Esteban es totalmente serio e incluso, un poco amargado; pero debe aceptar la derrota ante una apuesta con su mejor amigo y presentarse en una cita a ciegas en determinado lugar, donde coincide con una rubia que ya conoce.
Sabe que ella no es su cita, pero verla allí, con mirada pícara y burlona, lo hace bufar porque sabe que no demorará en molestarlo.
Soledad ha estado soltera por cinco años, así que, con la esperanza de encontrar el amor, descarga una aplicación y empieza a hablar con Sergio, con quién se verá esta noche. Aunque en su campo de visión aparece su jefe, el cual la fastidia y se odian mutuamente.
Sin embargo, la velada es una decepción para ambos, ya que sus citas no son lo que esperaban, ni lo que desean volver a ver, por lo que Esteban tratando de salvarse, se toma atribuciones indebidas con su empleada, e inventa una tonta excusa. Una que recordarán toda su vida.
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Sorpresa
La cercanía de Esteban puede interpretarse de muchas formas, pero Soledad está segura que solamente es para molestarla o ponerla nerviosa, cosa que todavía no ha logrado.
La rubia le sonríe cuando ambas narices se rozan y espera pacientemente que el CEO baje sus labios hacia el mentón, como ella lo hizo estando Nora presente, pero se lleva la sorpresa del mundo cuando siente sus labios rozar con los de Esteban y antes de poder separarse de él, este agarra su cuello desde la nuca y le atrae para besarla.
Los ojos del CEO permanecen cerrados mientras que los de su secretaria están abiertos por la impresión. El corazón de Esteban bombea con tranquilidad porque es algo que ha deseado y quiere tomárselo con calma, mientras que el de Soledad parece que sufrirá un infarto.
Ella no entiende por qué lo hace, pero se da cuenta de que ha correspondido el vaivén de los labios ajenos, así como la lenta danza de sus lenguas. Por un solo minuto, acepta tal juego y cierra los ojos, aún sin tocarlo, ya que sus manos están esposadas.
El agarre de Esteban se hace más fuerte y le evita poder escapar de él, aunque tampoco lo intenta, pero parece que quiere prevenir eso. Vuelve el beso más rápido y feroz, como si ya no pudiese contener el hambre que tiene por su secretaria y termina mordiendo su labio inferior para finalizar el beso, al sentir que se quedan sin aire.
—¿Y eso por qué fue?— cuestiona ella, aún sintiendo el calor de sus labios.
—Ya te dije, te devuelvo lo que me has dado. — responde alejándose de ella, tanto su cara, como su mano. Además, de pararse correctamente.
—Fue en el mentón— aclara ella.
—Es cierto— vuelve a acercarse y le besa el mentón con rapidez, sintiendo ese delicioso perfume que lo ha vuelto loco en varias oportunidades.
Principalmente, cuando fingieron ser un matrimonio en el restaurante con sus citas fallidas. El verla más libre y sonriente, le encantó. Pero, cuando ella se puso de pie siguiéndole el juego, comprendió que despertaría varias sensaciones en él.
Como el primer día que la conoció y los tantos correos que se enviaron.
Recordar eso es algo que lo hace sonreír de inmediato y Soledad lo ve.
—¿Por qué tienes esa cara?
—Creo que es la primera vez que te veo tan tranquila.— dice riéndose.
—Me siento obligada a hacerlo, sino no tengo oportunidad de salir de aquí.
—No te preocupes. El abogado hará su trabajo y saldremos hoy.
— ¿Le puedo preguntar algo?— él asiente y ella continúa— ¿Por qué le gustan todas las mujeres locas? Primero me tuve que defender de Dulce, ahora de Nora, ¿qué otra aparecerá?
Esteban le da la razón a Soledad, pero no puede decirle qué otra loca puede aparecer en su vida, porque sino ella lo golpeará por llamarle así.
Y sí, la verdad es esa. Su secretaria le gusta. En un principio, le atrajo su personalidad y pensó que debería darle una oportunidad laboral para que sepa manejarse en ese mundo, pero con él paso de los días, admitió que ella es una mujer original y sincera. No tiene una doble cara, no trata de caerle bien a todo el mundo y ayuda a quien lo necesita.
¿Ella es la siguiente loca qué quiere en su vida? ¡Sí!
El abogado golpea la puerta y Esteban le da el permiso de ingresar antes de verse obligado a responder sobre las mujeres que compartieron una noche con él.
—Intenté hacer lo mejor que pude— empieza el hombre—, pero la jueza quiere presionar a Soledad a que cumpla seis meses en prisión por agresión o que pague una fianza bastante alta.
