YO NO TE DEBERÍA AMAR

Al entrar al baño retire la sabana y vi cómo está había quedado manchada de sangre, no era mucha pero se evidenciaba mi pureza en ella.

La verdad hasta había llegado a pensar que ese cuento de qué lastimaba y sangraba era puro mito. Pero en fin debo decir que a mí me fue magníficamente bien perdiendo mi virginidad.

Eso sí al orinar el ardor era bastante molesto, casi doloroso.

Al salir del baño, vi a Emiliano recargado viendo por la ventana de la habitación, ya llevaba puesto su pantalón y su torso estaba completamente descubierto.

Se veía tan jodidamente sexi, que yo solo me crucé de brazos y me recargue en la puerta del baño a admirar tan exquisita belleza.

Luego de un rato decidí acercarme.

- ¿En que piensas tanto?.-

- ¡Hola preciosa!, Solo pienso en lo bonito que es esto.-

- Si, la verdad este momento es... increíble.- Dije abrazando su cintura.-

- Alana, esto no es sólo atracción o deseó, aquí están naciendo muchas cosas y la verdad tengo miedo, porque yo nunca había sentido ésto que está pasando contigo.-

- Lo sé, a mí me pasa igual Emiliano, por más que le huí a la realidad, por más que me negaba a querer tener algo contigo, ¡No pude! Eso no fue posible.-

- Alana, yo no quiero herirte, yo... yo quiero vivir esto contigo.-

- Tu eres maravilloso y esos detalles de sinceridad son los que me hacen convencerme de que estoy haciendo lo correcto.- Me acerqué más a él y sin dudarlo le di un casto he inocente beso en sus deliciosos labios.

Estando en esa cápsula maravillosa de pronto sonó el timbre, sacándonos de lo magnífico y bello para luego llevarnos al mismísimo infierno por no decir más.

- ¿Estás esperando a alguien?.-

- No, ¿A quien esperaría si sabes que aquí no conozco a nadie?.-

- Bajaré a ver qué es.- Agarre un pantalón de sudadera y me lo puse rápidamente seguido de una camiseta.

Bajé y al abrir la puerta sentí como toda mi vida se caía a pedazos.

- Mi querida Alana, sé que no estoy invitada a tu velada romántica, también sé que estás muy bien acompañada así que no vas a hacer ningún puto ruido y vas a subir muy juiciosa a mi auto.- Dijo Yessenia muy bajito y apuntándome firmemente con un arma.

- Yessenia ¿Que carajos estás haciendo?.-

- Cállate y haz lo que te ordeno, no compliques más la situación, ponte estás malditas esposas en tus manos ¡Ahora!.-

Entramos al auto y ella arrancó rápidamente pero por el espejo alcance a ver qué Emiliano vio el maldito auto.

- Yessenia no compliques más las cosas por favor, yo no tengo nada que ver con tus problemas de amor y tus mentiras.-

- Ese maldito viejo me había prometido dejar a Bernarda para irse conmigo y entregarme parte de su fortuna, ahora después de que tu te metiste en todo este puto mierdero, todo está mal, muy mal y tú misma vas a ser el gancho para que ese imbécil me de lo que me pertenece.-

- ¿Porque crees que yo voy a ser el gancho?.-

- A ver niña, el estúpido de Emiliano está idiotamente enamorado de tí, así que pagara una enorme fortuna por tu rescate.-

- Esto te puede salir muy mal, Yessenia piénsalo muy bien, estás jugando con fuego y te puedes quemar.-

- ¡Callate! ya no hables... ¡No hables!- Me grito apuntando a mi frente.

En ese momento asimile el problema tan grande en el que estaba metida. Esta maldita loca estaba muy alterada y si Emiliano no daba con mi paradero pronto probablemente esto no terminará bien.

Decidí hacer completo silencio y verificar por que caminos agarraba para ubicarme un poco en aquel lugar, era evidente que esta mujer tenía todas las de ganar aprovechando que yo no conocía muy bien aquella ciudad.

Lo que si pude detallar era que estábamos estacionando en una bodega que quedaba situada frente a un hospital o ancianato no lo sé pero era algo similar.

- Bájate ya del auto y vas a caminar muy juiciosa y si hacer tanto ruido, ¿Entendido?.-

- Por el amor de Dios Yessenia piensa bien las cosas, esto te puede meter en muchos problemas de los cuales no es fácil salir victoriosa, si te meten presa por secuestro, extorsión, y Quien sabe que más, ¿Como vas a librarte de eso?.-

- Eso nunca va a suceder porque nadie sabe en donde demonios estamos, así que no digas pendejadas y muévete.-

Baje del auto y con mucha calma fui acercándome. ala entrada de aquella bodega, mientras ella me seguía y apuntaba con esa arma a mi espalda, entramos y me ordeno que me sentará sobre una silla de madera y allí ato mis manos.

- Sabes, a fin de cuentas eres una mujer hermosa, aunque no eres muy querida por Bernarda de todos modos tienes bien agarrado a Emiliano, lo que nadie sabe es que tú estás con él en porque te sientes obligada debido a una estúpida petición del hermano muertito de Emiliano.-

- Deja de decir tantas estupideces.- Le grite demasiado eufórica.

- Sshh,Sshh,Sshh... no me grites que me alteras.-

- Estás mal de la cabeza Yessenia, no sabes ni que haces.-

- ¡Cállate... callate...- Grito apuntándome con esa maldita arma.-

Luego de que vio que ya estaba resignada y en completo silencio comenzó a pasear por todo el lugar hablando sola y diciendo pendejadas que ni entendía, lo que si era claro era que ella estaba angustiada y bastante nerviosa.

De pronto sacó su teléfono y llamo a alguien, avisándole que ya estábamos en el lugar indicado y que la esperaba pronto, ahí comprendí que hablaba con una mujer, lo extraño era entender quien más estaba tras toda esta maldita situación y porque habían ido por mí, acaso ¿Yo que puedo aportar a toda esta situación?... No es posible que por el simple hecho de estar con Emiliano ya sea presa fácil para los enemigos de

la familia.

- Pronto vendrá mi compañía en todo esto y quiero que la trates bien, ¿Oíste?.-

No respondí nada y seguí con mi cara agachada tratando de entender y buscar una manera de salir con vida de aquel sitio.