La historia gira en torno a dos amigos-enemigos que por errores del pasado tuvieron un futuro casi desvanecido.
Advertencia, la novela contiene decripción explícita sexual.
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Capítulo 23: Sinceridad.
Ajenos a todo lo que estaba ocurriendo con sus amigos, Odris y Sayer llegaban al salón del pelirrojo. El lugar estaba vacío por lo que se podría cambiar tranquilo, entraron y cerraron la puerta con seguro.
Sayer lo primero que hizo fue sacarse la peluca y el maquillaje, sus labios habían quedado un tanto rojos después de quitarse el labial. Ahora le tocaba el vestido.
—¿Me ayudas?— le pidió el pelirrojo dándole la espalda.
Odris se levantó del asiento donde descansaba y se acercó al chico. Deslizó suavemente el cierre del vestido hasta llegar cerca de la hendidura. El mayor sintió un extraño deseo al ver esa blanca piel, como si quisiera marcarla con besos y mordidas. Con la mente completamente ida, se acercó a ese cuerpo y lo aferró dándole suaves besos. Las mejillas de Sayer se sonrojaron de golpe y un calor comenzó a subir por su cuerpo.
—O-dris— dijo apenas tratando de detener esos fugaces labios que lo marcaban una y otra vez.
Pero el mayor no escuchó, estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos y en sentir con sus manos esa suave piel. Sayer cerró los ojos tratando de mantener la compostura, no era buena idea dejarse llevar en esos momentos, habían muchos alumnos e invitados dando vueltas por el lugar, alguien podía entrar y ser vistos. Pero los labios de Odris se paseaban ahora por su cuello, se pasó hacia adelante y lo tomó del rostro para darle un profundo beso. Sayer sentía el cuerpo arder bajo ese suave toque, más bien era algo lujurioso, como si sus sentimientos no pudiesen detenerse. El menor levantó una de sus manos y cubrió sutilmente los labios ajenos, alejándolos.
—Espera— le dijo Sayer tratando de recuperar el aire—. Estamos en la universidad, alguien nos puede ver.
—Lo siento— dijo Odris dándole un beso en los dedos—. Creo que eres peor que una droga.
El pelirrojo sonrió.
—Terminaré de vestirme.
El mayor asintió y se alejó para sentarse, Sayer terminó de desvestirse y arreglarse bajo la atenta mirada del mayor.
Mientras en los pasillos desolados, Indigo y Aidan continuaban su camino hacia el salón de clases. El pelinegro se soltó de la mano del mayor y lo miró enojado.
—¿Ahora qué te pasa?— le preguntó el castaño con molestia.
—¿Por qué te empeñas en meterte en mí vida?. ¿Quién te dio el permiso de decirle a Kilian qué nos vamos a casar?. ¡No tienes ningún maldito derecho!.
—¡Tengo todos los putos derechos!— le gritó Indigo harto de las reclamaciones del chico—. ¿Quieres qué vea cómo otro te besa?. No Aidan, nos vamos a casar te guste o no, y ninguno será infiel con el otro.
El pelinegro se quedó con las quejas en la boca, mucho no podía decir pues Indigo hace rato se había alejado de Brenda, y por lo visto tampoco tenía algo con Gladys. ¿Qué carajos quería entonces?. ¿Hasta cuándo no dejaría de humillarlo?.
—No creas que cuando nos casemos las cosas van a cambiar entre nosotros. No te creas que tienes un mínimo poder sobre mí, no eres nada y seguirás siendo nada para mí— le dijo Aidan pasando por su lado.
Indigo apretó los puños tratando de mantener la línea de su enojo a un límite que no pasara a más. Sabía que su relación no sería fácil desde el principio, menos si siempre pelearon y trataron de estar encima del otro haciendo que los sentimientos de envidia y odio creciera en ellos. Trató de calmarse y siguió al chico al salón.
Al llegar tuvieron que tocar por encontrarse la puerta con seguro, Odris les abrió.
—Han demorado, creímos que estaban en otro salón— les dijo dándoles espacio para que entraran.
—Tuvimos un problema en el camino— dijo Indigo.
Aidan entró completamente enojado sin decir una palabra, Sayer frunció el ceño al ver a su amigo con ese rostro. El chico fue a sacarse el maquillaje y la peluca.
—¿Estás bien?— le preguntó el pelirrojo.
—No, estoy enojado y harto de toda esta mierda. Indigo se cree que puede manejar mi vida, pero ese idiota está muy equivocado. Es un maldito imbécil— dijo Aidan mientras se sacaba el maquillaje.
