El Reinado De Juliette

Juliette se decidió a retirarse a descansar, sintiendo el peso del cansancio tras el largo viaje. Abrió la puerta de una habitación cualquiera, donde reinaba una atmósfera de limpieza y orden. La luz plateada de la luna se filtraba a través de la ventana, iluminando la estancia con su suave resplandor. Cerca de la ventana, una cama sencilla invitaba al reposo. La joven se acostó en la cama, dejando que el resplandor de la luna llena acariciara su rostro mientras cerraba los ojos en busca de descanso.

Justo cuando estaba a punto de dejarse llevar por el sueño reparador, un sonido casi metálico rompió el silencio de la habitación. Intrigada, Juliette buscó entre sus pertenencias, encontrando él dispositivo que Emir le había entregado. Abrió el artilugio con forma de concha marina, pero elaborada en metal, y de él surgió un leve resplandor verde, difuso y misterioso. Poco a poco, la luz comenzó a cobrar forma, proyectando una imagen que dejó atónita a la joven albina.

La imagen se materializó lentamente, revelando un paisaje etéreo y desconocido. Una figura borrosa se perfilaba en medio de un campo de estrellas centelleantes, como si estuviera suspendida en un universo paralelo.

Emir la miró con confusión.

— ¿No te había enseñado cómo se utilizaba? ¿Por qué estás tan sorprendida? — preguntó Emir, curioso por la reacción de Juliette.

La albina volvió en sí y se rió nerviosa.

— Lo hiciste, es solo que no pude evitar fascinarme. Hoy he visto muchas cosas increíbles — expresó Juliette, intentando explicar su asombro.

El pelirrojo soltó una pequeña risa y continuó la conversación.

— Está bien, ¿cómo te fue hoy?.

— Me fue bien, apenas llegué me encontré con el hijo del hechicero — reveló la joven.

— ¿Hechicero? — preguntó confundido Emir, sorprendido por la declaración de Juliette. Al darse cuenta de lo que había dicho, la albina se tapó la boca como si intentara contenerse.

— Así que eso es lo que fuiste a buscar... Supongo que es por la salud de Cyrus. ¿Por qué no me lo contaste desde el principio? — cuestionó Emir, interesado en la revelación de Juliette.

— Lo siento, no podía decírtelo — suspiró la joven, dejando entrever la carga de secretos y responsabilidades que la habían llevado a mantener en silencio ciertos aspectos de su misión.

— Está bien, lo entiendo, pero me gustaría que no me guardarás secretos, somos amigos después de todo. 

— Bien, no lo haré. Por cierto hoy sucedió algo, que me gustaría contarte…

— Claro, ¿qué es?

— Hay una oportunidad de que sepa que paso con mi mamá, pero no se que hacer, había dicho que no quería tener algo que ver sobre ese tema…Pero de todas formas siento curiosidad…

— Solo te haré una pregunta ¿No te gustaría saber por qué pasó lo que pasó?

— …Si… pero quería dejar de pensar en ello… me da miedo salir herida si descubro la verdad…

— No se que decirte Juliette, es algo que tu misma debes decidir, no puedo entrometerme en eso… Lo siento.

— Está bien, de todas formas gracias, no sabría con quién hablar sobre esto… 

— No te preocupes, ¿cuándo volverás? — preguntó el pelirrojo, con la intención de dejar el tema anterior que deprimia a la albina.

— Ahora que lo mencionas, no tengo ni la más mínima idea, pero mi intención es volver antes de que se complete el mes.

— Oh, comprendo. Tengo que irme, hablamos luego. Descansa.

— Tu también. 

La albina cerró el dispositivo y se dispuso a dormir. Mañana sería un día tal vez más agitado.

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Juliette se despertó con el sol en el rostro y un aroma tentador que llenaba el aire. Se encaminó hacia la cocina, donde se topó con el peliverde preparando lo que parecía ser el desayuno del día.

— Veo que ya te levantaste, toma asiento por favor — La invitó con amabilidad.

— Gracias — Respondió la albina mientras se acomodaba en una de las sillas.

— He decidido acompañarte a Ino Deseon, pero necesito tiempo — anunció el joven con calma.

— Oh, está bien, ¿cuánto tiempo necesitas? — Bostezo —. Mientras tomaba una rebanada de pan.

— Un mes — Contestó con serenidad el joven.

Esas dos palabras fueron suficientes para despertar completamente a la albina. La noticia sacudió a Juliette por completo. Un mes era un lapso considerable, sus planes y compromisos hacían imposible una ausencia tan prolongada.

— ¡Eso es mucho tiempo! — Exclamó sorprendida. 

— ¿Lo es?, supongo que puede serlo… Mm, esta bien si quieres acortar el tiempo necesitaré tu ayuda — Respondió con tranquilidad.

 — Claro, pero ¿por qué necesitas tanto tiempo?

— Pues verás, si yo me voy contigo tengo que quedarme con Cyrus hasta que su condición mejore, y ya no sea necesaria mi presencia, pero lo más probable es que eso no pase y tenga que quedarme con él hasta que sea un ancianito.

— ¡¿Enserio?! Vaya, eso es mucho…

— Si, como ya te lo mencioné ayer, yo me hice cargo del trabajo de mi padre. Gran parte del pueblo depende de mí ayuda. Por ejemplo, sirvo como sanador, guía espiritual, protector y facilitador de la conexión entre lo físico y lo espiritual en este lugar. Mi papel es fundamental para mantener el equilibrio y la armonía en el mundo natural y en la vida de las personas que me rodean.

Juliette se quedó sin palabras al escuchar las razones de Félix. ¿Cómo podría ella siquiera ayudar en eso?

— ¡Eso es demasiado! ¡¿Cómo podría ayudar en alguna de esas tareas siquiera?!

El peli verde se río por la reacción de la albina.

— Bueno, en realidad puedes hacer bastante por mi. Además, no soy el único hechicero aquí, mi intención es enseñarle al resto cosas que ellos aún no saben para poder aliviar el peso de mi ausencia.

— ¡Comprendo, daré mi mejor esfuerzo!

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Los días transcurrieron con Juliette apoyando a Félix en sus labores, colaborando en todo lo que estaba a su alcance. Finalmente, partieron hacia Ino Deseon, sin imaginar las noticias impactantes que los aguardaban al llegar...