Bertha

Amor, voy a ir a una reunión del adulto mayor, estoy muy aburrida en casa cada que te vas a trabajar.

Claro que sí mi amor, si quieres, yo te llevo y más tarde paso por ti, hoy descanso.

Gracias, tesoro, pero prefiero ir sola, quiero caminar un rato no está muy lejos.

Como gustes, mi amor, de todos modos cualquier cosa me llamas o me mandas un mensaje.

Eso no lo dudes.

Cuídate mucho mi amor. Ya sabes que aquí estoy.

Algunas amigas de Bertha la invitaron a esa reunión y ella les hizo caso porque quería espabilarse un rato.

Ahí se encontró con Julieta, Rebeca y Nora, antiguas amigas que reaparecieron algunos años atrás, pero no habían tenido mucha comunicación.

Bertha, nos da mucho gusto que estés aquí.

Habrá lotería, antojitos mexicanos y alguno que otro concurso. También vendrá una señora a darnos unas pláticas.

¿Pláticas sobre qué tema?, preguntó Bertha.

Sobre la vejez, sobre lo hermoso que era pues sentirte bien y no culparte por cosas del pasado.

Ay, pero, ¿qué dices?, si yo no soy ninguna vieja.

Claro que no somos viejas, pero de algo nos van a servir las pláticas, jajaja...

Bueno, no perdemos nada con ir, apurémonos que se nos hace tarde.

Media hora después ya estaban en el salón donde serían las pláticas.

Una mujer muy elegante pasó al frente y saludó a todas las señoras presentes.

Buenas tardes, mi nombre es Margarita Juárez, yo soy la coordinadora de la lotería, en un momento jugaremos. Mis compañeras les van a pasar algunas cartas para que escojan dos y nos ponemos a jugar, ¿está bien!, cuando estén todas listas me dicen.

Quince minutos después, todas jugaban a la lotería.

Berta estaba muy animada porque iba ganando muchas cosas muy bonitas.

Sus amigas también estaban contentas porque habían ganado algunas cosas menos que Bertha, por supuesto.

Reinaba la alegría.

La mujer que se había presentado como Margarita, les habló.

Chicas, es hora de un pequeño aperitivo, si quieren lavarse las manos para que puedan comer.

Con una algarabía general las señoras mayores se fueron a lavar las manos.

Antes de que empiecen a comer déjenme decirles que más tarde vendrá la señora Eli Zapata a darles un tema muy importante.

Bertha devoró todo lo que le pusieron enfrente.

Está muy rico todo esto, dijo ella.

Oye, qué bonita cadena esa que traes, brilla bastante.

Me la regaló mi esposo antes de morir, dijo que era única que no había otra cadena igual.

Está muy hermosa le ha de haber costado una fortuna, dijo Rebeca.

Pues claro las cosas hermosas cuestan.

Julieta y Nora cruzaron las miradas y después sonrieron, tiene razón Rebeca, es muy hermosa tu cadena.

Gracias, pero no se las presto porque es mía. Jajaja...

Las cuatro chicas sonrieron felices.

Las señoras que estaban de apoyo recogieron todos los desechables en una bolsa negra gigante.

Luego acomodaron todas las mesas de manera que pudieran ver bien a la mujer que daría las pláticas.

Margarita pasó al frente, nuevamente.

Chicas, ¿cómo se la están pasando?

Todas gritaron casi al unísono.

¡Bien!

Todo esto que estamos haciendo es para que todas ustedes se sientan bien y puedan convivir, que no crean que una mujer porque ya tenga más de 70 años no sirve para nada. Al contrario, tienen muchas cosas que explicarnos y muchas vivencias, además, experiencia en cosas de la vida. Para nosotras es muy grato poder servirles y haber estado con ustedes aunque sea un momento. Y ahora les voy a presentar a la señora Eli Zapata, ella nos viene a dar un tema muy importante, "la vejez signo de vida y experiencia", démosle un fuerte aplauso, por favor.

Se oyó una lluvia de aplausos de todas las señoras se sentían muy a gusto en ese lugar.

Eli Zapata pasó al frente y saludó a toda la concurrencia.

Buenas tardes, señoras. Como ya dijo aquí mi compañera Margarita, soy Eli Zapata y vengo a darles un tema muy importante que de seguro les va a gustar mucho.

Bertha no supo por qué, pero la imagen de Eli Zapata le llamó bastante la atención.

Pero no era a ella a la que estaba mirando sino a la cadena que tenía en su cuello. Por alguna causa que ella ignoraba esa cadena era idéntica a la suya sin más ni más.

"Pero, ¿qué significa esto?", se dijo para sí misma.

Las compañeras de Bertha la miraron con desconcierto, ¿qué te pasa amiga? Parece que viste al diablo.

No lo des a notar ahora, pero fíjate en la cadena que tiene Eli, es igualita a la mía.

Y por qué estás así, cualquiera puede tener cadenas iguales ya ves que se hacen muchas.

Sí, pero cuando mi esposo me la dio me dijo que no había otra cadena igual no entiendo qué está pasando.

Tal vez hubo un error y tu esposo pensó que era única.

¿Tú crees que mi esposo no se iba a fijar en eso si él era un hombre muy experto e inteligente?

Amiga, al mejor cazador se le va la liebre, dijo Rebeca.

Tal vez tengas razón, pero insisto, ¿por qué Eli tiene una cadena igual a la mía?

Eli paseó la vista por todas las señoras presentes, y, de pronto reconoció a Bertha de entre todas.

"Esta señora es la viuda de Félix, él la tenía en una foto en su despacho de Estados Unidos. Solo que han pasado muchos años".

"Al parecer, Félix creyó que nunca nos íbamos a encontrar, ya que a ambas nos regaló una cadena igual".

"Bueno, esto no importa, en realidad han pasado muchos años ya, ¿que más da?

Eli empezó con su plática, pero Bertha no se iba a quedar tranquila ni con la duda encima, así que la abordó de inmediato.

¿Por qué tienes una cadena igual a la mía?, le preguntó sin rodeos.

Yo podría preguntarte lo mismo, dijo Eli.

Mi esposo me dijo que mi cadena era única, ¿acaso me mintió?

¿Quién es tu esposo?

Félix, pero él murió hace algunos años.

Eli palideció, su observación había sido confirmada.

Ok, ¿te parece si hablamos de esto más tarde? Tengo que dar la plática.

Bertha se fue a su lugar y esperó pacientemente a que Eli terminara su tema.

Más tarde, Margarita despidió a todas las señoras, solo se quedaron ella, Bertha y Eli.

Ahora sí vamos a hablar. Sí, yo fui amante de Félix, él me prometió que la casa y toda su fortuna pasarían a mis manos, pero justo cuando iba a hacer la transferencia a mi nombre, surgió ese accidente del avión. Prácticamente, me dejó en la calle. Afortunadamente, logré salir adelante, y ahora me dedico a dar conferencias, y pláticas para señoras mayores.