Morir en la decepción, la desesperanza y el arrepentimiento más profundo, resultó llevar a Cassie Night a vivir el destino de su segunda vida.
No solo se fue junto con sus dos hijos para dejar atrás a un esposo infiel, Cassie también estaba decidida a hacer que su mejor amiga ya no brillara más.
En su huida, Cassie se encuentra con un hombre rodeado de espíritus malignos y con un aura helada en todo su cuerpo.
Sin embargo, lo inesperado es que ese hombre está tan obsesionado con ella que tanto ella como sus dos hijos son colmados de mimos…
NovelToon tiene autorización de Itsme AnH para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22
Félix entró en la casa con el rostro demacrado, ni siquiera los moretones y heridas que le había propinado Adam Night, su suegro, habían sido tratados.
La Gran Señora Murphy, su madre, ya le había rogado que se curara las heridas, pero Félix no quiso y prefirió volver a casa en lugar de recibir tratamiento.
La camisa blanca, sucia y desaliñada, se convirtió en el símbolo del derrumbe de su vida, describiendo quién era él ahora, sumido en la desgracia.
Ya no era el Félix que el mundo conocía, carismático, apuesto y gallardo.
Félix arrojó el saco que llevaba en el brazo a un lado, dejando la pobre prenda tirada en el frío suelo.
Se quedó paralizado, y de repente...
"Mi amor, ya llegaste." La voz y la figura de Cassie se proyectaron claramente en la mente de Félix, reviviendo aquellos hermosos tiempos.
Cassie estaba parada en la puerta, su sonrisa cálida mientras recibía a Félix con afecto genuino. Rápidamente tomaba el saco de Félix, le ofrecía sus pantuflas favoritas e incluso le traía agua fría para calmar su sed.
Su casa siempre estaba llena de la calidez que solo el amor podía crear. A menudo, Cassie le preguntaba a Félix sobre sus días en la empresa, si todo iba bien o si su esposo se enfrentaba a algún problema.
No solo preguntaba con atención, sino que Cassie también estaba dispuesta a ayudar a resolver los problemas que abrumaban la mente de Félix.
Ahora, toda esa esperanza se había desvanecido y lo que quedaba era una tristeza que carcomía cada vez más su alma.
La casa que pensó que podría curar su anhelo, en realidad lo hundía más y más en el vacío debido a la ausencia de Cassie.
Con un suspiro áspero, Félix caminó pesadamente por cada rincón de su casa.
A donde quiera que iba, había imágenes de Cassie jugando en la memoria de Félix, haciéndolo sentir como si se viera a sí mismo desde la pantalla de un televisor.
En la sala de estar, la figura de Cassie le impedía beber alcohol.
"Félix, ¿por qué estás bebiendo tanto? No es bueno para tu salud." Cassie le quitó la botella de alcohol de la mano a Félix y luego limpió el desorden que había hecho su esposo.
Luego, se levantó y dijo suavemente: "Espera un momento, te prepararé una sopa para aliviar la resaca."
La figura de Cassie se desvaneció lentamente, y de repente apareció de pie en la puerta de la cocina con un delantal.
"Félix, ven aquí. Aprendí un nuevo menú, tienes que probarlo." La sonrisa de Cassie era cálida y tranquila, haciendo que Félix se sintiera cómodo en casa.
"Está bien, probaré cualquier plato que prepares para mí."
Félix caminó hacia la mesa del comedor, sintiendo el aroma de la comida que parecía volver a la vida.
Sin embargo, la alegre imagen de Cassie desapareció en un instante, de acuerdo con las leyes de la naturaleza; como si nunca hubiera existido.
"Sisie, ¿podrías volver? Si estás dispuesta a volver, cumpliré todos tus deseos," susurró Félix, esperando que su voz pudiera llegar al lugar donde Cassie se encontraba.
Sin embargo, eso era solo una ilusión. Félix sabía que sus palabras no podrían resucitar a la persona que había desaparecido de su vida.
Al final, Félix regresó a su dormitorio.
Una y otra vez, la imagen de Cassie apareció en la mente de Félix.
La imagen de Cassie estaba en todas partes, pero todas las pertenencias de su esposa habían desaparecido por completo, como si la mujer nunca hubiera vivido con él.
Félix caminó hacia la pared que antes estaba llena de fotos familiares de cuatro miembros.
En el silencio ruidoso, encontró un vacío insoportable. Se sentía como recordar un hermoso recuerdo, solo para darse cuenta de que todo era ahora solo una sombra.
Allí, en el lugar que debería estar lleno de momentos felices, solo había una pared blanca vacía.
