No Debía Enamorarme, Tenía Que Odiarte

Miguel me toma del brazo y me aparta, diciendo:

—Sofía, esto que voy a decir puede sonar un poco atrevido, pero necesito hacerlo para evitar problemas. No quiero que tengas ningún tipo de relación con tu hermana…

Lo miro con indiferencia y respondo:

—Igual no tengo ningún tipo de relación con ella, así que no debes preocuparte.

Él memoriza mis expresiones y vuelve a hablar:

—Vamos…

El camino transcurre en silencio. Miguel y yo vinimos en su auto; Tatiana, el asistente, la señora Ana y Juanmi se fueron por otro lado; y mi abuela y don Fernando en otro.

Una vez en la casa de Miguel, las tensiones comienzan a disiparse. Todos estamos tranquilos y, de alguna manera, disfrutamos del momento. En medio de la reunión, Juanmi se acerca y dice:

—¿Ahora ella será mi mamá?

La señora Ana escucha lo que dice y se apresura a responder:

—Mi amor, ella será una gran amiga tuya. Te cuidará y protegerá como yo lo hago, pero tu mamita siempre será Mariana, quien te está cuidando desde el cielo.

Me agacho a su altura y le digo:

—La señora Ana tiene razón. Seré como una gran amiga en quien siempre podrás apoyarte.

El niño me abraza y responde:

—Yo quiero que también seas mi mamá. Tendría dos mamás.

Sonrío y lo abrazo con más fuerza.

Después de un par de horas, don Fernando dice:

—Bueno familia, es hora de irnos. Los novios necesitan su privacidad…

Mi abuela se acerca y dice:

—Hija, sé que este matrimonio no es convencional ni como lo soñaste, pero de igual forma estás iniciando una nueva vida. Te deseo lo mejor, mi amor. Eres mi ángel, Sofía…

Sonrío y la abrazo tan fuerte que puedo sentir los latidos de su corazón. Luego le digo:

—Tú eres mi mayor motivación para continuar, Nany. Te amo con mi vida…

Ella se aleja y camina hacia donde está su amigo. Se marchan juntos.

Después, Tatiana se acerca y dice:

—Terrible que no me hayas contado que tu esposo es así de guapo…

Me sonrojo y le respondo:

—Basta, Tatis…

Ella me da un abrazo y añade:

—Espero que puedas ser feliz en esta nueva etapa de tu vida. No sabes cuánto te quiero…

La abrazo con fuerza y le digo:

—También te quiero…

Luego el asistente de Miguel la lleva a casa.

Unos minutos después, la señora Ana se lleva a Juanmi a dormir. Miguel me mira y dice:

—Siéntate, Sofía. Quiero hablar contigo.

Lo miro y sigo sus indicaciones. Me siento. Él se acomoda en una poltrona isabelina, cruza las piernas y las manos al mismo tiempo. Me mira fijamente y dice:

—Mañana nos iremos temprano. Así que, si deseas quedarte esta noche en tu casa, no hay problema. Después será un poco más difícil…

Lo miro con gratitud y le contesto:

—Sí, lo deseo mucho. Gracias por su comprensión.

Él se levanta y, en un punto, se detiene para decir:

—De aquí en adelante, espero que no me hables con tanta formalidad. Recuerda que ahora somos esposos.