La cadena que rodeaba el cuello del peli negro fue jalada, y él cayó de rodillas a los pies de la mujer con apariencia de ángel, ella clavó sus uñas en sus párpados para que abriera bien sus ojos, sus ojos rojos se vieron inyectados en sangre, la voz dulce resonó mientras decía," abre bien los ojos Duque, abre bien los ojos y mira como tu amada se arrastra, pudiste evitarlo sin tan solo hubieras cumplido el verdadero papel de un villano" el Duque evitaba con todas sus fuerzas ver, pero ella lo obligó, cuando estuvo satisfecha lo lanzó hacía un lado, pero ahora tiro de otra cadena y el peli rubio cayó a sus pies, a este lo tomó por la barbilla y lo enfrentó mirándolo a los ojos, los ojos azules temblaban con violencia al enfrentarla, "es un hermoso rostro, pero por dentro eres tan horrible como yo, príncipe... No, eres peor, traicionaste a la mujer que amabas, la engañaste y ahora la abandonaste a su suerte a cambio de salvar tu vida... Qué desperdicio" lo tiró hacia el otro lado.
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Capitulo 22
A medida que los días pasaban, la relación entre Ravenna y Sandor se iba forjando.
Sandor, agradecido por la nueva oportunidad que Ravenna le había brindado, buscaba constantemente su aprobación y atención. Se esforzaba por ser útil, ya fuera al recolectar leña para el fuego o al intentar anticipar las necesidades de Ravenna.
Ravenna, por otro lado, mantenía su reserva y silencio característicos. Observaba a Sandor con curiosidad, intrigada por la determinación que mostraba.
Al llegar a Marcandia, Ravenna y Sandor se encontraron con una ciudad un poco más grande que la anterior, en medio de tantas personas Ravenna creyó que pasarían desapercibidos pero, la presencia llamativa de Sandor no pasaba desapercibida en absoluto y Ravenna se sentía incómoda ante las miradas curiosas que atraía su compañero.
Con más persistencia ocultó su rostro, sin embargo, no podía darse el lujo de perder el tiempo, Ravenna debía conseguir y contratar un carruaje que los llevaría a Cádiz, el siguiente pueblo que también era el territorio del Duque Reichstag.
Su paso por Marcandia fue breve, tras contratar un carruje y comprar algunas provisiones, Ravenna y su acompañante se pusieron en marcha hacia Cádiz.
Durante el trayecto de Marcandia a Cádiz, Ravenna aprovechó la oportunidad para enseñarle a Sandor a defenderse. Le explicó que debía dejar atrás la idea de que todos podrían tratarlo mal y que ahora debía aprender a defenderse por sí mismo. Mientras le impartía estas lecciones, Ravenna pensaba para sí misma que Sandor ni siquiera necesitaba esforzarse tanto, ya que su imponente porte y la expresión adecuada en su rostro serían suficientes para intimidar a cualquier persona que intentara molestarlo.
- Ravenna: La intimidación a veces es más efectiva que la fuerza bruta...
Le explicó Ravenna a Sandor, aunque no estaba segura de sí él la comprendía o no.
A medida que el carruaje avanzaba por el paisaje, Ravenna y Sandor compartían momentos de concentración mientras Ravenna compartía sus conocimientos.
En una noche oscura mientras viajaban en el carruaje, el silencio pesaba en el aire. Ravenna se recostaba en un extremo del carruaje, perdida en sus pensamientos mientras observaba el paisaje que se deslizaba frente a ella. Sandor estaba al otro lado, sentado en silencio, con la mirada fija en Ravenna, como siempre.
De repente, un recuerdo se filtró en la mente de Ravenna. Recordó un perro que había pertenecido a su hermano André cuando eran niños. Era un perro callejero que André había encontrado y adoptado, un perro que seguía a su hermano a todas partes, ansioso por su atención y cariño, tal como lo hacía Sandor con ella en ese momento.
La comparación le hizo fruncir el ceño. Recordó cómo su hermano solía reír y jugar con el perro, mientras ella observaba desde la distancia. Ahora, se encontraba en una situación similar, siendo seguida por Sandor, quien buscaba su atención y aprobación de la misma manera que aquel perro lo hacía con André, aunque ella no sonreía.