Sayer sintió de pronto como esa energía densa se hacía presente nuevamente, un odio irracional por ideas absurdas. Su amigo realmente debía madurar y dejar de lado ese sentimiento tan malo por Indigo. Se notaba que el chico ya no quería seguirse llevando mal con Aidan, y que estaba haciendo todo lo posible por agradarlo, más ahora que se iban a casar. Pero su amigo estaba cegado por una ira irracional, debía cambiar su mente de alguna manera.
—¿Qué te parece si salimos a beber hoy?— le preguntó Sayer tratando de calmarlo. No era bueno llevar en el corazón una mancha tan grande.
Aidan lo quedó mirando.
—Está bien, pero no iremos en mi moto, quiero beber hasta quedar borracho y en lo posible olvidar.
—Está bien, eso será una buena terapia— le dijo Sayer. Miró a Odris, el chico entendió que le enviaría un mensaje más tarde para contarle de sus planes con su amigo—. Ahora termina de arreglarte y salgamos por algo de comer, después podríamos ver el concurso de baile.
Aidan asintió con el enojo más bajo, Sayer era al único que escuchaba cuando estaba con mucha ira, el pelirrojo siempre lograba calmar su espíritu. Odris e Indigo salieron del salón y fueron al suyo para cambiarse las ropas.
—Está furioso— le dijo Indigo a su amigo mientras caminaban por un pasillo.
—¿Qué sucedió?.
—Kilian lo estaba besando, lo tenía acorralado en la pared. Se notaba que Aidan no quería. Así que golpee a Kilian, lo separé de él. Cuando nos íbamos, el idiota me gritó que yo no tenía derechos sobre Aidan, literalmente me puse como una bestia y le grité que yo tenía todos los derechos sobre él porque nos vamos a casar— le contó el castaño.
Odris lo miró con la boca abierta, realmente esa no había sido una buena idea, menos gritar a los cuatro vientos del matrimonio si Aidan aún no lo aceptaba.
—No eres muy sutil para hacer las cosas, Indigo. Sabes que es difícil para Aidan aceptarte en su vida. Limpiar el odio de tantos años no será fácil, tienes que aprender a darle lo que quiere no ha imponerle tus ideales. Si sigues así terminarás perdiendo a Aidan para siempre— le dijo Odris tratando de aclararle la mente a su amigo.
Indigo no dijo nada, después de todo el pelinegro tenía razón. Mientras que Aidan y Sayer terminaban de arreglarse para salir a dar una vuelta por la universidad y ver como iba el tema de las promociones y el concurso de baile. Además probarían la comida de los stand, había de todo para degustar ese día.
Durante esa tarde Sayer mantuvo a su amigo distraído con bromas y habladurías, de vez en cuando veía su teléfono para mensajearse con Odris. El mayor estaba al tanto que saldrían a beber por la noche.
—Has estado toda la tarde conmigo— le dijo Aidan a su amigo—. ¿No extrañas a Odris?.
Sayer sonrió.
—Nos veremos después, no te preocupes— dijo el pelirrojo.
Aidan asintió, el resto de la jornada se la pasaron ayudando a las chicas de los cursos mayores. Eran las seis de la tarde cuando la universidad comenzó a cerrar sus puertas a los visitantes. Varios alumnos después de ordenar regresaron a sus casas. Los dos amigos se dirigieron al estacionamiento, el Audi no estaba. Aidan ignoró aquello y se subió a su moto, Sayer ya sabía que los chicos se habían ido porque Odris le avisó antes.
—Iremos a casa, nos daremos un baño y te pasaré a buscar— le dijo Aidan mientras le pasaba el casco.
—Dijiste que no iríamos en tu moto— dijo el pelirrojo ajustándose el broche.
—Iremos en taxi— le sonrió.
Se pusieron en marcha hacia sus casas, Aidan pasó a dejar a su amigo y luego se fue a su hogar. Estaba seguro que sus padres le preguntarían por Indigo, tal vez creerían que saldrían juntos.
Llegó a su casa y estacionó la moto, luego entró. Sus padres estaban en la sala, lo saludaron al verlo pasar. Arturo le iba a preguntar algo pero el chico se fue a su habitación rápidamente.
Se metió cerrando con seguro, dejó sus cosas ordenadas y luego fue a darse una ducha, mientras lo hacía pensaba en el lugar que quería visitar para beber. No quería que les pasara lo mismo de la última vez, o que Indigo los encontrara. Algo que no fuera muy lejos.
Minutos más tarde salía del baño para vestirse, se puso perfume y arregló su cabello. Esa noche tal vez esperaba tener alguna conquista, una chica linda que quisiera algo sin compromiso.
