BL.
⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️
Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.
Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.
Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.
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Capítulo 21: La verdadera aventura inicia.
— ¿De qué hablas?, acabamos de subir y ella estaba atada, viva.
— ¡Esta muerta!
El rostro de Alfred palideció, ¿muerta?, ¿cómo podría ser posible?
Salió como un rayo de la habitación seguido por Elast y Sea. La puerta del sótano estaba abierta, la oscuridad era como la boca de un lobo, pero aun así se apresuró a bajar. El olor a cobre invadió sus fosas nasales, las náuseas lo invadieron y cuando el Ángel prendió una llama en su mano vieron un cuerpo sin cabeza atado a la silla, la cabeza estaba tirada en un rincón, con los ojos y la boca abiertos, dando un trágico grito silencioso.
—¿Cómo...?—, la pregunta murió en su garganta cuando una cálida mano le cubrió los ojos.
—No mires—, le susurro Elast en el oído, su aliento le produjo cosquillas, sus mejillas ardieron.
—Estoy bien, ¿pero cómo paso esto? Hace nada salimos de aquí—, bajo lentamente las manos del Ángel y se acercó con cautela al cuerpo, el corte en el cuello era limpio. —Tuvo una muerte rápida, ¿Cuánto tiempo tomaría que alguien entrara a la posada sin ser detectado?
— ¿Dónde está Hugo?
—Estoy aquí—, hablo una voz proveniente desde las escaleras del sótano—No estarás pensando que fui yo, ¿o sí, Sea?
—Mi hermano no sería capaz de matar, él no fue—, rápidamente se puso a la defensiva, Sea rodo sus ojos, en ese momento algo llamo la atención de Alfred. —Elast, acércate un poco más—, su petición fue cumplida, el fuego produjo un extraño brillo sobre el cuello cortado. La sangre fresca se podía ver junto con el hueso, de hecho aún estaba saliendo, pero algo brillaba sobre la herida con un tono amarillento. Casi imperceptible. — ¿Qué es ese polvo?
—Es la estela que dejan las armas de los exorcistas—. Elast hablo firme, sin duda. Alf quedo desconcertado y alzo la mirada.
— ¿Quieres decir que un exorcista se infiltró en la posada?
— ¿Por qué un exorcista la mataría?
—No lo sé, quizá quería callarla.
Alfred quedo en silencio mirando el cadáver descabezado, no se encontraba sorprendido por la aparición de un posible exorcista, ya su mente estaba asimilando todas las cosas extrañas que podían llegar a existir en este mundo.
Lo que le extrañaba era la muerte repentina de Elenara, estaba aturdido.
— ¿Podría ser que nos siguió?—, pregunto finalmente mirando a Elast, lo cierto era que él no había sentido nada, solo le parecía que la calle estaba extrañamente vacía.
—Es una posibilidad, no sentía nada extraño—, declaro el Ángel. — ¿Esta persona estará del lado del antiguo Emperador? Su nivel de presencia es casi nulo, es mi culpa. Debí de haber estado más atento.
Alfred negó, no lo culparía: — ¿Quieres decir que es de hace siglos?—, le sorprendió más el hecho de que el exorcista tuviera ya sus años. ¿Se le podía considerar un humano aun? — ¿Qué hay detrás de este Emperador?
—La ciudad de Eura estaba en un gran lio cuando el ascendió al poder, se rumorea que mato a su padre, pero no se encontró la evidencia necesaria. Más tarde el monarca le declaro la guerra a el único país que aún no lo había aceptado su gobierno, Glichjing—, Alfred y Sea escucharon con atención, Hugo no parecía estar muy emocionado y miraba la cabeza en un rincón sin expresión alguna. —Fue una catástrofe, las tropas del emperador invadieron todo como si de un tsunami se tratara, la gente moría de montones. Hasta que el Rey decido actuar con su pequeño número de tropas que no pasaban de los diez mil hombres, alió sus fuerzas con los Ángeles. Diez mil hombres y unos pocos Ángeles contra cien mil—, el rostro de Elast se contrajo. —Claramente era una batalla desigual. Aunque los Ángeles eran fuertes la gente común, ya fueran niños, hombres o mujeres, se unió para la batalla, aunque no estoy seguro de algo...—, titubeó y Alfred lo miro. —Este Emperador era muy caprichoso, la mayoría del pueblo lo adoraban por alguna extraña razón. Estuve en esos tiempos, pero jamás me entere porque Glichjing se opuso a su reinado, ¿será por qué no ascendió al trono de una manera limpia?
