leal y lo había protegido sin dudar. Elwin era quizá la única luz que había tenido realmente. Aquel dilema lo estaba torturando en vida.
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Recién despertando debido al alboroto de la situación, un ya repuesto Elwin salió un momento para averiguar que era lo que estaba pasando; sin embargo, al no obtener respuesta, no tuvo más que volver a su habitación para encontrarse con Abril prendida en fiebre.
—¿Abril?—intentó llamarla en vano.
Luego de pedir a algunas criadas que mandaran al médico del batallón, este empezó a buscar algo de agua fría; sin embargo, la que tenía era muy tibia.
—¡Joder!—expresó un poco malhumorado.
Deseando agua fría para darle a Abril, al momento de tocar la jarra, se dio cuenta de una descarga eléctrica que salía de su mano y que esta poco a poco comenzaba a congelar el agua.
Impactado por lo que estaba viendo, dejó la jarra en la mesa antes de que el agua se solidificara. Fue entonces que, pensando en su raíz mágica, bajó su mirada y en efecto esta se encontraba brillando.
Aun sin entender cómo el, un príncipe nacido sin magia y siendo dejado de lado por sus propios padres quienes mimaban al anterior rey, su hermano mayor y padre de Somnus, negó con la cabeza y echó un poco del agua fría en una vasija.
—¿Mi príncipe?—preguntó Abril.
La chica, quién seguía durmiendo en una aparente pesadilla eterna, sintió un poco de alivio cuando Elwin colocó un pañuelo frío en su frente.
—Parece síntomas de infección—dijo el médico al terminar de examinarla—pero el anillo está amortiguando el golpe, puede que se mejore en algunas horas.
—¿Infección?—preguntó—¿puede ser por sífilis?
—¿Sífilis?—preguntó más confundido—perdón, su alteza, ¿Pero por qué cree que es sífilis?
De inmediato Elwin frunció el seño, se suponía que la reina Erin, debido a su gran conocimiento en medicina y magia, era la encargada del departamento médico del batallón mientras estuviera allí con Somnus.
Por ende, el jefe médico del batallón debía estar al tanto de todos los diagnósticos de las personas cercanas al rey. Que el no supiera nada del examen que le hizo Erin a Abril, le hizo recordar enseguida a su sueño.
—¿Puedes examinarla?—le preguntó—cuerpo completo.
—¡Lo siento, su alteza!—respondió—pero debido a que es una mujer, no puedo atender a la princesa Abril, tiene que ser alguna mujer del equipo encargado a la reina.
—¡No!—le volvió a rogar—estaré contigo en todo momento, juro por mi título que daré testimonio de que nada pasó entre tú y Abril.
El doctor terminó por asentir, aceptando la petición de Elwin. El capitán del escuadrón de espías tampoco estaba contento, sentía una sensación de desagrado al pensar que otro hombre pudiera observar a Abril.
No obstante, si era verdad lo que vio en su sueño, era preferible confiar en un hombre y no en una mujer, en el campo médico, influenciada directamente por Erin.
—Mi señor, no hay nada—respondió el médico tapando con una manta a Abril—¿puedo saber por qué pensó en que tendría eso?
Cerrando los ojos para intentar calmar su dolor de cabeza, sentía que una carga se le quitaba encima, no quería que Abril siguiera sufriendo más; sin embargo, seguía sin entender la razón por la cual Erin hizo aquello.
Cerrando los ojos para intentar calmar su dolor de cabeza, sentía que una carga se le quitaba encima, no quería que Abril siguiera sufriendo más; sin embargo, seguía sin entender la razón por la cual Erin hizo aquello.
Mordiéndose un poco los labios, y suspirando con cansancio, Elwin sacó de un pequeño cofre en el tocador, el único objeto material de valor que su hermano le había dejado.
—Este collar, úsalo para financiar el orfanato de tu hija—expresó extendiendo el objeto.
—¡Juro que no diré nada!—exclamó el anciano arrodillándose—¡No soy digno de tal regalo!
Elwin, sabiendo que el doctor ya había adivinado lo que estaba sucediendo, insistió en que este aceptara el regalo, no como un soborno para su silencio, sino como una prueba de que pudiera confiar en él para lo que necesitara y que no saldría mal ante aquella situación.
Una vez quedó solo, cerró con seguro la puerta y procedió a darle un poco de medicina a Abril; sin embargo, esta no reaccionaba ni siquiera al aroma del brebaje. Sin nada más que hacer, tomando un sorbo de la medicina amarga, comenzó a darle de a poco la bebida mediante un beso, el cual provocó que esta despertara un poco debido a la falta de aire.
—¿Lo tomaste todo?—le preguntó con una leve sonrisa.
Abril, quien estaba asustada por las mentiras que había dicho Erin, intentó separarse de Elwin para poder evitar contagiarlo; sin embargo, este la abrazó con fuerza y besó su cabello.
—Ya, ya—habló acurrucándola contra su pecho—no tienes nada que temer, ¿no confías en mí, el padre de tus doce hijos?
—Quiero 30—respondió al borde del llanto.
Al ver que su estrategia había funcionado, sonrió aún con mayor fuerza al observar como ella había olvidado un segundo su tristeza. Sabía muy bien que su camino estaba marcado, ya que no podía jubilarse de manera tranquila, asumiría su deber con Abril e intentaría ayudarla. Aun cuando al final le rompiera el corazón al no darle realmente los hijos que tanto quería.