—Soltero y apuesto, estoy en mis mejores años— se dijo mirándose al espejo.
Tomó su celular, billetera y llaves, esa noche Rayo se quedaría en casa. El taxi estaría bien para salir a embriagarse. Eran cerca de las ocho de la noche cuando salió de su habitación.
—¿A dónde vas?— le preguntó Cleissy viendo lo arreglado que iba.
—Saldré a divertirme— le dijo Aidan caminando a la puerta.
—Supongo que con Indigo.
—Supones mal, iré con Sayer— abrió la puerta y cerró rápidamente tras de si. No quería que su madre lo bombardeara con preguntas.
Caminó a las afueras de su casa, vio el Audi de su rival. Comenzó a caminar mientras llamaba un taxi. Después de pedirlo se dispuso a esperar, mientras lo hacía se puso a buscar en internet un lugar para beber que no fuera Olimpo. Encontró uno llamado Prometeo, vio la dirección no quedaba lejos.
El taxi llegó y subió, dio primero la dirección de Sayer. Minutos más tarde llegaban a la casa del pelirrojo, el chico lo esperaba afuera, se subió saludando.
—¿Has encontrado un lugar?— le preguntó Sayer.
—Se llama Prometeo, se ve prometedor— bromeó haciendo reír a su amigo.
—Bien, veamos que tan bueno es.
Las calles se tornaban más luminosas, el auto se detuvo en la dirección señalada. Ahí frente a ellos estaba un bar de varios colores luminiscentes. Muchos grupos de amigos y pocas parejas, parecía el lugar de reuniones que estaba buscando. Esperaron a que la fila avanzara y entraron. Dentro el color azul y verde predominaba, habían un escenario y un piso más arriba, luego el tercero que era una terraza gigante. La barra estaba llena por jóvenes y amigos que pedían sus tragos, cervezas, vinos y licores por doquier.
—Busquemos una mesa— le dijo Aidan.
Caminaron hasta la terraza y buscaron una mesa, luego Sayer se levantó y fue a comprar una jirafa de cerveza. Si su amigo quería beber, entonces beberían. Además era el momento para hablarle de lo que tenía en mente, tal vez las cosas con Indigo siempre fueron equívocas o mal interpretadas. No le extrañaría que sentimientos tan inmaduros hayan hecho crecer a dos personas como raíces torcidas.
Fue a la barra e hizo el pedido, mientras esperaba le envió un mensaje a Odris para avisarle donde estaban. Le mandó la ubicación. Luego recibió la jirafa y los dos vasos, se los llevó a la mesa.
—Guoo esto si es licor— sonrió Aidan.
—Bien, tú querías tomar, así que aquí está— le dijo Sayer sirviendo los vasos.
Chocaron los cristales y bebieron. Las dos primeras rondas pasaron como agua mientras conversaban de cosas varias. El pelirrojo sirvió nuevamente los vasos, miró a su amigo y supo que era el momento de hablar.
—Aidan, ¿por qué no le das una oportunidad a Indigo?.
La pregunta tomo por sorpresa al pelinegro que se atoró con la cerveza.
—Cof, cof, cof, ¿de qué carajos estás hablando?— preguntó mientras se limpiaba la boca.
—Creo que ustedes malinterpretaron las cosas desde pequeños, puede ser que no era odio real lo que sentían si no una admiración por el otro. Tal vez un querer o algo más que con el tiempo se fue haciendo más grande— le dijo Sayer.
—¿Por qué me estás diciendo esto?— Aidan estaba algo sorprendido de que sua amigo le hablara de algo así.
—Indigo ha cambiado mucho este último tiempo, ha estado como sombra detrás de ti, pero no como una amenaza si no más bien como un tipo protector— le explicó el pelirrojo.
El chico se quedó pensando un momento, a decir verdad Indigo lo había salvado de Kilian, el rubio realmente estaba descontrolado. Pero le era difícil imaginarse que su rival cambiara tanto, luego recordó el colgante de corazón y de las palabras del padre diciendo que él mismo lo había comprado por su cumpleaños. Además de eso y en silencio recordó los dos besos que se dieron por circunstancias extrañas, y eso si que había sido muy peculiar. Aún no se decidía a como se sintió realmente.
—Estoy confundido por lo que me estás diciendo, es imposible que Indigo sienta algo ajeno por mí que no sea rencor— le dijo Aidan.
—Creo que el único que sigue con esos sentimientos eres tú Aidan, trata de estudiar eso— le dijo Sayer bebiendo de su vaso.