Jéssica Coutinho es una mujer amorosa y de gran corazón que fue abandonada por su madre cuando era niña. Creció siendo criada por su tía y es madre soltera de la pequeña Ana Vitória. Traicionada por su propia familia, decide irse de Brasil.
Gabriel Johnson es un CEO en la industria hotelera, un hombre serio y de pocas palabras que vive de apariencias.
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Capítulo 7
Gabriel Jhonson
Ya hace un mes que Jéssica está trabajando aquí y confieso que amo su compañía y la de la pequeña. Sé que está mal, pero ya estoy mirando a Jéssica con otros ojos.
Estaba en la oficina trabajando cuando Túlio me llamó para decirme que me traería unos informes personalmente para que los evaluara, aproveché y lo invité a almorzar conmigo.
Iba en dirección a la cocina y al llegar, Jéssica estaba allí distraída tarareando. Me quedé unos minutos observándola hasta que la llamé por su nombre, pero terminé asustándola y se quemó con el agua hirviendo. Me desesperé.
Gabriel: Lo siento, Jéssica, no quise asustarte, perdóname.
Me sentía muy culpable por aquello, no fue intencional.
Jéssica: Tranquilo, está todo bien, sé que usted no quiso.
Ya le había pedido que dejara de llamarme señor, pero ella insiste.
Sonó su teléfono, ella contestó y enseguida llegó la noticia de que la pequeña Victoria tenía fiebre. Ella salió corriendo, estaba nerviosa y yo también, cada vez más. Su brazo estaba muy rojo, me estaba poniendo ansioso y no podía permitírmelo en ese momento, necesitaba estar bien para ayudarla.
Gabriel: Ahora no, Dios, por favor.
Ella corrió hacia la salida, yo fui tras ella. Cuando puse un pie fuera de casa, el miedo se apoderó de mí, miedo de que algo me pasara en la calle.
La seguí hacia la salida de la mansión, ella se subió a un Jeep Renegade y yo me senté en el asiento del copiloto.
Jéssica: ¿A dónde va, señor?
Gabriel: Contigo.
Jéssica: Pero...
Gabriel: Sólo conduce.
Ella asintió y nos dirigimos a la escuela de la pequeña Ana.
Estaba tan nerviosa que no conseguía ni arrancar el coche. Cambié de lugar con ella, le pregunté dónde estaba la escuela de Ana y fuimos lo más rápido que pudimos.
Minutos después, nos detuvimos frente a una enorme escuela y enseguida reconocí que era la de la esposa de Túlio, una de las escuelas más recomendadas de Toronto, por no hablar de lo lujosa que era. Después de todo, ¿quién era Jéssica Coutinho?
Jéssica salió del coche y corrió hacia la puerta, yo salí también y fui tras ella. Hablamos con el portero y enseguida nos dejaron pasar. Caminamos hacia la secretaría y enseguida Laila vino a hablar con nosotros. Al principio no entendía qué hacía yo allí, pero eso era tema para otro momento.
Laila: Hola, señorita Coutinho, la pequeña está acostada en la guardería, vamos.
Caminamos hacia la guardería.
Gabriel: ¿Estás bien, Laila?
Ella me miró a la cara y sonrió sin ganas. Ella es la esposa de Túlio, se casaron por contrato debido a un acuerdo que hicieron los abuelos de ambos.
Jéssica: ¿Se conocen?
Asentimos y enseguida llegamos a la guardería. La pequeña estaba roja y dormida. Jéssica la llamó varias veces y ella respondió adormilada. Cargué a la pequeña, ya que ella no podría debido a su brazo. Le dimos las gracias y nos fuimos a casa, aunque yo le dije que debía llevarla al hospital.
Jéssica: Creo que debe ser gripe, pero si empeora la llevo al hospital.
Al llegar a casa, Jéssica bañó a Ana y enseguida le dio una medicina y una fruta, pero no quiso, prefirió dormir.
Me quedé en la cocina esperando a que saliera de la habitación para saber cómo estaba la niña. Podría haberla mandado a casa, pero estaría muy preocupado, así que prefiero tenerlas cerca de mí.
Gabriel: Hola, ¿cómo está?
Pregunté en cuanto la vi aparecer por la puerta de la cocina.
Jéssica: La fiebre ha bajado, pero espero que no sea nada grave.
Estuve de acuerdo con ella, que ya estaba de nuevo junto a la estufa.
Gabriel: Deja eso, Jéssica, siéntate aquí para que te vea el brazo.
Ella protestó, pero se sentó. Desinfecté la zona e hice una cura rápida.
Jéssica: ¿Qué quería usted de mí antes de que pasara todo esto?
Gabriel: Iba a decirte que pusieras platos en la mesa porque iba a recibir a un invitado.
Jéssica: Ay, Dios mío, déjame terminar de preparar el almuerzo.
Gabriel: No te preocupes más por eso...
Jéssica: Voy a adelantar, señor, ya que Ana está dormida.
Empezó a preparar todo de una manera increíble. Yo debería estar en el despacho trabajando, pero no puedo salir de aquí.
Lleva unos pantalones negros de leggins y una chaquetilla negra también, con un pequeño ribete dorado en el lado izquierdo que tiene bordado "Mansión Jhonson".
Gabriel: ¿Dónde vivías en Brasil?
Jéssica: En São Paulo.
Gabriel: ¿Te gusta aquí?
Jéssica: Todavía no he tenido la oportunidad de salir con calma a conocer los lugares, pero lo poco que he ido y visto me está encantando.
Gabriel: Me alegro, eso significa que no piensas volver a Brasil.
