En un mundo donde la lealtad y el deseo se entrelazan, una joven se encuentra atrapada entre la pasión y el peligro. Tras un encuentro inesperado con un enigmático mafioso, su vida da un giro inesperado hacia lo prohibido. Mientras la atracción entre ellos crece, también lo hace el riesgo de entrar en un juego mortal de poder y traición.
Sumérgete en una historia cargada de erotismo y tensión, donde cada decisión puede costar caro. ¿Podrá su amor desafiar las sombras del crimen, o caerá presa de un destino que la dejará marcada para siempre? Una novela que explora los límites del deseo y la redención, perfecta para quienes buscan emociones intensas y giros inesperados.
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Cap 19: La Doble Jugada
La noche se cernía sobre la ciudad como un manto oscuro, y Ana se sentía atrapada entre la lealtad y la traición. Con cada latido de su corazón, la urgencia crecía en su interior. Sabía que tenía que encontrar a Alessandro antes de que la tensión se convirtiera en un estallido violento. Había prometido a Marco que jugaría su papel, pero su verdadero objetivo era salvar a Alessandro de una trampa que se estaba tejiendo a su alrededor.
Con paso decidido, se movió por el oscuro pasillo del edificio, evitando a los guardias. Tenía que ser astuta; no podía permitir que nadie sospechara de su plan. Cada movimiento que hacía estaba calculado, cada palabra que pronunciaba iba cargada de un doble sentido.
Finalmente, llegó a una pequeña sala de reuniones donde sabía que se encontraba Alessandro. Escuchó risas apagadas y voces bajas, y su corazón se aceleró. Sabía que no podía entrar de forma abrupta; tenía que hacer que su presencia fuera reconocida, pero no de la manera en que esperaba. La vida de Alessandro estaba en juego, y no podía permitirse el lujo de equivocarse.
Se tomó un momento para calmarse, ajustando su cabello y respirando profundamente. Cuando se sintió lista, abrió la puerta y entró, tratando de proyectar confianza.
La sala se quedó en silencio. Alessandro, sentado al centro de una mesa con varios de sus hombres, alzó la vista y su mirada se posó en ella. Sus ojos, tan oscuros y profundos, parecieron atravesarla, buscando respuestas en su expresión.
“Ana”, dijo Alessandro, levantándose de su asiento. “¿Qué haces aquí? No es seguro para ti.”
“Lo sé, pero tenía que venir”, respondió Ana, manteniendo la voz firme. “Necesitamos hablar.”
Alessandro frunció el ceño, pero asintió. “De acuerdo. Todos, por favor, dennos un momento a solas.”
Los hombres se retiraron, lanzando miradas curiosas a Ana, pero ella se concentró en Alessandro. Una vez que la puerta se cerró, la tensión en la sala se hizo palpable.
“¿Qué está pasando?”, preguntó Alessandro, con una mezcla de preocupación y determinación. “Estás jugando un juego muy peligroso viniendo aquí.”
“Lo sé”, respondió Ana, y luego, tragando su nerviosismo, continuó. “Pero tengo información valiosa. Marco y su hermano están preparando una trampa. Ellos quieren que pienses que el conflicto puede resolverse con más sangre, pero es un engaño.”
Alessandro la miró con escepticismo. “¿Cómo puedes estar tan segura? Ellos son manipuladores, Ana. No podemos confiar en ellos.”
“Lo sé, pero Marco me ha ofrecido una forma de negociar. Piensa en esto como una oportunidad para ganar tiempo y ver qué realmente planean”, dijo Ana, tratando de sonar convincente. “Si actuamos rápido, tal vez podamos darle un giro a esto.”
Alessandro se cruzó de brazos, observándola con atención. “No me gusta. La última vez que creí en sus promesas, pagué un alto precio.”
“Lo entiendo”, dijo Ana, acercándose a él. “Pero si no actuamos ahora, podemos perderlo todo. Quiero que confiemos en esta oportunidad. Juntos podemos ser más fuertes, y yo puedo asegurarme de que Marco no sospeche nada.”
