El está enamorado de su mejor amiga. Ella está a punto de casarse. El día de su boda tiene un accidente y "muere" un año después el se encuentra con una chica que es idéntica a ella.
¿Será la misma mujer o una prima lejada muy parecida.?
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Bueno, te extraño.
...Jeremy....
Creó que le diré a Cristina que me mantenga alejada de Idalia. Ella no es una buena persona. Ni siquiera entiendo porqué se acercó a ella. ¿Qué intenciones tiene.?
— Hey Jeremy. — Vino Elvira. Mi mejor amiga en el mundo.
— ¿Qué pasó.? — La saludé con un beso en la mejilla.
— Pasaba por aquí y te vi. ¿Volviste a cambiar de turno.?
— Lo intenté pero me darán el cambió hasta el próximo mes. — Es mi mayor pesar. A ver qué excusa me inventó para seguir viniendo a visitar a Cristina.
— ¿Y que haces aquí.? Estoy segura de que no viniste para saludarme. — Obviamente no vine a eso.
— Mmm.
— Ese mm, me sonó a qué tengo razón.
— Dime cuándo no la tienes. — Ella siempre o la mayoría de las veces tiene la razón. Es por eso que la admiró tanto.
— Nunca. — Contestó ella con orgullo. Una virtud que también he llegado a considerar como un defecto.
— Vine porque extraño a una persona.
— Nombre y apellido. — Preguntó algo emocionada. Creó que es la que más se alegra cuándo tengo una nueva persona en mi cabeza. Aunque está persona no sólo está en mi cabeza. En éste momento también está en mi corazón.
— Se llama Cristina. Su apellido no lo sé.
— ¿Cristina.? Creó que no conozco a nadie con ese nombre. — En está escuela no es un nombre muy común. La mayoría de la gente tiene nombres de Italia, Francia o Estados Unidos. Creó que nuestros padres no saben elegir un buen nombre de esté país.
— Iba en el turno de la tarde. Acaba de cambiar al de la mañana.
— Mm, supongo que por eso no la conozco. ¿Y es bonita.?
— Es hermosa.
— Supongo que si. Siempre te he conocido novias bonitas. Y nunca he dudado de tu buen gusto. — No le quiero aclarar que ella no es mi novia. Y menos decirle que es casada. Conociendo a mi amiga pondría el gritó en el cielo.
— No tan buenos cómo los tuyos. ¿Sigues con el español.? — Desvíe el tema.
— No. Ya me aburrí de el.
— ¿Y ahora quién es tú víctima.? — Es cómo debería llamarle a los chicos que salen con ella. Siempre los hace sufrir. Al menos la mayoría de las veces.
— No lo llames así. El hombre que sale conmigo es afortunado. Soy bonita, inteligente y muy simpática.
— Tienes razón de nuevo. Lastima que a mí nunca me aceptaste. — Le insistí en la preparatoria pero dijo que nuestra amistad era más importante. Y también dijo que no la quería arruinar por una calentura.
— Sabes porqué no... — Me daría su discurso de nuevo pero ya no me interesa escucharlo.
— Si lo se. No me lo repitas. De todos modos ya te superé. Nos hicimos un bien al nunca formalizar nada. Se hubiera perdido nuestras amistad. — Antes pensaba diferente. Pero conocí a Cristina y entendí que Elvira y yo no estamos hechos el uno para el otro.
— Si. Así es.
— Iré a buscar a Cristina. — Me despedí con un beso.
— Si. Nos vemos. — También me dió un beso y me fuí. Logré ver a Cristina en la cafetería de la escuela. Estaba pensativa. Ojalá esté pensando en mi. Aunque lo dudo. Bajé las escaleras y entré a la cafetería.
— Hola Cris. — Toqué su hombro.
— Jeremy. Hola.
— ¿Me puedo sentar.?
— Adelante. — Señaló la silla y yo me senté en ella.
— ¿Cómo has estado.? — Hace varios días que no la veo. Por eso la extrañaba tanto. También es la razón de que el siguiente mes se me haga eterno. Ya quiero poder verla todos los días. Cómo antes.
— Bien, ¿y tú.? — No se veían cómo lo que estaba diciendo. Pero no pensaba insistir. Si no me quería contar tenía que respetar su decisión.
— No tan bien.
— ¿Eso porqué.? — Pareció preocuparse y esa preocupación me alegró.
— Bueno, te extraño.
— ¿A mí.?
— Si. A ti. Ya no te veo todas las tardes y eso se siente feo. — Fuí muy sincero.
— Mmm. — Pero ella pareció no creer en mis palabras.
— Por eso voy a cambiarme al turno de la mañana.
— ¿Lo haces por mi.? — Ahora me miró con extrañes. Y también noté algo de incomodidad.
— En realidad lo hago porqué la comida de la mañana es mejor. — Ella rió.
— Estoy de acuerdo contigo. Creó que las cocineras están de mejor humor en las mañanas.— Me lo dijo cómo si fuera un secreto.
— Yo creó lo mismo. — ambos reímos. — ¿Estás libre con está tarde.?
— ¿Libre para que.?
— Vamos a tomar algo. En plan de amigos claro.— No quiero que me evité por pensar que me la quiero ligar. Y aunque es lo que realmente quiero ella no tiene porqué saberlo ahora.
— Mmm , no sé.
— Vamos, sólo una comida.
— No quiero que mi esposo se enojé. — ¿Tan celoso es ese tipo.?
— No tiene porqué. No hay nada entre nosotros. — Todavía. — ¿O sí.?
— No.
— Entonces no tiene motivos para estar celoso.
Ella siguió dudando.
— Te esperó en la salida. Me dirás si vienes o no para entonces. — Me levanté y me fuí.
