Volvi de la muerte, solo para vengarme de los que me lastimaron, tuve que cambiar y volverme fuerte para no sucumbir ante el amor, ese amor que nunca fue y nunca será, mi único objetivo es recuperar lo que un día fue mío.
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Capitulo XXI Samuel Tejeda
La atmósfera en la oficina está llena de tensión, Emir se debatía entre la lealtad a su padre y la seguridad de su hija.
— Voy a averiguar toda la verdad y te prometo que si mi padre estuvo relacionado con el accidente que tuviste haré que pague por todo. — dijo Emir con convicción.
— Que gran favor me está haciendo, mire mejor me marcho y ya no me moleste mas. — Diana había perdido la confianza en Emir, él la había desilusionado tantas veces que si creía en ella o no le daba igual.
Diana salió de la oficina de Emir, tan segura de sí misma que no dejaba dudas de que ella podía sola contra el mundo. Por otro lado, estaba Emir con el torbellino de emociones que estaba experimentando, no podía pensar con claridad. Saber que su padre posiblemente haya causado el accidente donde murió Aída y casi pierde la vida Ana lo tenía en estado de schok. Ahora más que nunca, debía conocer la verdad. Además, conocer saber que tenía una hija con la mujer que amaba y que al mismo tiempo no podía estar cerca de ellas por culpa de su desconfianza era una tortura para él.
Luego de la conversación que tuvo con Diana, él decidió contratar un detective privado, era imperioso para él revelar los secretos que por tantos años les fueron ocultados. También, había decidido dejar a un lado su compromiso con Mariana, él no amaba a esa mujer y en un momento de lucidez entendió que amarrarse a ella solo le traería problemas, en cuanto a la relación con su padre, prefirió estar más cerca de él, Emir no podía quitarle la vista de encima a Ernesto, pues si era cierto lo que Diana decía, el hombre podría atentar en cualquier momento contra ella, además de que Ernesto ya sabía que Diana era Ana y con lo meticuloso que es seguramente ya ato cabos y sabe o sospecha que Abi puede ser su nieta. Todo se estaba complicando y él estaba en medio de la tormenta que se avecinaba.
— Señor, el señor Tejeda lo está esperando. — anunció la secretaria de Emir.
— Gracias, Laura lo había olvidado. — contesto Emir aún con la mirada perdida.
— Ya veo que no soy tan importante como para acordarte de mí. — comento Samuel irrumpiendo en la oficina de Emir.
— Amigo, que gusto verte, perdón por hacerte esperar. — dijo Emir caminando hasta su amigo y dándose un fuerte abrazo.
— No parece que te dé gusto, mira que dejarme esperando tanto tiempo. — reclamo Samuel haciéndose el indignado.
— Lo siento amigo, estaba tratando un asunto importante. — Emir estaba algo apenado con Samuel por su descortés.
— Al menos me dejaste esperando por una mujer, por qué sería la única forma de disculparte. — contesto Samuel en broma.
— Tengo mucho que contarte. Vayamos por algo de tomar. — sugirió Emir entristecido.
Los dos hombres salieron de la empresa, aunque aún era temprano, Emir necesitaba descargar la frustración que estaba sintiendo y quien si no, su mejor amigo para escucharlo. Llegaron a un restaurante y pidieron una sala privada.
— Cuéntame, ¿qué está pasando, por qué te ves tan mal a unos días de tu matrimonio? — pregunto Samuel preocupado.
— Mi matrimonio, eso más bien es mi sentencia de muerte, tome esa decisión basada, en la rabia y la desilusión. — explico Emir.
— No te entiendo, ¿acaso no amas a tu futura esposa?. — pregunto Samuel sorprendido.
— Realmente no siento nada por ella, esa mujer más bien me hastía, siempre tan melosa y fastidiosa. — manifestó Emir su descontento con Mariana.
— ¿Entonces por qué te quieres casar con ella? — volvió a preguntar Samuel.
— Por imbécil. — aclaró Emir tomando un sorbo de su vaso.
En ese momento él empezó a contarle todo a su mejor amigo, desde que conoció a Ana hasta ahora que se encontró con Diana, Samuel escuchaba con suma atención a Emir, quien se veía destrozado por los acontecimientos, Emir continuo con su relato y le contó a Samuel que tenía una hija y que está niña no sabía que él era su padre, también le hablo de sus sospechas encontrar de Ernesto, en fin le había contado toda su vida en medio de algunas copas.
— Parece mentira todo lo que me has contado, pienso, deberías hablar con Diana, digo si ella tiene la razón puedes perder a tu familia para siempre. — argumento Samuel.
— Ella no quiere saber nada de mí, he cometido errores, tras errores y estoy seguro de que ya las perdí. — dijo Emir deprimido.
— A mi parecer ella aún te ama, solo debes buscarla y hablar con ella, aclara las cosas con la mujer que amas y olvídate de esa estúpida boda con la tal Mariana. — aconsejo Samuel sinceramente.
— Tienes razón, amigo, debo buscar a mi Ana y convencerla de mi amor por ella. — respondió Emir tratando de ponerse en pie, pero estaba tan ebrio que todo le daba vueltas.
Samuel se rio de él, su amigo estaba perdido en la ebriedad y en esas condiciones no podría hablar con nadie; sin embargo, decidió buscar en el teléfono de Emir el contacto de Diana, él les daría un empujoncito a ver si lograban solucionar sus desacuerdos.
Después de varios repiques al fin el teléfono fue contestado por Diana.
— ¿Ahora que quieres?, ¿acaso no quedo todo dicho?. — pregunto Diana impaciente.
— Lo siento señorita, el señor Figueroa se encuentra indispuesto y no puede conducir y la tiene a usted como su teléfono de emergencias. — explico Samuel con una sonrisa ladina.
— No entiendo, ¿cómo que una emergencia? — pregunto Diana preocupada.
— Le envío su ubicación, por favor venga por él, me temo que pueda cometer alguna imprudencia debido a su estado. — manifestó Samuel haciéndose el preocupado.
Una vez colgó la llamada, Samuel envío la ubicación de Emir a Diana, le pago a un mesero para que dijera que él fue quien llamó y además dejó a Emir solo, para que Diana lo llevará a su casa, él esperaba que con esta acción al menos su amigo tuviera la oportunidad de hablar con su amada. Media hora después Diana iba saliendo de aquel restaurante acompañada de Emir quien no estaba en sus cinco sentidos.