Ni siquiera había fotos, ni siquiera rastros de Cassie y sus hijos en ninguna parte, como si nunca hubieran vivido en esa casa.
Félix recordó cómo la felicidad adornaba el hermoso rostro de Cassie al exhibir sus fotos.
Se preguntó, ¿cómo se sentiría Cassie al quitar todos esos adornos?
De repente, Félix recordó su última conversación.
"¿Por qué siento que la casa se siente vacía últimamente?", preguntó, palabras que lo empujaron al borde de un abismo de dolor.
"Me gusta otra marca, así que le di la anterior a la hija de mi tía," respondió Cassie con un tono tranquilo, como si fuera algo común que debía hacer.
Félix sintió un amargor punzante. Cuanto más pensaba en esas palabras, más claro era para él que Cassie se había preparado para irse. Trató de ignorar el dolor en su pecho, pero la realidad era inevitable.
"¡Sisie, resulta que ya lo sabías todo y te habías preparado para dejarme!", dijo con una voz rota, rompiendo el silencio torturador.
Félix sintió que su cuerpo temblaba, su alma estaba cansada y rota. En un estado de depresión que desordenaba su mente, se dio cuenta de que había perdido más que a una esposa.
Había perdido a su amiga, a su comprensión y a todo lo que habían construido juntos.
Y ahora, todo eran solo recuerdos.
Por la noche, Félix yacía en la cama, atrapado en la oscuridad de sus pensamientos. Cada vez que cerraba los ojos y quería navegar hacia la isla de los sueños, parecía que una mano invisible lo atraía de vuelta.
Se daba vueltas en la cama, de un lado a otro, tratando de invocar el sueño que no llegaba. Un largo suspiro fue exhalado, acompañado de un sonido de insatisfacción, señalando que esta noche sería larga.
Félix no pudo contenerse más, se levantó de la cama y gritó: "¡Tía Sun!"
"Sí, amo, estoy aquí." Tía Sun entró inmediatamente en la habitación de Félix.
"¿Dónde está el aceite de aromaterapia que solía estar en la mesita de noche?", preguntó Félix con un tono cortante y lleno de irritación, su rostro mostrando un disgusto que no podía ocultar. "¿Acaso no sabes que no puedo dormir sin ese aceite de aromaterapia?"
Tía Sun tragó saliva, secándose el sudor frío de la frente. "Amo, ese aceite de aromaterapia lo preparaba personalmente la señora. Quise tomar el stock que la señora solía guardar en el armario, pero todos esos aceites no están allí."
"¡Ya basta, vete!" Félix agitó la mano para despedir a Tía Sun.
"Sisie, realmente te habías preparado para dejarme, ni siquiera dejaste el aceite de aromaterapia para mí." La voz del corazón de Félix tarareaba amargamente, su rostro estaba muy triste y su corazón se sentía adolorido como si una mano invisible lo estuviera estrujando.
Con pasos vacilantes, Félix se levantó de la cama y caminó hacia el estante de alcohol. Allí, encontró el escape de la tristeza que le desgarraba el corazón.
Félix tomó botella tras botella, abrió la tapa con manos temblorosas y bebió el contenido como si fuera agua pura.
Cada trago era solo una forma de ahogar su dolor, aunque sabía que era una forma equivocada.
En cada inhalación, el rostro de Cassie y sus dos hijos pasaban por su mente, despertando un anhelo tortuoso. "Sisie, vuelve a mí..." dijo Félix mientras se agarraba el pecho, sintiendo como si lo hubieran arrojado al fuego.
Esperaba que la opresión disminuyera y que sus palabras llegaran al lugar donde estaba Sisie. "Lo prometo, te trataré bien a ti y a nuestros hijos."
Pero, por el contrario, el dolor se hizo aún más intenso.
"Yo... uhuk, uhuk, uhuk..." Félix tosió violentamente, y en un instante, un trago de sangre roja fluyó por la comisura de sus labios.
Félix miró la sangre sin importarle, ignoró la clara señal de que su cuerpo ya comenzaba a derrumbarse. "No... te traicionaré," dijo con voz entrecortada.
"Tampoco voy a..." El cuerpo de Félix de repente se tambaleó y cayó al suelo, enfrentando la amarga realidad.
Félix sintió que el mundo a su alrededor comenzaba a oscurecerse, momento tras momento se proyectaban en su mente como una película imparable. Las risas de los niños jugando, el susurro de las hojas en el jardín que cuidaban y el cálido abrazo de Cassie.
Antes de que sus ojos se cerraran por completo, una frase quedó en los labios de Félix. "Volver a decepcionarlos."