— Pagaré, no importa la suma. — asegura Esteban.
¿De qué sirve tener dinero si no puede gastarlo en algo interesante?
Él sabe que algo oculta esa jueza porque con el simple nombramiento de su apellido, ha podido sacar a otros de sus empleados de una comisaría sin tener que gastar dinero, ni presentar al abogado.
Sin embargo, por alguna razón, Soledad es quién más la estaría pasando mal, quién ha estado más tiempo allí, a la que no le querían permitir visitas, etc.
Si bien siempre se jacta de tener poder y solucionar todo con un simple chasquido de dedos, Soledad parece ser demasiado importante para esta comisaría.
—Saldré unos minutos— avisa Esteban.
Se acomoda el blazer de su traje y sale con calma para averiguar qué está pasando, mientras que el abogado se queda con Soledad para mostrarle la cantidad de documentos que debe firmar y la suma que debe depositarse para su libertad.
Esteban llega a un escritorio y le pide al agente policial que lo lleve hasta donde está la jueza que ha dictaminado la fianza de Soledad sin un juicio de por medio.
El hombre lo lleva hasta una oficina y golpea la puerta, abriéndola luego de que la señora autoriza la entrada. Allí, dentro de la oficina, está Nora con la señora y dicha mujer, es la madre de la pelinegra.
—Ahora entiendo.— dice Esteban.
Aunque ya tenía una leve sospecha de que podía ser ella o algún contacto a su favor.
— Yernito, ¿cómo estás?— la jueza lo mira con una sonrisa hipócrita.
—Gracias al cielo ya no soy tu yerno. —responde con las manos en los bolsillos de su pantalón pinzado.
—¿Estás listo para alejarte de tu amante?— cuestiona Nora cruzándose de piernas y levantando la falda de su vestido para provocar a Esteban.
—No. La verdad es que no. Vengo a depositar la fianza de mi mujer— le sonríe con altanería.
Claramente, les miente, porque Soledad no es su mujer. Todavía.
—¡Esa no puede ser tu mujer! Es una simple empleada en tu empresa y...
— Sí, es cierto. Trabaja en mi empresa porque es un poquito posesiva conmigo, así que aceptó ser mi secretaria y asistente para que ninguna mujer quiera coquetearme. Pero, desgraciadamente, todavía no quiere ser la dueña y no tendré vacaciones.
Sí, por supuesto que eso la hace enfadar a Nora, ya que él jamás quiso que ella leyera algún documento que tuviese que ver con sus negocios. No solo porque no entendería nada, sino porque tampoco confiaba en ella y su lealtad hacia su empresa. Sin embargo, Soledad está a su lado, trabaja cercanamente, ha dirigido una reunión con éxito, aseguró algunos negocios con comerciantes de grandes cadenas y es su mujer.
Esteban saca su chequera, la que previamente llevó sabiendo que podría utilizarla, y va hasta el escritorio de su ex suegra. Toma una birome/lapicera y escribe el monto de la fianza para la libertad de Soledad, además de su firma.
—Escribe la mierda que necesites, pero yo ya me iré con mi mujer.
Le deja el papel allí y se retira, dejando a ambas mujeres mudas, ya que jamás creyeron que pagaría esa exagerada suma por una mujer.
Casi siete sifras de númeritos fuera de la cuenta de Banco de Esteban, pero Soledad no lo sabe y admite que pasará los seis meses más holgazanes de su vida en un país extranjero. Suponiendo que su jefe jamás pagaría tanto.
—Nos vamos— avisa el CEO, dejando sorprendida a su secretaria.
El abogado guarda sus cosas y se retira para esperarlos afuera, mientras que un oficial se acerca a Soledad para sacarle las esposas.
—¿Ahora?— cuestiona ella.
—Podemos quedarnos unas horas si quieres, pero ya pagué y podemos ir a casa —le informa con una sonrisa tierna.
—Gracias— dice Soledad.
—Me debes una cena— avisa él y ella asiente.
La rubia, totalmente agradecida con su jefe, lo abraza desde la cintura y apoya su cabeza en el pecho, mientras que él coloca una de manos en la cintura de su asistente y otra en su mentón, para levantarle la cabeza y así poderle robar otro beso.
Uno, que esta vez, es correspondido de inmediato por Soledad, acercándose aún más a él, si es que se pudiese.
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Notita de la autora:
Hubo primer y segundo beso 🖤 ¡Espero que les haya gustado y revienten los comentarios!
Disculpen la tardanza... 🖤