Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Visitas en la oficina
Sebastián y Luciano, quedaron en la oficina con el fin de charlar acerca de los avances en la construcción del hotel, Sebastián quién antes de la llegada de su socio estaba revisando algunos planos sobre la mesa, lo invitó a ver lo que estaba haciendo.
-¿Cómo va todo con el proyecto del hotel?- preguntó Luciano mientras extendía una mano para saludarlo.
-¡Muy bien, Luciano! Estamos avanzando a buen ritmo. Los contratistas ya han completado la mayor parte de la estructura y ahora estamos enfocados en los detalles de diseño interior- respondió Sebastián con entusiasmo.
-Me alegra escuchar eso. Sabía que habíamos tomado la decisión correcta al elegirte como arquitecto principal para este proyecto- admitió Luciano con satisfacción.
Sebastián se sintió halagado por el elogio de su socio y se acomodó en una silla frente a la mesa.
-Hemos tenido mucha suerte también al contar con la ayuda de Olivia para el diseño de interiores. Ha demostrado ser una verdadera experta en su campo- comentó Sebastián, halagando las virtudes de la esposa del magnate.
-Estoy totalmente de acuerdo. Olivia ha estado trabajando arduamente en los conceptos de diseño y cada idea que presenta es simplemente excepcional- asintió Luciano con una sonrisa orgullosa.
Sebastián sacó algunos bocetos de su carpeta y los colocó sobre la mesa. Luciano los examinó con atención, impresionado por la creatividad y el detalle de cada uno.
-Estos diseños son magníficos, Sebastián. Olivia realmente ha elevado el nivel de nuestro proyecto- agregó Luciano mientras pasaba las páginas.
-Es cierto, su visión y estilo están agregando un toque de elegancia y sofisticación que sin duda atraerá a nuestros futuros huéspedes- replicó Sebastián con entusiasmo.
Los dos hombres continuaron discutiendo los detalles del diseño, intercambiando ideas y sugerencias sobre cómo mejorar aún más el aspecto del hotel. La colaboración entre Sebastián, Luciano y Olivia estaba demostrando ser una combinación ganadora, asegurando que su primer hotel fuera un verdadero éxito.
-Sebastián, ¿cuánto tiempo estimas que nos llevará terminar todos los detalles restantes del proyecto?- preguntó Luciano, mirando a su socio con curiosidad.
Sebastián reflexionó por un momento antes de responder...
-Creo que si mantenemos el ritmo actual, podríamos terminar en aproximadamente dos meses. Eso nos daría tiempo suficiente para pulir todos los aspectos del diseño y asegurarnos de que el hotel esté listo para su inauguración.
Luciano asintió con aprobación.
-Perfecto. Una vez que esté todo listo, organizaré una gran fiesta para anunciar oficialmente nuestro proyecto. Será una oportunidad para mostrar todo el arduo trabajo que hemos realizado y celebrar el comienzo de esta emocionante nueva etapa.
Sebastián sonrió ante la idea.
-¡Eso suena fantástico, Luciano! Será una excelente manera de generar entusiasmo y publicidad para la cadena de hoteles.
Ambos hombres compartieron una mirada llena de anticipación, emocionados por lo que el futuro les deparaba. La idea de la fiesta de inauguración agregó un nuevo nivel de emoción al proyecto, motivándolos aún más para completarlo con éxito.
Mientras tanto, Olivia estaba en su oficina, absorta en los bocetos de diseño cuando escuchó un suave golpeteo en la puerta de su oficina. Al levantar la vista, vio a Nicolás entrar con una bandeja en la mano, cargada con un capuchino humeante y un surtido de donas rellenas.
-¡Hola, Olivia!- saludó Nicolás con una sonrisa amistosa mientras se acercaba a su escritorio. -Espero no interrumpir. Solo pensé en traerte un pequeño tentempié para animar tu mañana.
Olivia devolvió la sonrisa, encantada por el gesto del joven abogado y tambien socio de su esposo.
-¡Nicolás, qué sorpresa! No tenías que hacerlo, pero te lo agradezco mucho- respondió, apartando los bocetos para hacer espacio en su escritorio.
Nicolás colocó la bandeja frente a ella y tomó asiento en una silla cercana.
-No hay problema en absoluto. Quería tener la oportunidad de charlar contigo un poco y conocerte mejor- explicó con sinceridad.
Curiosa, Olivia arqueó una ceja.
