“Primero fue una obsesión... luego, una condena disfrazada de amor.”
Dayana dejó atrás su mundo para perseguir un futuro como estudiante de medicina, sin saber que su destino cambiaría con una sola mirada en un aeropuerto. Suang, un hombre frío, poderoso y marcado por la oscuridad, la quiso solo porque no podía tenerla.
La obligó a ser su esposa, no por amor, sino por capricho.
Pero con el tiempo, algo inesperado comenzó a quebrar su control: el amor. Un amor que llegó demasiado tarde.
Encerrada en una jaula de lujos, Dayana aprenderá que no todos los sentimientos salvan… algunos destruyen.
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#13
Al entrar en el Club Excelsior, Alejandro le dijo a Dayana que lo esperara un momento, que ya volvería. Dayana asintió y se sentó en un sofá cercano, mirando alrededor con curiosidad.
Pero después de unos minutos, Alejandro no había regresado y Dayana comenzó a aburrirse. Se levantó del sofá y decidió explorar un poco el club. Caminó por los pasillos, mirando las obras de arte y las decoraciones elegantes De repente, se detuvo frente a un ascensor, después de pensarlo un poco decidió entrar cuando estaba a punto de tocar el botón la puerta del ascensor se abrió dejando ver a varios hombres dentro de este
Dayana abrió los ojos como platos pues frente de ella estaba el mismo hombre del aeropuerto. Al levantar un poco su cabeza se encontró con la mirada de aquel hombre y bajando rápidamente la cabeza entró en el ascensor.
Al entrar en el ascensor, Dayana se sintió invadida por una sensación de nerviosismo y ansiedad. La mirada del hombre del aeropuerto había sido intensa y había hecho que se sintiera desnuda y vulnerable. Además, el hecho de que los otros hombres que estaban con él estuvieran armados había aumentado su sentido de peligro.
Dayana se apoyó en la pared del ascensor y cerró los ojos, intentando calmarse y procesar lo que acababa de suceder. Pero su mente estaba llena de preguntas y dudas. ¿Qué estaba haciendo ese hombre aquí? ¿Y por qué estaba rodeado de hombres armados?
El ascensor se detuvo en una planta y las puertas se abrieron. Dayana salió del ascensor casi corriendo y pasando por varios pasillos volvió a donde estaba, justo cuando se disponía a sentarse y calmar su respiración acelerada Alejandro volvió.
Alejandro se acercó a Dayana con una sonrisa en su rostro, pero Dayana no pudo evitar notar la preocupación en sus ojos.
-Lo siento, me retrasé un poco- dijo Alejandro, sentándose a su lado. -¿Estás bien? Te ves un poco pálida-
Dayana intentó sonreír, pero no pudo evitar que su voz temblara un poco. -Estoy bien- dijo -Solo me sentí un poco abrumada por un momento-
Alejandro la miró con curiosidad, pero no presionó el tema. -Bueno, ¿qué te parece si vamos a tomar un trago en el bar?- sugirió. -Puedo presentarte a algunos de mis amigos-
Dayana asintió, agradecida por la distracción. -Me encantaría- dijo.
Mientras se dirigían al bar, Dayana no pudo evitar mirar alrededor, buscando al hombre del aeropuerto. Pero no lo vio por ninguna parte.
En el bar, Alejandro la presentó a varios de sus amigos, y Dayana intentó relajarse y disfrutar de la velada. Pero no podía sacudirse la sensación de que algo no estaba bien.
De repente, Dayana miró la hora y se dio cuenta de que faltaba poco para el mediodía. Se sintió un poco nerviosa, ya que sabía que si no llegaba al hospital antes del mediodía, no podría entrar.
-Alejandro, lo siento- dijo Dayana, tocando su brazo. -Pero creo que ya es hora de que me vaya. Si no llego al hospital antes del mediodía, no podré entrar-
Alejandro la miró con sorpresa, pero luego asintió. -Claro, entiendo- dijo. -Te acompañaré a la salida-
Dayana se levantó del asiento y se despidió de los amigos de Alejandro. Mientras se dirigían hacia la salida, Dayana se sintió aliviada de estar saliendo del club y poder llegar al hospital a tiempo.
Al llegar a la salida, Alejandro se detuvo y se volvió hacia Dayana. -¿Quieres que te acompañe al hospital?- preguntó.
Dayana sonrió y negó con la cabeza. -No, gracias- dijo. -Puedo ir sola. Pero gracias por la oferta-
Alejandro asintió y se despidió de Dayana con un beso en la mejilla. -Que tengas un buen día- dijo.
Dayana sonrió y se despidió de él, sintiendo un poco de alivio al salir del club y regresar a su rutina diaria en el hospital. Ya en el taxi Dayana no podía dejar de pensar en aquel hombre, aunque no pudo detallarlo bien se dio de cuenta de la gran diferencia de altura que había, era muy notable, pues ella a duras penas y le llegaba abajo del pecho además de que ella es mucho más pequeña en contextura, ese hecho la intimida un poco, sin dejar de lado su pesada mirada pues en el ascensor sentía que le estaba taladrando la espalda.
Dayana entró en el hospital y se dirigió directamente a su habitación. Se sentía aliviada de haber llegado a tiempo y de haber podido escapar de la situación incómoda en el club.
Al entrar en su habitación, Dayana se desvistió y se metió en la cama, sintiendo un gran cansancio después de la noche anterior y la mañana en el club. Se acostó y cerró los ojos, intentando relajarse y olvidar los eventos del día.
Pero justo cuando estaba a punto de quedarse dormida, escuchó un golpe suave en la puerta. Dayana se sentó en la cama y miró hacia la puerta, preguntándose quién podría ser.
-¿Quién es?- preguntó Dayana, intentando mantener la voz firme.
-Señora Kim- respondió una voz suave desde el otro lado de la puerta. -Tengo algo importante que hablar con usted-
Dayana se sintió intrigada y se levantó de la cama para abrir la puerta. Se encontró con la señora Kim, que llevaba una expresión seria en su rostro.
-¿Qué pasa, señora Kim?- preguntó Dayana, sintiendo un poco de preocupación.
-Es sobre su visita al club- dijo la señora Kim, con una voz baja y seria.