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Amatista

Amatista

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada / Pareja destinada / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media / Polos opuestos enfrentados / Bestia
Popularitas:185.6k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Segundo libro de la saga colores.

Prisionero de los campos de sal de Hilaria, O'Brian Adaleón es liberado por un hombre de negocios antes de cumplir su condena, con el fin de ofrecer trabajo como escolta de su revoltosa hija. Lo que al principio le parecerá una auténtica molestia, se convertirá en el comienzo de una hermosa historia de amor.

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UNA POCILGA PARA AMBOS

...O'BRIAN:...

¿Qué locura había hecho?

Si con la salida furtiva de la mansión, estaba siendo considerado un abusador, con lo que acababa de cambiar en nuestros planes era absolutamente un raptor y secuestrador de una jovencita casadera. Yo nunca había sido un hombre correcto y caballeroso, así que no le temía a la mala impresión que seguramente estaba teniendo su padre de mí. Estábamos parejos, él por preferir venderla a un viajo depravado y yo por escapar con ella.

No estaba raptando a la señorita, tampoco escapando para quedarme con ella, de hecho no estaba pensando en eso principalmente cuando le ofrecí mi ayuda ¿O sí? No, no podía ser tan egoísta y aunque me muriese de ganas de tenerla para mí, tenía que pensar con la cabeza fría estando con ella.

No sabía que sería de nosotros de ahora en adelante. En lo único en que podía pensar era en alejarla de las garras del vizconde y que estuviese a salvo para siempre. Debía encontrar una manera de que ese viejo no molestará más, sabía que con nuestra huida, empezaría una búsqueda furtiva sin descanso, porque quedaba claro que ese asqueroso estaba obsesionado con ella y no descansaría hasta atraparla, mientras tuviera poder, ni un dedo roto le haría temer.

Su padre era otro tema, el Señor Robert también la buscaría hasta debajo de las piernas y a mí seguramente me querría cortar las bolas por haberle hecho semejante traición. Yo no le debía servicio ni fidelidad, él había decidido sacarme de ese hueco en el que estaba, sabiendo la clase de porquería que era. Me había metido en su casa a pesar de mi advertencia, no lo hice al propósito, pero tenía algo de culpa por contar que un asesino como yo le fuese fiel a sus designios y mandatos.

De no ser porque su hija me había hechizado, desde que había caído en sus encantos, parecía un perro obediente y domado.

Al menos estaba cumpliendo en algo y el Señor Robert me lo agradecería en un futuro, tal vez después de arrancarme las bolas, espera volver a verlo para poder abrirle los ojos de que su hija no era un objeto cuyo valor no era negociable con lo material.

 Proteger a su hija a toda costa como lo había ordenado, aunque ella muy bien podía defenderse sola. La situación ameritaba de un sujeto sin escrúpulos que se enfrentase a cualquier cosa para ganar.

El vizconde era astuto, pero lo que él no sabía es que estaba ante un hombre que había servido y se había manejado muy bien en el mundo oscuro de los aristócratas.

Si hubiese tenido una premonición de los hechos antes de llegar a Hilaria, me habría reído y no lo creería.

El guardia de la entrada de aquella casa señorial me evaluaba con susto y desconfianza. Me había tomado la libertad de esperar sentado sobre el muro.

Sabía que aquel plan fallaría, todo en ese lugar me indicaba que no le dejarían quedarse y a mí no me darían trabajo ni en sueños. Con solo ver las reacciones de esos guardias podía comprobar que yo daba más miedo que seguridad.

Elevé mi mano para rascarme la cabeza y el hombre se alarmó, creyendo que iba a atacarlo.

— Tranquilo, no me apetece beber sangre, ya estoy satisfecho — Dije y el hombre palideció del pánico.

¿En serio creía que bebía sangre? No era necesario contestarme a esa pregunta. Me sorprendía que gracias a mi físico las personas creían que llevaba a cabo actos repugnantes. Algo que a veces me divertía.

Después de que la Señorita Roguina saliera, supe que todo se había truncado y que debíamos buscar otra salida.

Huir lo más lejos posible era lo mejor, por suerte tenía las piezas para pagar hospedaje y comida, ella también había traído las suyas.

Sabía que no serían eternas, pero una vez llegar en nuestro destino pensaría en eso.