Pero no había momentos para reír a su lado, no habría alegría ni cariño junto a ella, por eso Ravenna le había insistido a Sandor en varias ocasiones que la abandonará porque nada bueno le esperaba sí continuaba a su lado, pero el se siguió negando a ello.
En ese momento invadida por un sentimiento desgradable Ravenna le habló con seriedad.
- Ravenna: Sabes que si te vuelves una molestia no dudaré en matarte.
La amenaza que sonaba con verdad, pero Sandor no pareció asustarse o molestarse, sin embargo, con aceptación respondió.
- Sandor: puede hacerlo maestra, si es lo que considera no la detendré.
- Ravenna: te equivocas sí crees que no lo haría.
- Sandor: está bien maestra, el valor de mi vida es el que usted decida, y sí en algún momento ya no tiene valor alguno para usted puede hacer lo que quiera...
- Ravenna: eres un completo idiota.
Dijo Ravenna frunciendo el ceño y quitando su mirada de Sandor, él, que siempre estába con una mirada expectante sobre ella, no sabía que lograba incomodarla y eso era porque a pesar de todo Ravenna pensaba para sí misma que no dudaría en utilizarlo a su favor incluso sí eso llevaba a desperdiciar la vida que salvó, y esto hacía que Ravenna se diera cuenta de que su sentido de humanidad se perdía poco a poco, y solo quedaba el odio y la necesidad de vengarse.
La ironía de la situación no pasó desapercibida para Ravenna. Ella, que había perdido toda empatía y consideración por los demás, ahora se encontraba en una posición donde alguien la seguía fielmente, sin importarle su naturaleza despiadada.
- Ravenna: \[ni siquiera sé lo que soy ahora mismo...\]
Pensó Ravenna mientras se daba cuenta de lo diferente que se había vuelto hasta el punto de no reconocerse.
Cuando Ravenna y Sandor llegaron a Cádiz, la atmósfera se volvió más sombría. Aunque la ciudad podría considerarse una capital, el ambiente que percibía Ravenna era lúgubre y opresivo. Sin embargo, no había tiempo que perder. Después de pedir algunas indicaciones a los lugareños, Ravenna supo la dirección hacia la fortaleza del Reichstag
El carruaje que los había traído desde Marcandia no podía seguir con el viaje, así que contrataron otro para continuar.
Con dos días por delante hasta llegar a la fortaleza, se pusieron en marcha, pero, durante el trayecto presenciaron un momento desafortunado y cruel. Un hombre fue arrojado desde otro carruaje, herido mortalmente.
- No deberían prestarle atención, por la apariencia de los que lo arrojaron...son grescas de asesinos.
Recomendó el chófer del carruaje contratado, la recomendación del chófer estaba de más, ya que Ravenna no le había dado mayor importancia a lo que vio, sin embargo, eso cambió cuando ella estuvo lo suficientemente cerca como para ver correctamente al hombre arrojado.
- Ravenna: Detente.
Ordenó con firmeza, el chófer se detuvo aunque no quisiera, y en un segundo Ravenna estuvo bajando del carruaje.
- Sandor: ¿maestra que hace?
Preguntó Sandor mientras salía tras ella, no hubo respuesta por parte de ella que se acercó al hombre malherido.
Los ojos de Ravenna se abrieron con amplitud como si estuviera viendo algo increíble y murmuró algo que no llego a los oídos de nadie, Sandor la miraba con intriga pensando en que era lo que estaba pasando por la mente de su maestra, entonces como un lamento la voz que se escapaba del hombre llamó su atención.
- Los mataré... Lo mataré a todos.
Repitió con las últimas fuerzas que le quedaban, Sandor frunció el ceño creyendo que la amenaza era dirigida hacía su maestro.
- Sandor: ¿qué crees que estás diciendo?
El hombre siguió balbuceando, pero Ravenna no podía dejar de mirarlo directamente a los ojos.
Él parpadeó del extraño se volvió cada vez más lento y entonces perdió la consciencia, Ravenna volteó dándole la espalda pero antes dijo.
- Ravenna: traelo.
Sandor la miró con sorpresa y dijo.
- Sandor: ¿maestra quiere decir que lo suba al carruaje?
Ravenna se detuvo a medio subir del escalón del carruaje.
- Ravenna: es lo que dije.
El problema con la lepra es que puede hacer que se deforme la fisionomía de la persona que lo padece y no se trate. En la actualidad tiene cura.