Segunda parte de casualidad o destino, en donde se relata lo que paso con Carlos y Liz después de que supimos de ellos, relatando como el pasado puede volver afectándonos, no solo a nosotros, sino a nuestros seres más queridos, además de mostrar, como es obligación de los padres apoyar a sus hijos, para que no paguen los errores cometidos por estos.
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ES HORA DE TRABAJAR
El fin de semana llega, la familia entera, se dirige al nuevo terreno, viajando unas horas, por el tráfico de la ciudad, durante el viaje, Carlos y los chicos están emocionados, al llegar, ya que la casa está en construcción, y ellos construirían los corrales, para los animales así como los huertos hidropónicos, y de tierra, donde sembrarían y cosecharían, todas las frutas y verduras, que se necesitan para alimentar, a los animales y surtir el puesto con lo que se necesitaba.
De todos, las más emocionadas eran Liz y las chicas, ya que, podrían estrechar lazos, y ellas podrían demostrar, que sus sentimientos hacía, Carlos Júnior y Aldebaran, son puros y sinceros, y en este viaje demostraran que son parte de la familia.
Como es costumbre en estos viajes, el chofer elige la música, cuestión que nos es un gran problema en este caso, ya que la música es del agrado de la mayoría, y cuando no es así, existen unos maravillosos aparatos modernos llamados audífonos, los cuales mantienen la paz en los viajes, aunque en este caso, no fueron necesarios.
Carlos:
Prepárense familia ya casi llegamos.
Junior:
Ya era hora, viejo, al fin podemos ser parte desde el inicio.
Aldebaran:
Es cierto, la primera vez, ya estaba todo cuando llegamos y solo podíamos ayudar, sin ser parte del proceso de creación.
Carolina:
Al menos, ustedes podían ayudar, yo solo he podido estar en el local, no me dejaban hacer más, hasta ahora que lo pedí.
Liz:
Tranquilos chicos, hacen sonar, como si su padre y yo los excluyéramos, a propósito, siempre quisimos hacerlos parte de todo el proceso, solo queríamos que lo hicieran por su propia voluntad, Junior, Aldebaran, ustedes empezaron ayudar con el criadero, porque su padre los llevaba y les dio curiosidad.
Carlos.
Carolina, yo fui el más reacio a que fueras al criadero, porque no creí que te interesara, ya que es ensuciarse, esfuerzo físico, y tú siempre has sido una princesa; además chicos su mamá y yo pensamos que si no la hacían por su cuenta, y los poníamos hacer las cosas, más adelante nos guardarían rencor y no querrían ser parte del negocio
familiar.
Gienevive:
Suegro, ustedes no son unos tiranos, al contrario, son un ejemplo de padres, estrictos, pero cariñosos, siempre tienen en cuenta, los sentimientos de sus hijos e incluso de las nueras.
Kenia:
Es cierto, ustedes son un ejemplo de padres, nos han ayudado demasiado, ojalá mi padre fuera como ustedes, no creo que ninguno de sus hijos, les pudiera guardar rencor a ninguno de ustedes.
Liz:
Gracias chicas, son muy tiernas.
Carlos:
Bien familia llegamos.
Al llegar, a su destino, la familia, se sorprende al ver el tamaño, del nuevo terreno, viendo como el albañil trabajaba en la casa, que poco a poco iba tomando forma, al adentrarse en el nuevo, territorio, se acercan a una mesa con papel y lápiz, donde aran el diseño de la distribución de los huertos, y los corrales.
Carlos:
Bien familia a trabajar.
Liz:
Espera amor, antes de poner, manos a la obra, tengo una sorpresa para todos, ropa nueva para el trabajo.
Ante la noticia de Liz, todos se quedan sorprendidos, cuando de la camioneta saca una caja con ropa para todos, para los hombres, camisas de manga corta, pantalones de mezclilla, botas de minero, sombrero y guantes; para las chicas blusas de cuadro overoles, zapatos cerrados y sombreros de dama.
Liz:
Una cosa, más Junior, Aldebaran y Malina, se quedarán con su padre, ya están listas las herramientas y los materiales que necesitaran; Kenia y Gienevive la pasarán conmigo, ¿todos de acuerdo?
Todos:
si
Aldebaran:
Porque Carolina, no se va con ustedes.
Liz:
Porque ella dijo que quiere ser parte de todo el proceso, o ¿quieres estar con nosotras?
Carolina.
No, quiero ser parte del proceso de construcción.
Carlos:
De acuerdo ahora, chicas vayan a cambiarse, hay un pequeño vestidor improvisado para ustedes, muchachos nosotros nos cambiaremos aquí.
Las chicas se van a cambiar al improvisado vestidor, mientras los hombres sin mayor problema lo hacen donde están; al salir las mujeres cambiadas, los hombres las ven hermosas y radiantes; para ellas igual los hombres se ven apuestos y varoniles.
Carlos.
Bien manos a la obra, primero prepararemos las huertas de tierra, después las de hidroponía y al último los corrales.
Junior, Aldebaran y Carolina:
De acuerdo
Liz:
Chicas nosotras, vamos de compras y bajaremos todo para cocinar de la camioneta.
Gienevive y Kenia:
Ok
Carlos y sus hijos empiezan a abrir la tierra con pico, para que quede lista para sembrar, mientras dos usaban los picos para abrir la tierra, otros dos con palas la revolvían y mezclaban la tierra con desperdicio orgánico para que fuera más fértil, haciéndolo, en un espacio, de 100 m², mientras, el equipo de Carlos, prepara la tierra, el equipo de Liz, empieza con la preparación de alimentos.
Liz:
Bien chicas, prenderé el anafre, mientras Kenia pica, las verduras y Gienevive marina las carnes.
Gienevive y Kenia:
De acuerdo.
Liz:
Díganme chicas, como las tratan mis retoños.
Genevive:
A mi bien, Junior es muy romántico, y se toma muy en serio la regla de no bebes hasta entregarles los títulos.
Kenia;
Aldebaran es un tornado, siempre busca maneras de sorprenderme.
Liz:
Me da gusto, aunque no les mentiré, su carácter se parece mucho al de su padre, son muy amorosos, pero sí se enojan cuidado.
Kenia:
Lo sé, pero la verdad no me importa, yo lo acepto como es y me veo en el futuro con él.
Gienevive:
Ya me ha tocado, pero la verdad, no veo mal, a veces es necesario estallar, no lo cambiaría por nadie y no le cambiará nada.
Liz:
Hay muchachas, ustedes sí que los aman.
Gienevive:
Hay suegra, dígame, usted le cambió algo a mi suegro.
Kenia:
Si díganos.
Liz:
Para nada chicas; solo lo enseñe a ser más paciente, y a cuidarse por salud, no por vanidad, jamás le cambiara nada, ya que si le cambiara algo, ya no lo amaría a él, sino a alguien que idealice en él.
Gienevive:
Es muy cierto.
Kenia:
Lo es, yo por eso no le cambiará nada a mi Aldebaran.
Liz:
Recuerden chicas, salida la mercancía, no se aceptan devoluciones.
Gienevive y Kenia:
Ji,ji,ji,ji, de acuerdo.
Gienevive:
Conste suegra, yo no lo pienso devolver.
Kenia,
x2, una vez que me lo lleve no se lo regreso.
Liz:
Me lo firman muchachas, no quiero reclamos, en unos años.