Entre los dos podíamos resolver.

Así que de inmediato nos pusimos en marcha a aquella ciudad que Roguina había mencionado y que estaba al otro extremo del reino.

El viajo fue largo y tedioso.

Sabía que mi apariencia era mi peor enemigo, así que me mantuve con la capucha ocultando mi rostro a pesar del calor sofocante y le ordené a Roguina hacer lo mismo. Ella usó su sombrero siempre.

Si ya estaban en nuestra búsqueda no era prudente mostrarnos libremente y más que yo era como un faro cuando no llevaba la capucha, así que no me lo quité en ningún instante.

Pagamos muchas posadas de camino y tuvimos que dormir juntos, fingiendo ser una pareja de esposos a los ojos de los posaderos. La primera noche fue un poco difícil, pero no la toqué, además, estábamos tan agotados que lo único que queríamos era descansar lo más que se podía para continuar el viaje al día siguiente.

Tampoco me apetecía complicar más nuestra situación, hacerla mía y dejarla embarazada sería peor.

Ella tampoco había intentado tentarme, tal vez porque era la primera en quedarse dormida cuando entrabamos en la habitación.

La primera noche había sido un poco más complicado, ya que era la primera vez que dormiríamos juntos. Ella estaba nerviosa, pero cuando tocó la cama se durmió y al salir del baño, ella ya estaba soñando profundamente.

Sopesé en dormir en el suelo o no hacerlo en lo absoluto, pero estaba agotado.

Dormiría en la orilla de la cama, de espaldas a ella.

El calor era insoportable cada vez más y ella dormía sin sábanas, lo que permitía ver su silueta provocativa todas las noches.

A veces me despertaba, sintiéndola pegada a mi espalda, con su mano rodeando mi pecho y toda mi voluntad se tambaleaba.

Procuraba levantarme antes que ella y salir al comedor para que no se despertara conmigo a su lado.

De hecho no me había estado consciente en ningún momento cuando dormíamos juntos, así que eso evitaba los acercamientos.

El resto del día, estábamos enfrascado en seguir el viaje y alimentar los caballos con yerba del camino. No hablábamos muchos y tal vez era también por el miedo a lo que se vendría.

Era más difícil para la Señorita Roguina, había dejado su hogar y toda su vida estaba cambiando frenéticamente.

No quería ser el causante de su infelicidad, ni que se arrepintiera de haber huido conmigo.

Después de unas siete semanas, ya estábamos cerca de la ciudad y nos detuvimos en una colina alta.

La señorita era muy inteligente y a pesar de que jamás había pisado aquella ciudad, había deducido como llegar y conocía el lugar gracias a los libros.

Yo era la figura masculina y fuerte, pero ella era la que llevaba la batuta, aunque me pegara en el orgullo debía aceptarlo, pero pronto eso iba a cambiar, yo me encargaría de lo demás.

— Hemos llegado, Ergalia.

Observé a lo lejos, los edificios y calles se alzaban por toda la planicie. La ciudad era grande, pero un poco descuidada, desde allí podía ver las paredes deterioradas y las calles sucias.

— ¿A dónde me has traído? — Le pregunté y me evaluó de reojo.

— Es el lugar más poco frecuentado de Hilaria, por la ubicación y el poco comercio, lo hacen un lugar indeseado para los turistas, pero es una ciudad tranquila y sobretodo, muy discreta — Dijo, mientras agitaba su mano cerca del rostro para tratar de disipar el calor.

Su rostro estaba sonrojado y lleno de sudor.

— Muy lista, Señorita Roguina.

Me evaluó detenidamente — Le ha crecido la barba, Señor Alfred.

— Debo lucir como un anciano.

La mofa había vuelto.

— Le hace falta afeitarse.

— Nos hace falta plantearnos lo que haremos en ésta ciudad para sobrevivir, Señorita Roguina, es obvio que tendremos que buscar un lugar fijo para vivir, estar de posada en posada no es lujo que podemos darnos — Le recordé y asintió con la cabeza — Las piezas se acabarán pronto y debo buscar un trabajo, no será sencillo.

— Lo sé, apresuremos el paso para poder tener tiempo de encontrar un sitio.

