-Eres una maldita zorra
Le doy una una cachetada que bien merecida la tiene, siento como palpita la palma de mi mano de la fuerza con que la golpee; cuando de repente siento una punzada en mi pierna derecha
-¡No le pregues a mamá tonto!
¿Mamá? Cuando esta mujer había decidido hacer una vida con alguien más, además ahí estaba el fruto de eso...
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CAPÍTULO XXV
Luego de la faena él la abrazo protectoramente y estuvieron así por un tiempo, hasta que lograron que sus respiraciones se tranquilizaran.
-¿Nos bañamos? -le dijo Aglaya a Aiden- necesitamos un baño
-Ve y te bañas tu -dijo Aiden levantándose y acomodándose el pantalón- yo me baño enseguida
Aglaya no dijo nada solo se levantó notablemente molesta y camino a su cuarto, Aiden inmediatamente se dio cuenta de lo que hizo había hecho lo mismo con las cuatro mujeres que había tenido íntimamente; al final las trataba como objeto sin quererlo y aunque las demás lo habían aceptado sabía que no era el caso de Aglaya, ella no temía estar sola era una mujer de carácter inquebrantable y que jamás se dejaría tratar así. Camino rápido hasta el cuarto de ella y entró, la vio mirándose al espejo completamente desnuda
-Vete Aiden -dijo ella sin mirarlo- pero no sólo de mí cuarto también de mi apartamento y en menos de dos semanas de mi vida
-¡No! No lo haré - el tono era suplicante y arrepentido y aunque a ella le afecto no lo demostró- perdón si no quise hacerlo
-No me importa, lo hiciste si solo soy un objeto ya me tuviste vete por favor
-No Aglaya...
-Crees acaso que no he notado que hasta mi hijo esta comprometido en todo esto, se como te dice en secreto -se giro para mirarlo a los ojos, y estos estaban apuntó de llorar- no sólo es mi corazón es el de mi hijo y voy a protegerlo con el mio, así que vete ya
El sabia que tratar de hablar seria imposible, ella estaba decidida a que se fuera y si el no le mostraba ella no lo dejaría quedarse; aparentaba ser inquebrantable en todo pero la verdad era que las quemaduras de sus piernas era algo que nadie había visto, su talón de aquiles. El desabrocho su pantalón y lo bajó en segundos, Aglaya por su parte giro su cabeza mirando en otra dirección
-Por favor mírame
-Aiden no solucionaras nada con sexo
-Por favor, mi Diosa -esta última frase doblegó la fuerte voluntad de ella- solo mírame
Cuando ella giro él señaló sus piernas y ella instintivamente las miró, sus ojos se agradaron viendo las cicatrices que estas tenían, se acercó y arrodilló para tocarlas y asegurarse que fueran reales
-¿Quién te hizo esto?
-Mi madrastra -el sabia que era hora de liberarse de ese peso y con quien mejor que con la mujer que había sufrido tanto o más que el- ella me quemaba cada que superaba a su hijo o alguien me elogiaba, era solo un niño y desde entonces esto a sido lo mas intimo; lo que nadie ha visto
Aglaya se levantó y lo abrazo, se lanzó a besarlo y fue gratamente correspondida, en uun pequeño salto enrrollo sus piernas en la cintura de él y el mismo beso se fue haciendo más intenso. Al punto de ya sentir la dureza del hombre contra su húmeda intimidad, Aiden terminó de sacarse los pantalones aún con ella en brazos y camino hacia el baño, abrió la ducha y mientras cada gota bailaba en la piel de ellos su fuego crecía interno imposible de aplacar. El la giro y apoyo en la pared, ella por instinto levantó sus caderas y separó un poco las piernas dejándolo entrar, los gemidos eran tantos que nada más importaba. Así fue otra faena y ambos por fin estaban del todo conectados
