"He regresado de las profundidades del infierno, un viaje oscuro y tortuoso, para reclamar lo que me pertenece. Soy Lucía Casanova, la única heredera de una dinastía marcada por la traición y el secreto. Mis enemigos pensaron que podían arrebatarme mi legado, pero no conocen la furia que despierta en mí la injusticia. Ahora, con cada paso que doy, el eco de mi venganza resuena más fuerte. ¡El tiempo de la redención ha llegado!"
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Capitulo XVIII Mentiras
Al día siguiente la luz del sol se coló por las ventanas de la habitación que compartía con Dimítri, desperté sintiendo sus brazos alrededor de mi cintura haciéndome sentir viva, lentamente me voltee hasta quedar frente a frente con él, aún estaba dormido así que aproveche para recorrer cada facción de su hermoso rostro, viéndolo dormir no podía creer que se viera tan tranquilo, el hombre frío y sin sentimientos que mostraba ante las demás personas, en realidad era alguien noble y con un corazón de oro. Un sentimiento nuevo estaba naciendo en mí, sabía que ya no solo se trataba de una atracción física, ahora había algo más, algo que nunca antes había sentido.
Mientras lo admiraba su voz me saco de mi trance “Si me sigues mirando vas a desgastarme”, sonreí ante su comentario.
“No te creas tan importante, solamente estaba comprobando que estuvieras dormido”, le dije con nerviosismo.
Abrió sus hermosos ojos negros y me miró con tanta intensidad que no pude resistirme a besarlo, sin pensarlo él correspondió a mi beso y nos entregamos nuevamente a la pasión.
Estaba acomodada en su fuerte pecho y así me volví a quedar dormida, el juicio sería por la tarde, así que teníamos la mañana para descansar.
“Sabes que cada día me enamoro más de ti”, sus palabras eran como un susurro en mis oídos.
“También estoy sintiendo lo mismo, no sé cómo, ni cuándo, lo que si se es que estoy sintiendo algo diferente, es algo que nunca antes había sentido”, necesitaba sincera con él, quería que él supiera que también me estaba enamorando y que lucharía por nuestra relación.
Las horas pasaron y era el tiempo de volver a nuestra realidad, nos esperaba una tarde bastante difícil, ya que no sabíamos con qué saldría el abogado de los Lombardi. Fuimos a la segunda parte de juicio, Sebastián no me quitaba la vista de encima y eso ya empezaba a ponerme nerviosa. “¿Qué tanto mira el imbécil de Sebastián?”, pregunto Dimitri molesto.
“No le prestes atención, seguramente él solo te quiere provocar”, asegure mirando a los ojos de Dimitri.
“¿Provocar? ¡Es un lunático! No sé qué se cree, pero no voy a dejar que me moleste”, respondió Dimítri, apretando los puños con frustración. Su intensidad era palpable, y aunque admiraba su pasión, también sabía que eso podía llevar a complicaciones innecesarias en un momento tan delicado.
“Relájate, amor. Solo enfócate en lo que tenemos que hacer hoy. Yo estoy contigo y no permitiré que nada nos afecte”, le dije, intentando calmarlo. Me acerqué un poco más a él, buscando que su energía negativa se disipara entre la cercanía de nuestros cuerpos.
El juicio comenzó y el ambiente se volvió tenso. El abogado de los Lombardi, con su sonrisa arrogante, parecía disfrutar cada segundo de nuestra incomodidad. Cuando llegó el turno de presentar las pruebas, sentí cómo el corazón me latía con fuerza. “No puedo creer que esto esté sucediendo”, murmuré para mí misma.
De repente, escuché el nombre de Dimítri. Su rostro cambió y su mirada se tornó seria. “Lucia, no te preocupes. Vamos a salir de esto juntos”, me dijo en voz baja, como si pudiera leer mis pensamientos.
Cuando terminó la presentación de pruebas y el abogado comenzó a interrogar a los testigos, la tensión aumentó. Miré a Dimítri y vi que su mandíbula estaba apretada. “Recuerda lo que hablamos esta mañana. Sea lo que sea lo que digan, mantén la calma”, le recordé suavemente.
“Lo intentaré”, respondió él, aunque sabía que era una lucha interna. Justo en ese momento, Sebastián se levantó para hacer su declaración.
“Este juicio es solo una farsa”, empezó Sebastián con una voz llena de desdén. “La verdad es que Lucia aún siente algo por mí y solo usa a este tribunal como un medio para llamar mi atención. Sus palabras resonaron en la sala como un eco perturbador.
Sentí cómo Dimítri se tensaba a mi lado, pero apreté su mano con fuerza. “No lo creas”, le susurré mientras Sebastián continuaba hablando sin cesar sobre el supuesto amor que yo aún sentía por él.
A medida que la situación se intensificaba, tuve una idea: ¿y si usábamos esto a nuestro favor? “Dimítri”, le dije mientras Sebastián seguía hablando. “Si logras mostrar su verdadero yo en este juicio, podemos darles la vuelta a las cosas”.
Él me miró con una mezcla de sorpresa y determinación en sus ojos. “Tienes razón. No puedo dejar que manchen tu nombre”.
Con esa chispa de esperanza encendida en nuestros corazones, sabíamos que teníamos una batalla por delante, pero juntos éramos más fuertes.
La tarde avanzaba y la tensión era casi palpable en el aire; sin embargo, había algo más profundo entre nosotros ahora: un compromiso mutuo que iba más allá del amor o la atracción física. Era una promesa silenciosa: luchar juntos por nuestro futuro.
Sebastián termino de escupir sus mentiras, mientras bajaba del estrado me dedico una sonrisa victoriosa, no lograba entender a ese hombre, a veces llegó a la conclusión de que es bipolar.
El segundo día del juicio había terminado, ya solo quedaba presentar algunas pruebas más y que el jurado debatiera un veredicto, tenía la esperanza de que las cosas terminarán rápido y así poder limpiar el nombre de mi familia y recuperar lo que me quitaron; sin embargo, aún no habíamos podido dar con el asesino de mis padres y eso me causaba una gran frustración.