No habíamos conversado otro punto ¿Qué haríamos después? Escondernos para siempre no era una opción, yo no viviría observando por encima de hombro todo el tiempo, necesitaba liberarme de la sensación de ser perseguido. Eso era lo principal, pero por el momento, era mejor esconderse por mucho tiempo, porque la ferviente búsqueda empezaría a perder fuerza y cuando pasara, yo podía contra atacar.

Tal vez la Señorita Roguina tenía otro plan, pero podía ver un poco de alivio en sus ojos cuando la ciudad quedó a la vista.

...****************...

Las calles de esa ciudad eran estrechas y a pesar de la mala descripción había muchas personas circulando las calles. La mayoría a pie y a caballo, pocos carruajes circulaban.

Estuvimos el resto del día buscando algún sitio rentable de bajo precio. Nos dividimos, yo no era tan ingenuo para perderme y no lo hice.

Fui preguntando en los edificios, sin quitarme la capucha.

Los precios eran muy elevados y en la mayoría no aceptan niños, ni parejas.

La gente de aquel lugar era un poco malhumorada y tenían un asentó montañés, cortaban algunas palabras y las pronunciaban diferente. Me costó entender a algunos.

Esa gente era extraña, pero cuando uno me exigió quitarme la capucha, me sorprendió que no le impresionara mi aspecto en lo absoluto.

No comprendí aquel trato indiferente. Lo mismo sucedía con la mayoría de las personas que circulaban en la calle, nadie le molestó mi apariencia.

Eso era un punto a favor quedarme en esa cuidad.

Me reuní con Roguina en el punto que habíamos acordado, ella tampoco había tenido suerte.

Fue al atardecer que hallamos un sitio en la parte más humilde la ciudad, en un vecindario pequeño.

El dueño del edificio se mostró muy amable cuando nos presentamos ante él e incluso me trató con tanta familiaridad que me desconcertó.

El precio del alquiler fue más bajo de lo que nos esperábamos y aceptamos de inmediato.

Le pagamos por adelantado y nos condujo por las escaleras.

El aspecto de ese lugar era un poco descuidado y no nos quedó duda de porque era tan barato cuando entramos.

La estancia era pequeña, se trataba de un solo espacio sin habitaciones, ni paredes dividas que pudieran dar privacidad.

La cocina era pequeña y tan solo a unos cinco pasos estaba la cama pegada a la pared.

Su aspecto me decía que era una piedra.

Del otro lado de la pared estaba la bañera y el tocador. Cubiertos solo por una cortina improvisada que colgaba de una soga clavada a las paredes desteñidas y mohosas.

La Señorita Roguina estaba espantada.

— No hay agua potable, en la parte de atrás hay un pozo donde se agarra el agua, por ser el primer día les traeré los baldes, pero los siguientes días será de su responsabilidad — Explicó el hombre, cuyo nombre no me había molestado en recordar — Si no tienen que cocinar yo puedo conseguirles la cena, pero también tiene su costo.

A juzgar por el lugar, la cena podría llevar gusanos incluídos.

— No se preocupe, gracias por todo — Lo despedí discretamente.

Dejó la lleve sobre la mesa en el centro de la estancia y se marchó.

La Señorita Roguina ya no tenía la expresión de desagrado, estaba serena.

Dejó la valija en el suelo y observó todo.

— Podemos buscar algo mejor — Sugerí, pero negó con la cabeza.

— Ya pagamos por adelantado y me parece que el precio se ajusta al lugar — Se acercó a la estufa, al posar su mano se manchó de hollín, la retiró de inmediato — Me parece un buen lugar, es lo suficientemente discreto, solo es cuestión de adaptarse.

Yo podía soportarlo, después de dormir sobre paja y piedra dura, aquel lugar era más tolerable, casi un paraíso en comparación, pero la Señorita Roguina no estaba acostumbrada a pasar penurias, ella había vivido en lujos y comodidades.

Una palabra de su parte y la regresaría de inmediato con su padre, así me doliera, pero ella se merecía mucho más que vivir en un cuarto mohoso.

Si tuviera las riquezas de antes, yo hubiese podido conseguirle hasta un palacio más imponente que el de mi difunta hermana.

Dejé mi valija y recorrí el lugar.

