Continuación de la emperatriz bruja y reencarne en una jodida villana.
Orden de los nuevos libros con Lilith/Luciana, como diosa suprema.
1]La Emperatriz bruja.
2] Reencarne en una jodida villana.
3] La princesa dragón.
4] Qué empiece mi reinado.
Personajes que siguen apareciendo de mis novelas anteriores.
Luciana, Lilith... Geral como Regulus... Brandon como Malik. Estos personajes aparecen en el último libro de la saga anterior. La reina del inframundo.
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capítulo 22
La niebla cubría el terreno cuando los dragones alzaron el vuelo. Kaelthys, Yrndra y Tharion surcaron el cielo, sus siluetas apenas visibles entre las nubes. Desde el suelo, las tropas de Atenea y Zenda avanzaban en silencio, cubiertas por las ilusiones mágicas conjuradas por los arcanistas de Zenda, que distorsionaban su número y posición con espejismos que confundían al enemigo.
Desde lo alto, Neftalí observaba el caos con frialdad calculada. Iba montado sobre Yrndra, el dragón escarlata, una bestia más pequeña y ágil que sus hermanos mayores, pero igual de temida. Acarició con calma las escamas calientes del cuello del dragón, mientras los otros tres rugían y se lanzaban en picado hacia el campamento enemigo.
—Ahora, Yrndra —ordenó con voz firme.
El dragón aleteó con fuerza y descendió con una velocidad demoledora. Neftalí se aferró a la silla de guerra de cuero negro, los ojos clavados en el corazón del campamento del Imperio de Jade, donde sabía que el general Kael debía estar reorganizando sus fuerzas.
El primer rugido rasgó el aire como una señal divina. Una lluvia de fuego descendió sobre las tiendas, devorándolas en un instante. Los soldados corrían en todas direcciones, incapaces de distinguir entre aliados y enemigos en la confusión y el humo espeso. La niebla mágica se mezclaba con el vapor ardiente, formando un velo de pesadilla sobre el campo.
Selene y Lyanna, sobrevolaban los flancos enemigos montadas sobre Kaelthys e Tharion. Desde lo alto, lanzaban ráfagas de magia pura, rayos de energía que cortaban el aire como cuchillas celestiales. Isabela, por su parte, se encontraba con las tropas de infantería, liderando una carga sorpresiva desde el norte, su espada mágica brillando con una intensidad furiosa.
—¡Por Atenea! —gritaba ella, abriendo paso con cada estocada.
En tierra, Alcides lideraba la segunda oleada de guerreros de Atenea , aprovechando la desorganización para penetrar las líneas enemigas. Su lanza de punta doble danzaba entre enemigos, derribando a dos, tres, cuatro soldados con cada giro.
Mauricio y Leonor observaban desde las murallas de Atenea, sus ojos fijos en el fuego que iluminaba el horizonte. A pesar del horror, había un atisbo de orgullo en sus miradas: sus hijas no solo estaban luchando… estaban ganando.
Neftalí soltó las riendas y se dejó caer desde el lomo de Yrndra, cayendo como una flecha entre las tiendas enemigas. Rodó al impactar, y en un solo movimiento, desenvainó sus espadas gemelas. Su armadura negra brillaba con runas doradas que pulsaban con energía mágica. Antes de que todo comenzará la emperatriz Leonor le entrego ese obsequio. Sabía que ese día llegaría y quería que ella estuviera preparada, mando a forjar con los mejores herreros del imperio su armadura y sus espadas. Quería que ella estuviera lista para ganar las futuras guerras que se avecinaban.
Los enemigos que lo rodeaban apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de caer a su paso.
—¡El príncipe! ¡Es el príncipe de Bórico! —gritó uno, antes de ser derribado por una patada directa al pecho. La armadura de Neftalí cubría tanto su rostro como su cuerpo... tanto metal era casi imperceptible decir si era hombre o mujer... pero al ver con la ferocidad con la que luchaban creyeron que era el príncipe de Bórico. No muchos sabían que Elios era un niño de apenas diez años.
—¿Dónde está Kael? —rugió Neftalí, mirando en todas direcciones.
Un soldado herido, tambaleante, señaló hacia una tienda grande en el centro del campamento.
—Con sus hechiceros… en el centro…
Neftalí corrió, esquivando lanzas y disparos de flechas, su magia envolviendo sus espadas como fuego azul. Cada golpe era preciso, letal, y sin piedad. Cuando llegó al centro del campamento, encontró a Kael rodeado por tres hechiceros, tratando de invocar una barrera protectora.
—Demasiado tarde —gruñó Neftalí, y lanzó una onda mágica que deshizo el círculo de protección. Los hechiceros cayeron hacia atrás, inconscientes.
Kael giró y desenvainó su mandoble negro.
—Así que tú eres el famoso príncipe de Bórico. No eres más que un niño.
—De hecho... — Neftalí retiro su casco y dejando salir su cabellera larga rojiza dijo.— Aun soy una señorita, pero tranquilo pronto tú no eres más que un recuerdo. —Neftalí se lanzó al ataque.
Las espadas chocaron con un sonido metálico, cada golpe haciendo temblar el suelo. Kael era fuerte, y su experiencia era evidente. Pero Neftalí era rápida, letal, y estaba alimentada por la furia de un pueblo que había sufrido demasiado. La lucha fue feroz, violenta. El general hería, pero también sangraba. Neftalí recibía cortes, pero no cedía terreno. Cada movimiento suyo era una danza mortífera.
Mientras tanto, en el cielo, Tharion descendía en picado, escupiendo fuego sobre las líneas de arqueros enemigos. Selene, aún sobre Kaelthys, conjuraba una lluvia de cristales mágicos que perforaban armaduras como papel.
En el sur, Isabela había penetrado hasta los depósitos de armas y ordenó su destrucción. La explosión que siguió estremeció el campamento entero, arrancando gritos de desesperación entre las filas enemigas.
—¡Retirada! —gritaban algunos— ¡Nos superan en número y fuerza!
Pero Kael no retrocedía. Siguió luchando contra Neftalí hasta que ambos cayeron al suelo, jadeando. El general escupió sangre y trató de alzarse.
—No terminará con esto, niña…
—Lo sé —respondió Neftalí, y le clavó la espada en el pecho.
Kael cayó sin decir otra palabra. La batalla comenzaba a inclinarse de forma definitiva.
Yrndra descendió junto a su jinete, y Neftalí subió de nuevo a su lomo, ensangrentada pero firme. Desde lo alto, alzó su espada hacia el cielo.
—¡Victoria para los imperios libres de Atenea y Zenda! —gritó.
Un rugido unificado respondió desde tierra y cielo.
En la distancia, los estandartes del Imperio de Jade caían uno a uno, consumidos por el fuego y la voluntad indomable de los herederos del continente.
La noche más oscura había dado paso al amanecer más glorioso.
Espero que no sea tóxica la historia para entretenerme mucho!!!!!
pero donde quedo regulus???