— ¿Participaste en la batalla?
—Si—, el de cabello castaño se congelo. —No ganamos, todo se vino abajo, más tarde el Emperador pareció conseguir lo que quería y se retiró. Luego se olvidó del país, como si no existiera, ya no le importaba, después desconozco lo que paso ya que fui encerrado por matar a miles.
—Espera...—, ¿acaso así era la leyenda que había leído?, claro que no. ¿Elast fue encerrado por pelear en una guerra?
El Ángel lo miro y Alfred no se atrevió a preguntar sobre esto, pensando que quizás más tarde podría resolverlo por el mismo.
— ¿Ahora qué haremos?, tenemos que deshacernos del cuerpo eh irnos pronto.
—Me iré a Arel con Alfred—, Hugo se atraganto y tosió un par de veces.
— ¿Qué dijiste?—, preguntaron los hermanos al mismo tiempo. Hugo pensó que había escuchado mal, ¡y Alfred ni siquiera había aceptado antes!
—Tenemos algo que hacer...
—De ninguna manera, Alfred se quedara conmigo—, se podría decir que era la primera vez que Hugo actuaba así con él, por lo cual no pudo evitar mirar a su hermano con ojos atentos y sentir un calorcito en el corazón.
— ¿Estás Loco?—, Sea se cruzó de brazos y miro al Ángel y al hombre que estaba junto a él. — ¿Cuándo pensaban decirme que se iban a ir? ¡Somos un maldito equipo!, ¿creen que irán solos para divertirse?— Estaba claramente molesta mientras fruncía el ceño, las marcas en su piel se desdibujaban, camino hacia Hugo y lo sujeto del cuello de su remera antes de comenzar a subir las escaleras.
— ¡Ey, suéltame!
—Cállate y sube a empacar tus cosas, nos vamos todos a Arel.
Alfred suspiro mientras veía como Sea y Hugo desaparecían, miro de reojo a Elast, sintiendo que este había cumplido su cometido, pero no podía enfadarse, era como un niño travieso.
—Vamos, también tenemos que empacar.
— ¿Qué vamos a hacer con el cuerpo?—, no podían irse y dejarlo ahí. ¿O sí?
—Busquemos en donde enterrarlo—, la mirada del Ángel recorrió el cuerpo descabezado de la bruja. Su expresión era impecable, pero Alfred noto un brillo extraño en su mirada. ¿Estaría preocupado por algo?
— ¿Qué pasa?
—Siento que ya comenzaron a vigilarnos, esto será más complicado de lo que pensé.
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Alfred había tomado una ducha. El agua tibia le había devuelto parte de su energía gastada, había cavado un pozo junto a Elast hace unas horas en un lugar apartado. Su cabello enrulado caía sobre sus hombros, dejando que las gotitas se deslizaran por estos hasta perderse en su remera de color blanco. Se había puesto unos cómodos shorts y salió, Elast estaba en el suelo en una posición de loto con una expresión pensativa.
El Ángel había estado así desde el incidente de Elenara.
— ¿En verdad solo te preocupa que todo esto se haya complicado más?—, pregunto parándose frente a Elast, la mirada de este lo recorrió desde las piernas hasta su rostro y Alfred fingió que no noto el rubor en sus orejas.
—A medias—, admitió mientras se ponía de pie. Se había atado el cabello en un moño y llevaba el torso descubierto, por alguna razón lo miro por un par de segundos, notando algunas cicatrices pequeñas. Se formó un nudo en su garganta mientras apartaba la vista, ¿Cuánto habrá sufrido Elast en el pasado?
No parecía que su vida hubiera sido muy feliz.
—No quiero que nadie más muera por mis alas—, susurró.
Se imaginaba el peso de la culpa que el Ángel debía de llevar sobre sus hombros, sus palabras habían sondado demasiaso tristes.
—Las encontraremos y todo se resolverá. Ya veras, ¿empacaste?
—Guarde todo—, señalo una esquina en donde habían dos mochilas y un bolso. —Sea quiere que salgamos en una hora.
— ¿En una hora?—, ¿no se estaba apresurando? —Pero si los carros a caballo aun no...
—Ella consiguió uno.
Esa mujer sí que hacía magia, siempre lograba hacer su cometido.
—Ya no me debería de sorprender—, comento con una pequeña sonrisa mientras se sentaba en la cama, cerro sus ojos por unos segundos. ¿Quizá podría dormir un poco? —Oye, Elast... ¿Qué haces?
