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BEATRICE, LAS DOCE PRINCESAS BAILARINAS

BEATRICE, LAS DOCE PRINCESAS BAILARINAS

Status: Terminada
Genre:Completas / Magia y demonio / Diferencia de edad / Demonios
Popularitas:9.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Guadalupe Nieves

El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.

Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.

Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.

¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?

¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?

NovelToon tiene autorización de Guadalupe Nieves para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 21

Murad no sabía donde estaba, lo único que recordaba era haber besado en un arranque a Beatrice para calmarla y luego una luz que lo dejó ciego, mientras sentía como poco a poco se quedaba dormido. Sin embargo, un sentimiento de tristeza hacía que su garganta ardiera.

Luego de varios minutos caminando, el sultán por fin logró encontrar una enorme sala circular, con varias columnas levemente iluminadas por faroles naranjas.

En el centro, a medida que bajaba unas escaleras, se encontraba lo que parecía ser un ataúd de cristal y en este, un hombre rubio con armadura dormía.

—¿Él?—susurró dudoso.

—Arrodíllese, sultán—la voz de un anciano resonó en todo el lugar—puesto que se encuentre en frente del gran dios Gilgamesh...su verdadero yo.

Sin comprender de donde venía aquella voz o lo que quería decirle, sintió una gran presión que provocó que sus piernas temblaran e inevitablemente tuviera que arrodillarse. Luego de eso, escuchó unos pasos acercarse, hasta que vio un par de sandalias negras semicubiertas por una túnica azul oscura.

—Hablemos con calma—dijo nuevamente el anciano.

Sintiendo como este colocaba su mano en su hombro, tuvo que cerrar de golpe sus ojos cuando la tierra tembló y después de que todo se calmara, vomitar todo lo que tenía en su estómago.

—¡Por los dioses!—expresó pálido.

—Ya se le pasará—indicó el anciano.

Al subir su mirada, notó que ya no estaban en la sala circular, sino lo que parecía ser el despacho de una biblioteca. Cerca de él, vio de espaldas al anciano, quien servía algo en una copa de plata.

—Es hidromiel—le pasó la copa—le ayudará a sentirse mejor.

Murad aceptó dudoso la copa, mientras estaba absorto viendo los ojos del anciano, eran de un color muy parecido al águila divina que custodiaba a cada sultán desde hacía milenios.

Con una media sonrisa, el anciano lo ayudó a levantarse y sentarse en una silla, para después el servirse una copa.

—Entiendo su confusión—expresó sentándose detrás de un enorme escritorio—su alma acaba de morir, el malestar es bastante... bueno... incómodo.

—¿Cómo?—preguntó pálido—¿Muerto? ¿Yo?

Murad, pálido y temblando, terminó dejando caer la copa, mientras agarraba con fuerza su cabeza. Le dolía, era como si miles de espinas se clavaran en ella y solo aumentaba sin tregua alguna.

—Ya le dije que tome un poco—indicó levantando su mano—le ayudará...

Con una pequeña, pero potente ráfaga de energía, el anciano reparó la copa e hizo que volviera a su mano, como si nada hubiera pasado.

—Necesito que se calme, hay muchas cosas de las que debemos hablar—continuó mientras tomaba un poco de hidromiel.

—¿A qué se refiere con que soy Gilgamesh?—cuestionó dudoso—¿Cómo puedo ser yo el dios de creador de Arubia? En primer lugar, ¿Quién es usted?

El sultán estaba confundido, seguía sin creer que él estuviera muerto. No podía tampoco asimilar lo que había escuchado, ya que aquel hombre dormido era el dios que había fundado su reino, haciéndolo próspero pese a fundarse en un árido desierto... considerado por muchos el primer sultán.

—Quién soy, ya usted lo sabe—dijo directo el anciano—y la única razón por la que se la ha permitido el acceso al castillo del alba, ha sido porque este reconoció a su dueño.

—¡Mi cabeza!—dijo Murad tomando un poco del hidromiel—Por favor... explíqueme mejor, gran guardián.

—Hace diez mil años, cuando Arubia fue fundada, el gran Gilgamesh tuvo un enorme y bello harén—dijo luego de tomar otro sorbo de la copa—pero a medida que hacía suyas a las mujeres más hermosas del mundo, las descartaba y finalmente las hacía libres. Todo cambió cuando una mujer de tierras muy lejanas llegó como esclava.

El espíritu divino explicó como, el primer sultán, enamorado de aquella  esclava, no solo compró su libertad, sino que la hizo su esposa legal, haciendo que terminara con su harén. Sin embargo, la que había sido su favorita en aquel momento, en un ataque de ira, antes de ser desterrada del palacio real, mató a la esclava embarazada y luego se suicidó.