— Espero no quedarme aquí por mucho tiempo — Dijo ella, registrando los cajones de la cocina, había telarañas y eso significa que las dueñas estarían por ahí — Definitivamente no será demasiado — Volvió a cerrar el cajón.

Tomé la valija y la coloqué sobre la mesa para desempacar.

Había una cesta junto a la cama, tendríamos que usar eso de armario.

Dejé en la cesta las pertenencias más prioritarias y el resto en la valija.

— Hay espacio para su ropa aquí — Le indique a la Señorita Roguina, estaba sumida en sus pensamientos, pero tomó su valija y se sentó sobre la cama, por el gesto que hizo no era muy cómoda.

Observó las mantas con ojo crítico.

— Es mejor no pensar en quien durmió allí — Bromeé y se estremeció.

— Es como en las posadas.

Abrió su valija, evité observar los blusones delicados que saltaron a la vista cuando eligió la ropa que usaría más.

El dueño del edificio tocó la puerta y la abrí para tomar los baldes de agua.

Los llevé al baño improvisado después de despedirme del viejo.

Al menos si estaba limpio.

— Usted vaya a bañarse primero, luego lo haré yo — Le ordené — Debemos conformarnos con asearnos solo con agua por hoy. Le recomiendo no sentarse en la bañera hasta que tengamos con que limpiar.

— ¿Entonces cómo me baño?

— Hágalo de pie — Caminé hacia la cocina y registré varias en todas partes, hasta que hallé una cuenca pequeña, se la tendí — Tenga, use esto para tomar el agua.

Parecía aturdida, pero asintió con la cabeza.Tomó la ropa que iba a colocarse para dormir y una toalla.

— Señorita Roguina, está en mi mundo, yo soy el guía ahora — Le sonreí con amabilidad y me la devolvió.

— Descuide, aprenderé a desenvolverme.

No pude evitar seguirla con la mirada, apartó la cortina y la cerró detrás de ella.

Eso no evitó que pudiera escuchar como la ropa se deslizaba de su cuerpo y luego el sonido del agua, cayendo por todo su cuerpo.

Mi amigo se despertó.

Viviríamos juntos en aquella pocilga, pero juntos al fin y al cabo, sin que nadie pudiera descubrirnos o evitar que sucediera lo que tanto deseaba.

Me convenía conseguir un trabajo rápido para mantenerme lo más lejos posible de Roguina.

Definitivamente, sería muy, muy complicado.

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AMANECER
siii, por que andas besando a otras y no se da cuenta de que me atrae 🤭🤭🤭💗💗
AMANECER
Que buena manera de separarlos 🤭🤭
Norma Angelica Saldaña Reyes
/Smile/
Blanca Ramirez
Excelente
AMANECER
🤭🤭🤭 claro
adri péraza
👍
Sara Rojas Retamal
noooo, qué pasó con marta? me hubiese gustado saber si se enamora del conde
Thailyng: la novela de Marta ya está disponible, se llama Celeste
total 1 replies
Suleima Rengifo Londoño
excelente novela, como las anteriores....felicidades autora
adri péraza
que no se haga tonta ella sabía que ocultaba algo y ella así lo acepto
Jovis Feliz
estuvo linda la historia, pero siento como que quedó inconclusa,
Veronica Caglia
O'brian guau a mi me gustan mayores esos que se dicen señores 🎶🎶
H.M.R
Me encanto
Lizzie Cedeño
me quedé con la boca abierta al leer está línea
Lizzie Cedeño
jajaja me muero de la risa 🤣🤣
Jackeline Gaido
Son 16 años de diferencia, el tiene 35 y ella 19.
Yesenia Ortega
Escritora sensacional sin palabras que Dios te siga bendiciendo y sigas escribiendo tan bonito como siempre voy por la próxima.
BAE :) Mage
;)
Flavia Claramunt
ame las 4 historias,tanta creatividad para crear los personajes,la narración impecable y tan descriptiva,los detalles en los paisajes,vestuario,maquillaje,casas y paisajes,y siempre las historias de amor tan hermosas,una fan más de tu forma de escribir fue un placer de principio a fin,y voy a releerlas más de una vez porque sin dudas valen la pena 👏👏👏👏👏👏👏,
Flavia Claramunt
una obra maestra como todo está saga
L34578
Muy bonita
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