Sombras De Venganza.

El amanecer tiñe el cielo de tonos naranjas y rosados mientras Megan se remueve debajo de las sábanas, sintiendo la calidez del sol filtrándose por la ventana. Se lleva una mano a su abultado vientre, que comenzaba a redondearse, y sonríe. Apenas pasan las primeras semanas, pero ya puede notar cómo su cuerpo cambiaba cada vez más.

"¿De nuevo estás despertando primero que yo?", murmura Elliott con una voz de recién levantado, rasposa; abraza por detrás a Megan y besa su cuello.

Megan se ríe suavemente; el escalofrío que le dan los besos en ese lugar es el causante.

"Son tus hijos. "No me dejan dormir como antes".

Elliott desliza su mano sobre el vientre de ella con ternura; sus dedos delinean la pequeña curva que ha comenzado a formarse. Cada segundo que transcurre, siente más amor por Megan, por esos diminutos seres que se están formando dentro de su cuerpo.

"Nuestros hijos, querrás decir, porque debieron sacar lo inquieto de ti", corrige él con una sonrisa. "¿Cómo te sientes hoy?" La besa en la cabeza.

Megan suspira, disfrutando de la calidez de su contacto.

"Solo tengo un poco de náuseas; de lo demás estoy bien. Lo que sí es que he comenzado a tener antojos raros… "Ayer soñé con aceitunas en salsa de queso y crema batida".

Elliott hace una mueca con su rostro algo divertida.

"Eso se oye… interesante". Suelta una risa ronca.

"Anoche quería berro con chocolate", cuenta Megan con una risita.

"Santo, espero que los niños no hereden tus gustos". Bromea y ella le saca la lengua y le da un leve golpe con su codo, luego se gira para mirarlo a sus hermosos ojos azul marino.

Su cabello oscuro está alborotado por el sueño, y sus ojos, normalmente penetrantes y calculadores, reflejan una ternura inmensa mientras la observa. Desde que se descubrió el embarazo, Elliott se ha vuelto aún más protector y controlador, algo que a Megan le fascina.

"Juro que no te obligaré a probar mis combinaciones exóticas", dice y entrelaza sus dedos con los de él.

"Y yo te juro que conseguiré lo que sea que se te antoje, a pesar de poner en riesgo mi dignidad al pedir esas cosas extrañas en cualquier lugar", dice, imaginándose a él mismo en un restaurante pasando vergüenzas.

Megan sonríe y apoya su frente contra la de Elliott, suspirando.

"Te amo".

Elliott la besa suavemente en los labios; es esa sensación de calidez que hace que jamás se quiera separar.

"No más que yo, eso lo sé", agrega él, como siempre.

Las semanas transcurren y, con ellas, el embarazo avanza. Megan cada día nota cómo su ropa comienza a apretar, cómo su energía cada día se agota entre momentos de cansancio y frustraciones por no poder agacharse o doblarse o por agotarse con cosas tan simples como bajar las escaleras.

Para la fortuna de Megan, Elliott está siempre junto a ella; son contados los momentos en los que no está. Se asegura de que coma sano, aunque con Xander cerca eso es casi imposible debido a los postres que lleva cuando Elliott no está. También está pendiente de que descanse lo suficiente; su barriga es verdaderamente grande.

Hoy ya ha caído la tarde; Elliott la sorprende al llegar a casa con una bolsa de compras y ella abre mucho los ojos y se emociona. Elliott odia salir de compras.

"¿Qué tienes allí?" Su curiosidad es la que pregunta y también su parte ansiosa.

Elliott saca una serie de prendas de maternidad, vestidos, bragas y enterizos pensados en ella y su comodidad.

"Creo que podrás necesitar algo más cómodo; últimamente te quejas de que la ropa te aprieta". Ella asiente riéndose.

Megan toma una de las blusas holgadas y la observa con una sonrisa.

"¿Tú escogiste esto?" Levanta una ceja.

"Bueno… tuve algo de ayuda. La vendedora me miró extraño cuando le dije que no entendía nada sobre tallas de embarazadas y le exigí algo que no revelara nada".

Megan suelta una enorme carcajada y se coloca en puntillas para besarlo.

"Eres el mejor, amor". Él la mira con arrogancia cuando responde.

"Eso ya lo sé". También le pedí que fueran suaves y cómodas. Quiero que estés muy bien.

Megan lo abraza, sintiendo la seguridad que él le brinda, y sigue revisando cada prenda con un montón de bolsas.

"Gracias, amor, pero los embarazos duran nueve meses y ya me quedan solo tres; esto es mucha ropa", dice mientras señala todo.

"Pretendo tenerte embarazada, eres más tranquila así, al menos ya no sales", dice y Megan lo golpea.

A los seis meses, el embarazo ya era más que notorio. Megan pasaba mucho tiempo acariciándose el vientre, maravillada por los cambios que veía, aunque su barriga era enorme.

La noche cae y ella se encuentra acostada en el sofá viendo una película; Elliott llega con una tablet en mano.

"¿Qué haces, amor?", pregunta Megan, llena de curiosidad.

Elliott se sienta a su lado y le muestra la pantalla.

"Ideas para nombres"

Megan abre sus ojos y se ríe.

"¿Ya estás buscando nombres, amor?"

Elliott asiente.

"Quiero que nuestros hijos tengan un buen nombre, algo que los represente y que la gente los vea y diga: "Allá van los McGarrett". Dice muy concentrado y Megan no para de reírse.

Megan toma la tablet y la hojea. Había nombres subrayados y varias opciones a un lado.

"¿Ya tienes algún nombre en mente? —pregunta ella.

"Si es una niña, me gusta Isabella. —Es elegante y fuerte, además mamá es Elizabeth y tú Eliza y para niño… me gusta Alexander, como papá —dice y ella le sonríe. Pensó en Alexander y no en Vitaly; aunque se llevan muy bien, tiene más conexión con el hombre que lo crio.

"Isabella y Alexander… me gustan", dice y lo besa.

Elliott posa su mano en el vientre de ella y la observa con dulzura.

"¿Hay alguno que te guste?

Megan piensa un momento.

"No he pensado mucho en eso, ya sabes que no quiero saber el sexo hasta que nazcan", dice y él asiente.

"Pero ahora que lo preguntas, me gustaría que, si son niñas como escogiste, Isabella, quisiera ponerles Violett. Y si es niño… Ethan.

Elliott asiente.

"Tendremos que esperar a saber el sexo para ver cuál le pondremos, pero al menos ya hay varias opciones", dice Elliott marcando los nombres en la tablet.

Megan toma su mano y la coloca en su barriga.

"Quizá nuestros hijos puedan ayudarnos a decidir", dice divertida.

En ese preciso instante, Megan siente un pequeño aleteo en su panza.

Se queda en silencio, con los ojos muy abiertos y una sonrisa boba.

"¿Qué ocurre, amor?" —pregunta Elliott, preocupado.

"Creo… creo que acabo de sentir que se movieron".

Elliott la mira con emoción y sorpresa.

"¿De verdad?"

Megan asiente, llevando la mano de Elliott al lugar donde sintió la patadita.

"Es como… un leve burbujeo, muy suave", sonríe.

Elliott espera unos segundos, con la mirada fija. Aunque no siente nada en seguida, su expresión se ilumina con pura felicidad.

"Esto quiere decir que están creciendo fuertes".

Megan se emociona y sus ojos demuestran esas emociones con pequeñas gotas cristalinas.

"Sí…"

Elliott la abraza, besando su frente con ternura.

"No puedo esperar a que nazcan; ustedes tres son mi vida, mi Elza.