El Imperio

BIANCA

Él se acerca a mí y aunque me muestro con mucha seguridad y valentía aunque estoy temblando no sé si se dará cuenta, su estatura es muy superior a la mía, el olor de su perfume es embriagante y cada músculo de su cuerpo se tensa al notar el desagrado que me produce, pequeñas gotas de sudor frío empiezan a aparecer por mi rostro y creo que él puede olfatear el miedo que siento estando bajo su dominio, jamás me sentí tan sola y tan desprotegida en mi vida, hasta ahora pensé que en mi todo era seguridad pero no era más que un castillo de naipes que mi familia construyó a mi alrededor, el cual con un fuerte viento Adrien Moreau acaba de derrumbar, ahora es cuando debería demostrar de que estoy hecha —¿Tal vez de papel?—Porque es lo que siento en el momento que él pasa su nariz por mi rostro, tocando ese molesto sudor frío.

Su sonrisa que antes me pareció tan perfecta ahora me parece sádica y hasta diabólica de un violento movimiento me lanza en la cama y cae sobre mí, no tengo recuerdos de lo que paso en la noche de ayer pero mi cuerpo reacciona su cercanía y puedo asegurar que no es por placer.

Está sobre mí sus manos tocan mi cuerpo semidesnudo, en sus ojos se ve tanto juego que podría arder en el mientras lucha con su pantalón para dejarme sentir su gran erección, rápidamente se deshace de la bata de baño que traía puesta y sin preámbulo alguno empieza a penetrarme una y otra vez siendo sus embestidas cada vez más fuertes, su mano sobre mi cuello a punto de estrangularme yo no puedo gritar solo las lágrimas caen de mis ojos y me siento peor que un objeto que usan y luego lo desechan, trato de desconectar mi cuerpo de mi mente pidiendo que sea lo más rápido posible, hasta que siento que su líquido me invade y en unos segundos más se levanta de mí.

— Ve y límpiate, según mis informantes tendremos pronto visitas muy gratas, los esperaremos como es debido y para eso necesito a mi esposa a mi lado.—Lo veo directamente a la cara y mi mirada es de asco pero cuando nombra las visitas me lleno de miedo y esperanza a la vez, imagino que puede ser mi familia buscando un rescate de esta pesadilla; me quedo poco tiempo en la ducha a pesar de que me siento tan sucia ahora debo salir y tratar de observar donde estoy, puedo hacer un reconocimiento de la zona y saber donde estoy y como puedo escapar de este infierno, ya que solo conozco la habitación donde estoy recluida, nuevamente tengo la bata de baño puesta y salgo.

— Ponte algo decente— Me dice mientras me señala una maleta que está sobre la cama, camino y busco en ella, tienen algunas mudas de ropa, muy linda por cierto pero no me importa, escojo alguna que pueda cubrir en algo el desastre que soy en este momento y recojo mi cabello pero no muy fuerte pues mi cabeza duele y arde por partes debe ser por algo que me hizo aunque no lo recuerde cuando estoy lista giro y camino en su dirección.

—¡Sonríe querida!— Con una gran sonrisa me lo dice yo le respondo con una sonrisa sarcástica mientras me toma de la mano.

Iniciamos nuestro recorrido, caminamos y empiezo a ver donde estoy al parecer un castillo o alguna casa antigua muy vieja, por los grandes ventanales se ve que estamos rodeados de bosque, no sé que tan positivo sea eso para una incursión armada de mis padres, se me hace un poco difícil hacer el reconocimiento por la velocidad a la que vamos haciendo el recorrido, cada vez subimos más creo que vamos por el piso número cuatro cuando por fin llegamos a una terraza, las vistas que se alzan son hermosas una rara calma se apodera del lugar y me permito por unos segundos volar en paz y tranquilidad.

Vuelvo en sí para ver hombres fuertemente armados en cada una de las esquinas de lo que parece ahora una fortaleza, sus rasgos son diferentes ahora no son franceses diría que son asiáticos pero no sé muy bien cuál es su origen y en ese momento una punzada de terror en mí estómago me hace adueñarme de la realidad, definitivamente son los franceses lograron una alianza con alguna mafia asiática, las cosas no van a ser para nada fáciles.

—¿Me escuchaste querida? — Muevo mi cabeza negando y nuevamente me repite lo que no alcance a escuchar.

— Estamos listos y ansiosos esperando a tus padres, quiero ver como tu padre suplica por tu libertad mientras le pongo un tiro en su cabeza, va a pagar un alto precio por su desprecio.— Lo dice con tanto odio que me cala los huesos

— No puedes hacer eso ya me tienes contigo, estoy dispuesta a quedarme tranquilamente a tu lado sin querer escapar pero no los lastimes.— Casi estoy suplicando.

— ¿Ya no eres tan valiente verdad querida Bianca? — Lo dice tirando con fuerza de mi cabello y obligándome a mirarlo directo a los ojos.

Estoy a punto de responderle cuando siento algunos disparos que llegan desde afuera, los hombres se ponen en alerta y hablan por sus intercomunicadores, no puedo entender nada de lo que dicen porque hablan en un lenguaje que no conozco muy bien creo que es mandarín; Adriano me toma fuertemente por el brazo y me adentra en la casa llevándome directamente a la habitación de la que hace poco Sali, me empuja adentro y cierra la puerta con seguro.

Inmediatamente me veo en total soledad empiezo a buscar algo que me pueda servir para defenderme o hasta que me ayude a escapar pero con tan poca suerte que no encuentro mucho, el sabe muy bien lo que esta haciendo, solo puedo intentar desprender una barra que esta al dado de una antigua y lujosa chimenea pero mis fuerzas me fallan, me siento tan cansada y los moretones de mis brazos y resto de mi cuerpo duelen muchos, algunos hasta el punto de llegar a arder, afuera siguen los disparos y los gritos cada vez se escuchan más cerca.

ALESSANDRO

Vamos camino a la ubicación que se nos ha trazado, me siento un poco molesto ya que estuve discutiendo con Máximo, el con un argumento barato quería impedirme que estuviera al frente del rescate de mi hija.

...FLASHBACK...

...—Entiende Alessandro ella es tu hija,...

...No sabemos cuales son sus actuales...

...Condiciones y por las fotos que han enviado...

...No creo que sean las mejores, es por eso que no creo...

...Que puedas pensar con objetividad.—...

...—Puedes ir en el equipo que va a flanquear la zona...

...Pero no esto de acuerdo en que vayas...

...Al frente puedes ponernos en riesgo, entiende...

...Una cabeza caliente no es el mejor aliado de nadie.—...

...— Entiéndeme tu a mi es mi hija mi sangre...

...No me puedo quedar de brazos cruzados mientras ella sufre...

...—¿Crees que no me duele como a ti?—...

...—¡También es mi hija!—...