-¿Conocerme mejor? ¿Hay alguna razón en particular?- preguntó la muchacha bastante intrigada.
Nicolás asintió, tomando un sorbo de su capuchino antes de responder.
-Bueno, siendo socios de tu esposo- comenzó a explicar- y teniendo en cuenta que estaremos siendo absorbidos por este proyecto, creo que sería beneficioso para todos tener una relación más cercana. Además, eres la esposa de Luciano, y como tal, tu opinión y tu trabajo son importantes para el éxito de nuestra empresa.
La sinceridad en las palabras de Nicolás resonó con Olivia, quien apreciaba su honestidad y su enfoque pragmático.
-Entiendo- dijo suavemente- Bueno, estoy encantada de que hayas venido. Y sí, definitivamente me gustaría conocerte mejor y colaborar más estrechamente en este proyecto.
Nicolás asintió con satisfacción.
-Perfecto. Estoy seguro de que podemos trabajar muy bien juntos. Ahora, ¿qué te parece si empezamos por disfrutar de estas deliciosas donas?- le dijo Nicolás, ella sonrió e hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.
Ambos compartieron una risa mientras se servían las donas, marcando el inicio de una relación profesional y amistosa que prometía ser fructífera para todos los involucrados.
Por su parte, luego de terminar la reunión con Sebastián y sintiéndose satisfecho por los avances de la construcción, quiso visitar la oficina de Olivia.
-Señorita- dijo llamando la atención de la mujer que se hallaba concentrada observando y tecleando en la computadora frente a ella.
-Si, señor- replicó la mujer alzando la mirada.
-¿Podría indicarme cuál es la oficina de la señora Reyes?- preguntó amablemente, la secretaria de Sebastián lo observó unos minutos y luego de negar con un movimiento de su cabeza.
-Lo siento, pero no sé a quién se refiere- le dijo apenada.
-Es quien está a cargo del diseño de interiores de los hoteles- aseguró, entonces la mujer sonrió.
-¡Ah, la señorita Hayes!- exclamó dándole a entender al hombre que si sabía de quién hablaba, aunque a él no le gustó mucho que Olivia se hiciera llamar por su apellido de soltera.
-Esa misma- replicó él.
-Su oficina es la que está al terminar este pasillo- le dijo la secretaria- la puerta de la derecha- afirmó y tras agradecerle, Luciano se dirigió hacia donde le habían indicado.
El hombre caminó por aquel pasillo admirando cada detalle, desde los cuadros estratégicamente ubicados, hasta cada una de las plantas ornamentales que decoraban el lugar, sonrió satisfecho reconociendo que su esposa estaba en un muy buen lugar. Cuando faltaban algunos metros para llegar a la puerta indicada, pudo observar que de aquella oficina salía Nicolás, su otro socio.
Cuando ambos hombres se cruzaron, Nicolás miró a Luciano y le regaló una amplia sonrisa.
-¡Buenos días, Luciano!- lo saludó calmado y amigablemente.
-¿Cómo estás, Nicolás?- replicó él.
-Muy bien, gracias- respondió el joven abogado- Aquí saliendo de la oficina de tu esposa luego de platicar con ella un rato- comentó.
Luciano no dijo nada, pero no le agradó la situación, ya que podía notar que el joven frente a él no solamente era atractivo, sino que también tenía una muy buena fama de conquistador. Y aunque él confiaba en su esposa eso no impedía que el hombre sintiera celos. Cuando por fin Nicolás se despidió, Luciano siguió su camino y golpeó la puerta suavemente.
-Adelante- dijo Olivia desde el otro lado.
-Hola, preciosa- le saludó él cuando entró, ella al oír su voz se puso de pie y caminó hacia su esposo, Luciano la sostuvo por la cintura y dejó un suave beso sobre sus labios, ella sonrió nuevamente.
-Esto sí que es una sorpresa- le dijo la joven.
-Por quê? No te gusta que esté aquí?- dijo él consternado.
-¿Cómo se te ocurre pensar eso?-indagó ella acariciándole la mejilla-¡Me encanta que mi esposo esté aquí! y que de interés por ver mi trabajo.
El hombre le soltó la cintura y tomándole la mano la llevó hacia el escritorio, una vez allí, ella le mostró los bocetos que estaban en la computadora, ante lo cual él sonrió con satisfacción, en ningún momento él dudó de que su esposa era muy talentosa, y que darle aquella oportunidad era una de las mejores cosas que había hecho.