La dulce y amable Mia ve su vida trastocada luego una tragedia familiar, la adolescente tendrá que encontrar la manera de convivir con los hijos de su tutora. Y tendrá que tomar una difícil decisión.
NovelToon tiene autorización de txv para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22
Tan pronto como el coche se detiene, bajo.
Mia: ¡Gracias, Washington!
Washington: ¡De nada, señorita!
Paso junto a los guardias de seguridad, los saludo y subo.
En cuanto se abre la puerta del ascensor, veo a Paula.
Mia: Buenas tardes.
Ella sonríe al verme.
Paula: Hola, buenas tardes, ¿qué tal?
Mia: Bien, ¿y tú?
Paula: Estoy bien, guapa. El jefe vino a preguntar si ya habías llegado hace unos dos minutos.
¿Preguntar por mí?
En cuanto me hago esa pregunta, miro mi celular y, MIERDA, OTROS 3 MINUTOS TARDE.
Hago un gesto y ella dice enseguida:
Paula: ¿Crees que se va a enfadar?
Mia: ¡Mierda! No lo sé, pero ya voy, chao, Paula.
Digo mientras me dirijo rápidamente a la oficina de Armando.
Abro la puerta lentamente, y enseguida entro y la cierro muy despacio. Él obviamente lo oye y gira la cabeza hacia un lado para poder verme.
Armando: ¿Quieres ir a por un café para mí o quieres que te eche la bronca?
Dice con la ceja levantada.
Mia: El café, el café.
Digo mientras dejo mi bolso en la silla.
Mia: ¿Qué café desea, jefe?
Digo con tono de ironía.
Armando: Un expreso doble, con una pizca mínima de canela y bien caliente, no me traigas un café frío.
Mia: Sí, señor.
Digo mientras camino hacia la puerta.
Voy a la cafetería de la empresa, les pido el café a las chicas de la cantina y vuelvo enseguida.
Entro en la oficina de nuevo lentamente.
Armando: ¿Tienes miedo de hacer ruido?
Mia: ¿Eh?
Armando: Cada vez que entras o sales, intentas hacer el mínimo ruido en la puerta, ¿por qué?
Mia: Por nada, sólo para no interrumpirte.
Digo mientras dejo la taza de café en su mesa.
Armando: Gracias.
Dice mientras se levanta, se da la vuelta y se apoya en el escritorio de frente a mí, mientras yo sigo de pie cerca de mi mesa. Si tuviera que describir lo guapo que está con traje, la palabra sería "Perfección".
Me quedo parada un momento mirándole fijamente, pero sin darme cuenta de que le estoy comiendo con los ojos, pero él se da cuenta.
Armando: ¿Qué pasa?
Dice sacándome del colapso en el que estaba entrando.
Mia: Na-nada, sólo estaba mirando la cortina que hay detrás de ti.
Digo intentando disimular, pero fallo.
Armando: ¿Ah, sí? ¿Y qué te parece esa cortina?
Dice mientras deja la taza de café en la mesa, se cruza de brazos y esboza una sonrisa pícara.
Mia: ¡Es la cortina más bonita que he visto!
Digo para provocarle y con los ojos fijos en los suyos. Se pasa la mano por la barbilla y levanta la cabeza, parece que está pensando.
Armando: ¡Tienes una forma extraña de halagar a la gente!
Mia: ¿Qué? No estaba hablando de ti, deja de ser engreído.
Digo mientras voy a mi silla, lo que le hace reírse y volver también a su silla.
Revisé un montón de papeles y pasé información a la tableta. Mientras escribía, mi cuello empezó a fallar y a dolerme, lo balanceé de un lado a otro en un intento de estirarlo. Y de repente llega el recordatorio de la reunión de las 14:30 de Armando, dentro de 35 minutos tiene que estar en Swiftkey, una de las empresas clientes de StaFood. Armando me contó que este es un negocio millonario, y que no podía equivocarme en ningún detalle del portafolio y del informe. Gracias a Dios ya terminé.
Mia: ¿Señor Armando?
Digo llamando su atención, que enseguida me mira por encima del ordenador.
Armando: ¿Señor?
Mia: Bueno, eres mi jefe, ¿no?
Armando: Sí, pero no hace falta tanta formalidad, ¡vivimos bajo el mismo techo, Milena!
Mia: ¡Pero aquí todo el mundo te llama señor!
Armando: Tú no eres todo el mundo. Venga, di ya lo que ibas a decir y asunto zanjado.
Dice con un tono de voz un poco estresado.
Mia: Vale, sólo quería decir que ha sonado el recordatorio de la reunión y que tienes 32 minutos para estar en Swiftkey, ¡y que los documentos necesarios para la reunión están listos!
Armando: ¡Muy bien!
Dice mientras teclea algo en el ordenador, luego se detiene y se levanta.
Armando: Entonces vámonos.
Mia: ¿Cómo que vámonos? ¿Yo también tengo que ir?
Armando: Pero claro, eres mi asistente, Milena, ¿y quién crees que va a explicar este informe y a mostrar el portafolio?
¡QUÉ MIERDA, YO NO, NO, POR FAVOR!
Mia: Pero nunca he hecho algo así antes y esto es muy importante, ¿y si digo algo mal o me confundo con algún número o me equivoco en el nombre de algún producto o tartamudeo o...?
Armando: ¡Milena, confío en ti!
Dice interrumpiéndome y poniéndome aún más nerviosa.
Respiro hondo y bajo la cabeza.
Armando: Eh, no tienes que ponerte nerviosa, es normal, tu primera vez haciendo una presentación importantísima y teniendo que explicarlo todo delante de varios hombres aún más importantes, pero como te he dicho, ¡confío en ti!
¡CREO QUE NO SABE QUE NO ESTÁ AYUDANDO MUCHO CON SUS PALABRAS DE ÁNIMO! Pero no tengo escapatoria.
Mia: ¡Está bien!
Digo cogiendo la tableta y metiéndola en mi bolso.
Armando: ¿Vamos?
Mia: Vamos.
Salimos juntos de la sala y caminamos hacia el ascensor y él dice algo.
Armando: ¿Qué tal ha ido tu mañana?
Pregunta mientras camina y se arregla el pelo, y aparentemente intenta distraerme.
Mia: ¡Ha sido guay!
Armando: ¡Ya lo veo!
Dice burlándose de mi respuesta.
Mia: Ah, en serio, ha sido normal, lo de siempre, me he quedado cerca de los chicos, he hecho los deberes, me he sentado con ellos en la cantina y he estudiado.
Armando: ¿Chicos?
Dice mientras reduce la velocidad de sus pasos.
Mia: Sí, mis amigos Bryan, Ryan, Lee y Jhony.
Lo miro y tiene la ceja levantada.
Armando: ¿No tienes amigas?
Mia: ¡No! Sólo amigos chicos, ¿te lo crees?
Digo con tono de desdén.
Armando: Hum.
Dice con voz fría.
Armando: ¿Y te gusta alguno?
¿QUÉ PREGUNTA ES ESA?
Mia: ¿Qué?
Armando: ¿Te gusta alguno de ellos?
Mia: No tengo por qué decírtelo, Armando.
Armando: Yo... eh... lo sé, sólo tenía curiosidad.
Dice nerviosamente.
Mia: ¡Pues vale!
Por fin se abren las puertas del ascensor.