Originalmente quería pedirle si lo despertaba dentro en un rato, pero inesperadamente sintió que algo suave tomaba su cabello, por lo cual no pudo evitar abrir los ojos y mirar hacia atrás: el Ángel estaba sosteniendo una pequeña toalla, que Alfred supuso que segundos antes fue pasada sobre su propio cabello ya que tenía rastros de humedad.
—Te estoy secando, afuera hay un viento fresco. Si sales con el cabello mojado puedes enfermarte.
Alfred estaba incrédulo y soltó un "ah" con la mente completamente en blanco mientras Elast nuevamente tomaba su cabello y lo secaba con suavidad, parecía divertirse con sus rulos ya que de vez en cuando los jalaba un poquito y acariciaba, para después soltarlo.
No se sentía incómodo, pero le producía una sensación extraña.
—Elast, ¿yo a ti te conozco de antes?—, las palabras se deslizaron de su boca, a veces tenía ese sentimiento. Los movimientos por parte del Ángel se habían detenido. —Olvídalo, no sería algo posible—. Estaba seguro de que jamás se olvidaría de alguien como este Ángel, además este ser tenía muchos años, era poco probable que se hubieran visto teniendo en cuanta que Elast estuvo encerrado por demasiado tiempo.
—Si mi respuesta fuera un "si", ¿qué pasaría?
—Me sorprendería y reprocharía por no recordarte. Me volvería loco—, ya que había comenzado una suposición "de qué tal si" Alfred le siguió el juego. —Aunque me sorprendí cuanto te vi en esa cueva, era como si algún asunto se hubiera cerrado.
El Ángel se sentó a su lado y miro la toalla entre sus manos, sus ojos verdes brillaban con alguna extraña emoción que no supo identificar, pero su corazón dió un vuelco y se aclaró la garganta.
—No me malinterpretes, yo...
—Sé que esperabas que no existiera, Hugo me contó todo mientras estaban inconsciente—, Alfred no pudo evitar maldecir a su hermano internamente. —Desconozco si aún piensas así, pero me alegro de verte, Alfred. Todos los días a partir de ahora no despegaré mis ojos de ti.
¿No siempre tienes tus ojos en mí?
Quedo momentáneamente desconcertados por esas palabras y la mirada del contrario, un rubor se extendió por sus orejas, las cuales eran tapadas por su cabello.
—Me estoy abriendo a este basto mundo y sus posibilidades, que existas no es algo tan malo—. Le dio un suave golpe al Ángel con su hombro. —Me alegra—, por alguna razón.
Una suave sonrisa se formó en el rostro del otro hombre y comenzó a acercar su rostro poco a poco. Sus ojos parecían buscar el permiso de Alfred para algo, el de cabello castaño enrojeció de inmediato, todo su cuerpo se tensó cuando la puerta se abrió y Hugo se asomó.
¡Maldición!
Espera, ¿¡por qué se sentía molesto con Hugo!?
— ¿De qué hablan?, en fin. Vamos, el carro ya llego.
— ¿Tan rápido paso una hora?
—Llego antes—, dijo Hugo mientras miraba al Ángel de reojo. —Los espero abajo.
Alfred y Elast tomaron su equipaje eh ignoraron la atmósfera extraña que se instaló entre ellos, al bajar las escaleras, tal como había dicho Hugo, los estaba esperando. La puerta de la posada estaba abierta y se podía ver a Sea hablando con el conductor, la chica llevaba el cabello en una coleta eh iba completamente vestida de negro. Desde que Andy había muerto vestía con colores completamente oscuros, en señal de un luto que nunca terminaría.
Los tres restantes salieron de Kerba y depositaron su equipaje dentro del carruaje (carro tirado por caballos), para después subir ellos, el lugar era espacioso y estaba bastante limpio. Con un suave relincho de los caballos el carruaje se puso en marcha, en la oscuridad de la madrugada solo se podían oír los cascos impactando contra el suelo mientras se alejaban a una velocidad lenta, junto al aire que mecía las cortinas a los lados.
Alfred miro por última vez la posada, descubrieron que una de las lámparas de aceite de afuera se había apagado y la otra se balanceaba tristemente con el viento hacía la dirección de la otra, como si quisiera darle de su propio fuego para volverla a encender.
Una amargura repentina lo invadió y por alguna razón pensó en Ara, al final no había podido comprar los chocolates que le prometió, sería una mentira decir que no se olvidó debido a todo lo que había pasado.
Volveré a Moet una vez que todo se resuelva, Ara.
Definitivamente cumpliría su promesa.
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
¡Te invito a seguir leyendo para descubrirlo! 💗
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