La mirada de Alessandro se suavizó ligeramente, pero aún había duda en su expresión. “¿Y si resulta ser una trampa? Podrías estar jugando con tu vida, Ana. No quiero perderte.”
“Yo tampoco quiero perderte a ti”, respondió ella, el corazón latiéndole con fuerza. “Es por eso que estoy dispuesta a correr este riesgo. Si tienes confianza en mí, tal vez podamos desmantelar su plan desde dentro.”
Finalmente, Alessandro pareció ceder. “Está bien. Pero debemos ser cuidadosos. No podemos permitir que la confianza nos ciegue. Necesito saber que estás completamente con nosotros, no con ellos.”
Ana asintió, sintiendo que una ola de alivio la invadía. “Por supuesto. Estoy contigo, solo quiero encontrar una forma de terminar esta guerra sin más pérdidas. Si hacemos esto bien, podemos desenmascararlos y ganar.”
“De acuerdo”, dijo Alessandro, su voz firme. “Prepárate para la reunión con Marco. No hay espacio para errores. Cuando estés lista, haremos que él crea que tienes la intención de traicionar a los nuestros. Pero recuerda, no me gusta que estés en peligro.”
Ana sonrió débilmente, su corazón lleno de una mezcla de emoción y miedo. Sabía que se estaba adentrando en aguas peligrosas, pero el destino de Alessandro dependía de sus decisiones.
Después de la conversación, se retiró a su habitación, su mente girando en torno a los planes que debían hacerse. Las horas pasaban lentamente mientras se preparaba mentalmente para el enfrentamiento con Marco. Sabía que tendría que jugar su papel a la perfección, y que la más mínima inconsistencia podría ser su perdición.
A medida que la noche avanzaba, la inquietud crecía en su interior. La única manera de asegurar su supervivencia y la de Alessandro era a través de esta jugada audaz. Y así, cuando la hora se acercó, se vistió con una blusa negra ajustada y unos pantalones oscuros, su cabello recogido en una coleta alta. No había espacio para la vulnerabilidad; tenía que proyectar fuerza y determinación.
Al salir del edificio, se dirigió hacia la reunión con Marco, la adrenalina bombeando en sus venas. Sabía que, en este juego de poder, cada movimiento contaba, y que la línea entre la lealtad y la traición era más delgada de lo que nunca había imaginado.
La tensión era palpable cuando llegó a la sede de Marco. Sus hombres estaban posicionados estratégicamente, como guardias de un castillo. Con cada paso que daba, la ansiedad aumentaba, pero se recordó a sí misma el propósito de su misión. Había mucho en juego y no podía permitirse vacilar.
Al entrar a la sala donde Marco la esperaba, se encontró con una sonrisa en su rostro. “Bienvenida, Ana. Estaba empezando a preocuparme. ¿Estás lista para hablar de nuestra alianza?”
Ana respiró hondo, recogiendo sus pensamientos antes de responder. “Sí, estoy lista. Pero primero, necesito que entiendas que mis lealtades no son tan fáciles de romper.”
“Eso espero”, respondió Marco, su voz sonando casi sincera. “Porque si me traicionas, no solo perderás a Alessandro, sino que también perderás tu vida.”
Ana sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero mantuvo la compostura. “Lo entiendo, y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para asegurar una victoria para nosotros.”
“Perfecto”, dijo Marco, acercándose a ella. “Entonces, hablemos de los detalles. Juntos, podemos hacer que este conflicto sea una cosa del pasado.”
Mientras la conversación se desarrollaba, Ana sabía que cada palabra que decía tenía que ser medida y calculada. Estaba navegando en aguas turbulentas, y la supervivencia de todos dependía de su habilidad para engañar a un maestro manipulador.
Pero en el fondo, Ana sabía que esta doble jugada podría ser la clave para desmantelar la guerra desde sus cimientos, o podría convertirse en la trampa que la llevaría a su propia perdición.