Preguntó lleno de esperanza.
Jéssica: Si Dios quiere, no. A Ana le encanta este lugar y espero que usted también me mantenga aquí mucho tiempo.
Gabriel: 💭 Quiero mantenerlas no sólo aquí en mi casa, sino también en mi corazón.💭
Jéssica: Todo pro...
Estábamos hablando hasta que llegaron tres huracanes a la cocina: Túlio, Abby y Alda.
Abby: Disculpe, señor, no sabía que estaba aquí.
Asentí con la cabeza.
Túlio: Hola, amigo mío, te echaba mucho de menos, dame un abrazo.
Túlio siempre está de broma, se lo toma todo a risa menos el matrimonio, ya que él no hace más que tratar mal a su mujer.
Lo abracé avergonzado antes de que hiciera más gracias y me senté.
Alda: Querida, me he enterado de lo de Ana, ¿cómo está?
Jéssica suspiró antes de responder.
Jéssica: Tenía mucha fiebre, ni siquiera quería comer...
Enseguida vino Ana corriendo hacia la cocina y sonriendo como si horas antes no hubiera estado tan decaída y con fiebre.
Jéssica: Como puede ver, está estupenda jajaja.
Nos reímos mientras Ana lo observaba todo con curiosidad.
(Tened en cuenta que está en la cocina jajaja)
Túlio: ¿Puedo saber quiénes son estas princesas?
Lo dijo con respeto.
Ana hizo un gesto en lengua de signos que algunos entendieron, menos yo.
Abby: Ella dijo que se llama Ana, ¿y tú cómo te llamas?
Abby miró a Jéssica para saber si realmente eso era lo que había dicho y Jéssica asintió, dejando a Abby dando saltitos.
Túlio: Yo soy el tío Túlio, mucho gusto, Ana.
Le dio un apretón en la mejilla y ella sonrió.
Gabriel: Y aquella de allí es Jéssica, la madre de Ana.
Túlio: Un placer conocerlas.
Jéssica le estrechó la mano y asintió. Túlio se sentó a la mesa con Ana y empezaron a conversar.
Gabriel: ¿Desde cuándo sabes hablar lengua de signos?
Túlio: Tenía una amiga que era profesora de lengua de signos, me dio una patada en el trasero y yo fui detrás de ella pero ella ya no me hacía caso, así que la única manera que tuve fue empezar a ir a sus clases. En resumen, aprendí las señas, pero no la tuve a ella, pero valió la pena porque ahora puedo hablar con Ana.
Nos reímos porque Túlio era muy gracioso.
Gabriel: Hoy he visto a Taila.
Ana: Es la tía de la escuela.
Túlio: ¿La conoces, Ana?
Ana asintió y él me miró.
Gabriel: Estudia en el colegio de tu mujer.
Él sólo asintió.
Jéssica: Id a lavaros las manos, voy a servir el almuerzo.
Ella iba a llevar las cosas al comedor, pero enseguida la cogí del brazo. Todavía no estaba bien, era una quemadura reciente, pero sabía que era terca.
Después del almuerzo, fui al despacho con Túlio para resolver algunas cosas con él. Jéssica trajo los postres y enseguida volvimos a hablar de los hoteles.
Túlio: Sabes que soy tu amigo, ¿verdad? Y sólo quiero lo mejor para ti. ¿No crees que es hora de que busques un psicólogo?
Gabriel: ¿Crees que eso soluciona algo? Porque si realmente lo hiciera, mi madre no estaría en la situación en la que está hoy. Salí a la calle con Jess.
Túlio: Hmmm, ya hasta tiene un apodo bonito jajaja.
Puse los ojos en blanco.
Gabriel: En serio, Túlio, hoy salí a la calle con Jéssica porque Taila llamó diciendo que Ana tenía mucha fiebre.
Túlio: ¿Cómo te sentiste?
Gabriel: Al principio me puse muy nervioso y asustado, pero al subir al coche todo volvió a la normalidad y me gustó la sensación. Pero creo que no servirá de nada que vaya a un psicólogo.
Túlio: Tú sabrás, tú eres mi amigo y te quiero y quiero lo mejor para ti y quiero que nos ocupemos juntos de nuestros negocios.
Asentí con la cabeza.
Más tarde se fue, yo fui a darme una ducha y enseguida llegó la hora de cenar. Jess había hecho una sopa para Ana y otra cena para nosotros, pero yo preferí tomar también la sopa con ellas en la cocina. Fue una noche animada.
Fui a mi habitación, me lavé los dientes y me metí en la cama. En cuestión de segundos me quedé dormido, algo que no me pasaba desde hacía años. Siempre daba vueltas en la cama, tomaba pastillas para dormir, pero esa noche fue diferente, no necesité dar vueltas ni pastillas.
Al día siguiente me desperté, hice mi higiene y bajé a la mesa del desayuno, pero no había nada. Fui a la cocina y estaban Alda y Abby preparando el café.
Alda: Hola, hijo mío, disculpa el retraso. Jéssica me ha llamado ahora mismo contándome lo que ha pasado...
Gabriel: ¿Cómo? ¿Qué ha pasado?
Abby: Ana ha estado con falta de aire y muchos vómitos durante toda la noche, así que Jess la ha llevado al hospital.
Salí de la cocina con el corazón acelerado y la vista nublada. Me senté en el sofá intentando calmarme, lo que me llevó unos minutos. Cuando estuve bien, volví a la cocina y pregunté en qué hospital estaba. Alda me dijo el lugar y llamó a Richard para que me llevara.
Pero, ¿cómo iba a encontrarlas si ni siquiera sabía dónde estaban?