“Primero fue una obsesión... luego, una condena disfrazada de amor.”
Dayana dejó atrás su mundo para perseguir un futuro como estudiante de medicina, sin saber que su destino cambiaría con una sola mirada en un aeropuerto. Suang, un hombre frío, poderoso y marcado por la oscuridad, la quiso solo porque no podía tenerla.
La obligó a ser su esposa, no por amor, sino por capricho.
Pero con el tiempo, algo inesperado comenzó a quebrar su control: el amor. Un amor que llegó demasiado tarde.
Encerrada en una jaula de lujos, Dayana aprenderá que no todos los sentimientos salvan… algunos destruyen.
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#21
Alejandro frunció el ceño al ver la expresión de Dayana–¿te encuentras bien?– pregunto inclinándose un poco sobre la mesa
–sí... Si–contesto Dayana con una sonrisa nerviosa–no es nada, solo me tomaste por sorpresa
Alejandro la miró aún con el ceño fruncido, no le creía, pero prefirió no preguntar para no incomodarla–entiendo...–dijo con voz suave
Dayana forzó una sonrisa mientras bebía un poco de pino para calmar el temblor de sus manos. Después de un rato más charlando la cita se terminó y Alejandro Después de insistir mucho llevo a Dayana al hospital
–espero y lo hayas pasado bien–dijo mientras habría la puerta del auto
–si, muchas gracias–Dayana sonrió e hizo una pequeña reverencia–la pase muy bien
Alejandro sonrió a un más y despidió de Dayana, Dayana salió del auto y se despidió de Alejandro con una sonrisa. Mientras veía alejarse el vehículo, se sintió un poco aliviada de haber podido pasar una noche agradable con él. La conversación había fluido bien, y había disfrutado de su compañía.
Al entrar en el hospital, Dayana se dirigió hacia el ascensor que la llevaría a su habitación en el piso superior. Mientras subía, se sintió relajada y contenta después de una noche agradable.
Al llegar a su habitación, Dayana se cambió de ropa y se preparó para dormir. Mientras se metía en la cama, pensó en Alejandro y en la posibilidad de construir una bella amistad.
Al día siguiente, Dayana se despertó sintiéndose renovada y lista para enfrentar el día. Se levantó de la cama y se preparó para ir a trabajar.
En el hospital, Dayana se dirigió a la habitación de Suang para realizar su ronda de visitas. Al entrar, lo encontró sentado en la cama, con una mirada intensa que la tomo por sorpresa.
—Buenos días—dijo Suang, su voz baja y sensual.
—Buenos días—respondió Dayana, tratando de sonar profesional—. ¿Cómo se siente hoy?
Suang sonrió ligeramente.
—Me siento bien—dijo—. Pero tengo algo que hablar contigo.
Dayana se sintió intrigada a pesar de sí misma.
—¿Qué es?—preguntó, sonar lo mas firme posible.
—Quiero hablar sobre mi atención —dijo Suang—. Y también sobre ti.
Dayana se sintió un poco sorprendida por su respuesta.
—¿Sobre mí?—repitió.
Suang asintió.
—Sí. Mira Dayana, mi trabajo es peligroso y siempre tengo uno que otro percance... a sí que tome la decisión de que ahora trabajaras para mí, serás mi enfermera privada
Dayana se quedó en silencio tratando de procesar lo que había escuchado– ¿Disculpe?– pregunto incrédula ante tal declaración
–lo que escuchaste, ahora trabajas para mí... así que empaca tus cosas, saldremos al atardecer
Dayana se quedó atónita ante la declaración de Suang. No podía creer que estuviera sugiriendo que ella trabajara para él como su enfermera privada. La idea de estar a su disposición las 24 horas le erizaba la piel de la nuca
—¿Qué?—preguntó de nuevo, tratando de ganar tiempo para procesar la situación—. No puedo simplemente dejar mi trabajo aquí en el hospital para trabajar para usted.
Suang se encogió de hombros.
—Puedes renunciar—dijo con una sonrisa—. Estoy seguro de que no te será difícil encontrar un nuevo trabajo cuando termine tu contrato conmigo.
Dayana se sintió indignada ante su actitud.
—No es tan simple—dijo—. Tengo responsabilidades y compromisos aquí.
Suang se inclinó hacia adelante, su mirada intensa y penetrante.
—Dayana, no te estoy pidiendo que lo pienses—dijo—. Te estoy diciendo que vas a trabajar para mí. Y si no lo haces... bueno, digamos que no será bueno para ti.
Dayana sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la amenaza implícita en sus palabras. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar. Una parte de ella quería negarse y mantenerse lo más lejos posible de Suang, pero otra parte sentía una curiosidad morbosa sobre qué podría pasar si aceptaba su oferta.
—¿Qué implica exactamente trabajar para usted?—preguntó finalmente, tratando de ganar tiempo para pensar.
Suang sonrió de nuevo, esta vez con una sonrisa que parecía casi una victoria.
—Eso lo discutiremos más tarde—dijo—. Ahora, solo empaca tus cosas y prepárate para salir al atardecer. Mi conductor vendrá por ti.
Y con eso, Suang se recostó en la cama, dando por terminada la conversación. Dayana se quedó allí, sintiendo una sensación de incertidumbre y miedo sobre lo que podría suceder a continuación.
Dayana salió de la habitación de Suang sintiendo una sensación de confusión y ansiedad. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante la situación. Se dirigió a la oficina del doctor Lee, para tratar de obtener más información.
—Doctor Lee, necesito hablar con usted—dijo Dayana, cerrando la puerta detrás de ella.
El doctor Lee la miró con una expresión seria.
—¿Qué pasa, Dayana?—preguntó.
—Suang, el paciente de la habitación 304, me ha pedido que sea su enfermera privada—dijo Dayana—. Me ha dicho que ya ha hecho todo esta resuelto
El doctor Lee asintió con la cabeza.
—Sí, Dayana. Suang ha hecho todos los arreglos necesarios. Ya no trabajas para el hospital. Ahora eres empleada de Suang.
Dayana se sintió atónita.
—¿Cómo es posible?—preguntó—. No he aceptado nada.
El doctor Lee se encogió de hombros.
—Suang es un hombre muy influyente, Dayana. Ha hecho una oferta que no hemos podido rechazar. Lo siento.
Dayana se sintió una sensación de rabia y frustración. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante la situación. Se sentía atrapada y sin opciones.
—¿Qué debo hacer ahora?—preguntó.
El doctor Lee se levantó de su silla y se acercó a ella.
—Dayana, creo que deberías hablar con Suang y tratar de entender qué quiere de ti—dijo—. Pero ten cuidado. Suang no es un hombre común.
Dayana asintió con la cabeza, mientras se undia en sus pensamientos, ¿que se supone que haga ahora? y ¿a donde me llevara suang?