—El gran señor Gilgamesh hizo un trato con los otros dioses—siguió hablando el anciano—diez mil años de su energía a cambio de que la esclava que tomó como esposa volviera a vivir... pero el cruel destino jugó en su contra: la mujer que amaba volvió a la vida, pero esta vez dentro del cuerpo de una princesa maldita de nacimiento, quien moriría a manos de un demonio...

—Entonces... ¿Yo qué soy?—preguntó asustado—¿Solo soy una mentira?

—Una parte del gran Gilgamesh—respondió el anciano—el corazón de este, para ser exactos. La razón por la que los dioses han intercedido para ayudar a las princesas, la razón por la que hice el trato con ustedes al inicio...

—Ha sido por eso—susurró Murad—Pero... ¿Y si no logro salvar a Beatrice? ¿Por qué si los dioses son más fuertes que los demonios, no matan estos a ellos? ¡Ellos pueden quitar la maldición a las demás princesas!

—Porque los humanos son insignificantes, no merecen tan siquiera que los dioses intervengan—aclaró—la última vez que lo hicieron, solo demostraron su naturaleza egoísta. Pero, ya que uno de ellos está involucrado, están dispuestos a hacer una excepción.

El anciano se levantó y le pidió que lo siguiera, por lo que Murad no tuvo de otra más que hacerlo. Por más que supuestamente él fuera una parte de Gilgamesh, no se sentía como el señor de aquel palacio. Se sentía como una pequeña rata atrapada en una fría trampa.

—Si no logra salvar a la princesa, su existencia se borrará por completo—expresó llegando hasta una habitación cubierta de rosas—será como si el sultán Murad jamás hubiera existido en la historia. Su esencia ni siquiera volverá a ser parte del gran señor Gilgamesh.

Con aquella amenaza, disfrazada de advertencia, el anciano lo dejó solo a medida que Murad, aún pálido, avanzaba siguiendo el olor de las rosas, hasta llegar a un segundo ataúd de cristal, donde una mujer muy parecida a Beatrice, con el vientre abultado, descansaba con una daga en su corazón.

Sin embargo, con su corazón acelerado, antes de poder acercarse más a ella, el mismo resplandor que lo dejó ciego en el barco, volvió a aparecer, antes de que todo se volviera oscuro. Escuchando a lo lejos, gritos de personas que estaban asustadas mientras intentaban detener un fuego.

Los médicos y enfermeras, encargados de revisar el cuerpo esquelético de Murad, tuvieron que correr pavorosos de la habitación, cuando de este comenzó a emerger extrañas llamas doradas, las cuales no solo consumieron su cuerpo, sino que estaban quemando todo a su alrededor.

GILGAMESH - DIOS FUNDADOR Y PRIMER SULTÁN DE ARUBIA

MAHPEYKER - LA ESPOSA LEGAL DE GILGAMESH Y PRIMERA SULTANA DE ARUBIA

1
Claudia Patricia Cruz Saa
Queremos maratón autora nos tienes abandonadas
Claudia Patricia Cruz Saa
Más capítulos por fa
Rebecca H
uuuy... pues que espléndido te viste cabron
Rebecca H
no manches
Rebecca H
porque
Porque siempre los dioses caprichosos y los demonios malditos hacen con los hombres no se les antoja su gana...
aaaag. que coraje
Rebecca H
oh. oh.
teníamos que saber esto???!!!
Rebecca H
pero Beatriz y Anastasia estabsn en un trance de sueño cuando fueron violadas y violentas por esos demonios.
y al regresar baba aseguró que habian perdido su virginidad...
ahí ya no entendí.
Rebecca H
es un cambio muy drástico después de ser un gordito y feo al que despreciaban.
ahora lo desoreciaran por flaco y feo jajajaja
Rebecca H
la esclava???
o la que se suicidó??/Skull/
Rebecca H
como crees???/Sob//Sob//Sob/
susej orta
todo un papito y ella una mamita
susej orta
Excelente
Rebecca H
waooo
sublime
hermoso
maravilloso...
Ojalá le hagas justicia a este héroe...
Rebecca H
que lo mate.
será en defensa propia
Rebecca H
entonces fue el demonio de Anastasia el que murio
por eso corrompe y laceraba el cuerpo de Beatriz?
como venganza. por su hermano maldito demonio
Elsa Orivas: continuando con el cuento que pasara
total 1 replies
Rebecca H
y ahora que hizo esta señora...
suena que está madre tiene mucho que ver con la maldición de sus hijas
Rebecca H
porque murió el demonio de Beatriz ..?
alguien me puede informar?
Rebecca H
todo lo que falta por pasar...
será épico este novelon
Rebecca H
otra más
ya que acabe la masacre
parece los pasajes de Edgar Allan poe
Rebecca H
no entiendo este formato...
me estoy confundiendo
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