Jerison parecía ser un príncipe azul, pero resultó ser un moustrou en la vida de Liz.
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La fría visita de Jerison
A la hora de la visita llegaron sus padres, su hijo, sus amigos, Sheila y su pequeño, todos con regalos para la pequeña y flores para la mamá, el único que brilló por su ausencia fue Jerison, Liz lo espereraba, deseaba que el llegara, aun así pudo disimular sus ganas de verlo allí, pensó "qué padre no desea conocer a su hija?" trató de justificarlo en su mente... "quizá se siente mal de verdad y no pudo llegar"
Sus amigos de universidad le preguntaron ¿y el Papá no está? Mary su amiga dijo...— Debe ser que se quedó dormido ahora tiene que haber pasado una mala noche Liz comenzó con dolores en la madrugada. — su amigo Jorge no respondió, pero sintió rabia, "Cómo puede ser que no esté aquí en este momento?" "Liz, no te mereces ésto"
Terminó la hora de visita y comenzaron a despedirse, Liz miraba ligeramente hacia la puerta por ver si Jerison aparecía, sin embargo no llegó. Los últimos en irse fueron sus padres porque el pequeño hermano mayor estaba totalmente embobado con su hermanita, el hijo de Sheila quería estar junto a los niños por eso también Sheila fue una de las últimas en irse.
En la soledad Liz miró a su alrededor habían flores de distintos colores y tamaños, muchos ositos de peluches y bolsas de regalos para ambas, su pequeña estaba dormida, había un silencio absoluto y sus pensamientos invadían su cabeza y pasaba por distintas emociones, sus lágrimas comenzaron a caer sin siquiera una explicación lógica, sentía cansancio, dolor corporal, soledad, y muchas cosas inexplicables y contradictorias, sus ojos quedaron chiquitos de tanto llorar, pero ese desahogo le ayudó a seguir un poco más.
Su pequeña despertó y en ese momento ella salió de su estado melancólico, la tomó en sus brazos para amamantarla, ella era muy distinta a su pequeño, era muy delicada y siempre dormía, tomaba el pecho con suavidad, era una verdadera princesa. Eso que vivía junto a su hija y pensar en su hijo, era lo único que valía la pena en su vida, sentía que nada más tenía sentido.
Jerison por su parte olvidó la hora de visita, cuando se dio cuenta ya había pasado la tarde, la visita era de 15:00 a 17:00 hs y no fue a verla, la llamó por teléfono
Ring... Y se cortó, el teléfono de Liz se descargó. Jerison no se tomó el trabajo de buscar el teléfono de la clínica, simplemente no le importó, salió por la tarde y regresó muy de madrugada, al día siguiente por la mañana volvió a estar con la nana de su hijo y bebía alcohol junto a ella.
A la hora de la visita su mamá y papá llegaron junto al pequeño.
—mamá la nena es Hemosha!— mientras le daba besos en su nariz. Tenía una ligera atracción por esa pequeña nariz de su hermanita.
—Hijo, déjala, fijate que hace caritas de molestia!
—Perdóname por quelelte tanto estúpidita! —le dijo a su hermanita. Todos se hecharon a reír con tal expresión. Ese niño realmente amaba a su hermana y se veía que iba a ser muy protector con ella.
Eran las 16:50 cuando sus padres comenzaron a despedirse, la visita estaba a punto de finalizar, Liz salió al pasillo a despedir a su pequeño apareció al final del pasillo Jerison, vestía muy elegante, su perfume era pasoso, en realidad buscaba opacar el olor a alcohol, aun así se podía sentir levemente.
El corazón de Liz saltó al verlo, se alegró demasiado, cuando se acercó le dijo.
—Cómo estás Liz? —Se paró en forma arrogante, la miró casi con desprecio.
Ella percibió su desprecio y su corazón pasó de la alegría de verlo a la tristeza de sentirse nada.
—Bien gracias y tu? — le respondió con su voz baja.
—Bien, ¿Cómo está la bebé ?
—Bien, pasa a verla.—indicó Liz la puerta abriéndose paso para darle lugar.
Sus padres los dejaron solos, así que no vieron su expresión tan rebajante y tampoco pudieron presenciar que Liz realmente se sintió mal.
—Hola chiquitita.! —dijo Jerison afinando la voz como un niño, le tomó su manito pero ella no despertó. —eres preciosa princesa.
Dijo eso y se marchó, antes de irse le dijo — te darán el alta mañana?
—Creo que si, mañana me dirán si ambas estamos bien nos darán el alta.
—La beba se ve muy bien, tu te ves deplorable! —Le dijo mientras con sus ojos la miraba de arriba a abajo. Sin más decir se fue.
Liz se quedó pensando mucho rato en sus palabras, en el tono de ellas, su forma de mirarla con tanto desprecio, ¿cómo ese hombre que ella amaba no sentía nada por ella, las horas de soledad le daban tiempo para evaluarse, auto examinarse, fue el momento de encontrarse con ella. Su vida era solo tristeza y las alegrías que sentía eran solo como madre.
ay con como te trata desde antes y des de el.prumer aborto como.pudisye seguir con el y casarte y después de todo ya todos te dijeron pero sigue ahí eres masoquista y pues eres yna estúpida que no tienes valor ni te valoras como mujer