...Horas más tarde....
...Nicolás....
Vine por Cristina. No me gustó la actitud que tuvo en la mañana. La sentí distante. Rara. No me quiero hacer ideas en la cabeza. Tengo claro que ella me ama. Pero tampoco me quiero arriesgar a que me dejé por alguien de aquí.
Llegué y la ví. Ella venía saliendo, saludó a un chico de beso en la mejilla el le devolvió el saludo.
Me acerqué en el auto y salí de el.
— ¿Qué decidiste.? — Preguntó el tipo.
— Pues ...
— Amor. — La Interrumpí antes de que respondiera.
— Hola amor. — Se acercó a mí y me dió un beso.
— Hola. — Saludé al tipo.
— Tú debes ser el esposo de Cristina. — Me sonrío con mucha falsedad.
— Así es. Soy yo. — Respondí. — ¿Y tú eres.? No quiero ser grosero pero mi esposa no me a hablado de tí.
— Soy Jeremy. Amigo de tu esposa. — Eso de que tenga amigos no me agrada mucho que digamos.
— ¿A dónde iban.? — Esperó que me diga la verdad.
— Invité a Cris a comer. — ¿Cris.? ¿Con que derecho la llama así.? Sólo sus padres, su hermano y yo le podemos llamar de esa manera. ¿El cómo porqué se toma esa libertad.,m
— Amor yo también quería comer contigo. ¿No me dirás qué no verdad.? — Por favor ayúdame a dejarle claro quien es tú prioridad.
— Claro que no. — Respondió ella. — Jeremy, ¿podemos comer en otro momento.?¿No tienes problema cierto.?
— En absoluto. — El se acercó y dejó un beso en su mejilla. Algo que evidentemente me molestó. — Me debes una comida. No lo olvides.
— No lo haré. — Cristina le regaló una sonrisa y yo hice que entrará al auto. En verdad es molestó ver a tú esposa con un tipo al que evidentemente le gusta ella.
— No me habías dicho que tenías un amigo. — Entendí el auto y lo puse en marcha.
— ¿Querías saberlo.?
— Siempre quiero saber todo lo que tenga que ver con mi esposa. — Y cuándo digo todo. Es todo. Tal vez Incluso lo que come.
— Lo siento. Estabas un poco ocupado para que te contará. — Eso me sonó a reclamó y no me gustó que me reclamará.
— Siempre tengo tiempo para escuchar sobre las amistades de mi esposa. — Está vez mi tono también fue el de una persona molesta. No me gusta que ella me oculte cosas.
— Intentaré contarte todo lo que me pasa. Si quieres puedo hacer un diario y darte lo para que lo leas. — Su sarcasmo fue evidente.
— ¿Me puedes explicar que te pasa.? — Detuve el auto, el semáforo acababa de cambiar. — ¿Porqué tienes esa actitud conmigo.?
— No se de qué hablas. — Miró por la ventana.
— Si que lo sabes. — Tomé su rostro e hice que viera mis ojos. — Dime lo que te molesta.
— Nada me molesta. — Quitó mi mano de su rostro. Yo no dejé de verla hasta que un auto hizo sonar su claxon para que yo avanzará.
El caminó fue silencioso hasta que llegamos a nuestro departamento.
— ¿No me ibas a llevar a comer.? — Preguntó reclamando.
— Gema preparó tus platos favoritos. — Ella pareció calmarse.
Subimos y al parecer Gema exageró con lo que le pedí. Puso velas en la mesa y un ramo de flores.
— ¿Tú le pediste que hiciera ésto.? — Cristina se veía conmovida y feliz. No me quedó de otra que alterar un poco la verdad.
— Si. Quería tener un detalle contigo. ¿Te gusta.?
— Me encanta. — Me abrazó fuerte. Supe que todo su enojo se había ido. — Te amo.
— Yo más. — La besé y toqué los botones de su blusa.
— Espera. — Detuvo mis traviesas manos. — Vamos a cenar.
— ¿No podemos hacer el amor primero.?
— No. Eso puede esperar. La comida se enfría.
— ¿No tengo opción verdad.? — Pregunté un poco resignado.
— No. — Respondió ella con una sonrisa de felicidad.
— Bueno. — Le acomodé la silla y se sentó. Luego me senté yo y cenamos. Todo era exquisito. Mi Nana tiene un sazón envidiable.
— La señora Gema cocina delicioso. Si un día estoy embarazada seguro que sólo voy a querer comer su comida. — Probó cada cosa que había sobre la mesa.
— ¿Tienes muchas ganas de ser madre verdad.?— Siempre hablá de bebés. Y yo quiero tener hijos con ella. No me Imaginó mi futuro con otra mujer.
— Si. He llegado a soñar con un hijo tuyo y mío. Será muy lindo. — Su emoción fue muy evidente. Un hijo suyo y mío seguro que será muy lindo.
— ¿Y en tú sueño ese niño se parece más a mi o a tí.? — Seguro que a ella. Mi esposa es la más bella.
— Se parece a ambos. Es fruto de nuestro amor. Tiene que parecerse a los dos.
— Yo creo que si queremos tener un hijo debemos trabajar en ello. — La jale hacía mí y la besé. Mis manos empezaron a desnudarlas y las de ella a desnudarme. La senté sobre mis piernas y no habiendo ropa de por medio la pe**tre.
— Aaaa. — Gimió ella y ese ruido me éxito más. La en**sti cada ver más fuerte hasta que me vine en ella. Ambos terminan cansados y con la respiración agitada. La dejé descansar un momento y después empecé a moverme de nuevo. La hice tener otro orgasmo y la llevé a la habitación. Ahí continuamos haciendo el amor hasta que nuestros cuerpos no pudieron más.