La Asistente Del Villano

Hadrian había ya abierto varias cartas junto con Evangelyn. Cada una ofreciendo un contrato con el gran duque para asociarse con él. En la mayoría había ofertas de residencia, matrimonio y entre otros bienes para captar la atención de Hadrian. Hasta que leyó el nombre de alguien que no se imagino leer.

— el barón Fichert...— aquel noble fue el penúltimo que lo rechazó. Al que le rechazó el contrato por ser inseguro el negocio.

— ¿Fichert?... No fue ese quien te hizo devolver de ese viaje de negocios por retroceder el acuerdo.

“lo recuerdo... Ese día fue en el que conocí a Hadrian con mi conciencia. Ese día él había llegado irritado por la cobardía del noble"

— así es.— respondió él. — en algún momento pensé que me escribiría pero como era tan cobarde, no creí que lo haría de verdad. Al igual que todos los nobles, él quiere asociarse conmigo, pero la diferencia es que me dará un terreno completo para invertir. Es un simple barón, pero su familia tiene un gran terrero que es más sustento que lo otros...

— Hadrian...

— no te preocupes... No lo aceptaré. Ningún noble de aquí pude convencerme, se cómo son cada uno de ellos ahora. Además, no quiero aceptar nada al menos de que tú lo veas oportuno. Recuerda que este negocio es de ambos y no puedo hacer nada sin tener tu opinión.

En ese momento, alguien toca la puerta de la oficina, era Frederic quién pedía permiso para entrar, Hadrian se lo concede y con anticipación, el mayordomo le dice.

— lamento la interrupción, pero inesperadamente le ha llegado esta carta.

Ambos pensaron que era más nobles, pero no fue así, ya que el sobre era de color azul pálido, algo que Hadrian reconocía fácilmente. Lo tomó y sin leer de quién provenía, mencionó.

— es del rey de Osorio... El que me proporcionó los granos de cacao...

— ábrelo... Tengo curiosidad de lo que dice.

Hadrian no esperó más, y al ver el contenido de la carta en voz medio alta, comprende que el soberano de dicha nación quiere darle una breve visita.

Evangelyn no evitó verlo sorprendida. Así que le pregunta.

— ¿Crees que sea para asociarnos con nosotros?

— puede ser... Solo hay que esperar a que llegue y entablar la conversación para saber exactamente que es lo que desea. En cualquier caso, no podemos rechazar la invitación de un soberano.

— tienes razón, él nos ha brindado de su ayuda para traer los granos de cacao aquí. A los demás sí lo podemos rechazar ¿Verdad?— alza la pluma y el bolígrafo con emoción.

— por supuesto. ¿Estás segura de hacerlo?... No quiero que hagas algo tan tedioso.

Eva le dice sonriente.

— no, me gustaría escribirle con gusto que no aceptaremos ni sus hijas ni sus terrenos... Nuestra visión vas más allá que unos simple tratos...— Hadrian le quitó los objetos de las manos y entrelazó sus dedos con lo de ella.

— claro, ya que muy pronto estaré comprometido con la mujer más hermosa que he conocido, así que no necesito mas nada... Escribíamos las cartas de rechazo mañana. Vámonos a dormir.

Evangelyn no se opuso, siguió tomada de su mano y ambos se fueron a su habitación, ya el cansancio estaba haciendo de la suyas y por ende necesitaba descansar para que el día de mañana sea tan productivo como los anteriores.

________________ al día siguiente. Al mediodía.

En la residencia Bernot, una mujer de vestimenta sencilla traía consigo una caja de chocolate de la tienda más famosa de la capital. Al entrar a la mansión de esa residencia, se dirigió de inmediato a la oficina del propietario de esta gran casa.

— con permiso, señor ministro...

— oh, Lina, pasa, justo te estaba esperando.

En esa habitación esperaban los principales de esta casa. Los dos hijos de Carlos, el ex- ministro, pero como le gusta que le digan por su antiguo título prefirió no quitárselo a pesar de que el mismo emperador le revocó de él.

Ambos hijos son una mujer y un hombre. De la misma actitud de su padre, los hermanos esperaban ansiosamente los chocolates de aquella tienda que no dejaba de ser famosa por lo dulce tan extravagante como deliciosos. La sirvienta que estaba vestida de civil, dejó la caja de postre en la mesa y la abrió, una torta de chocolate con sus detalles tan característicos que lo hace ver delicioso.

— ves a lo que me refiero... Algo tan increíble como esto no pudo ser creado por el príncipe.— comentó Camilo.

— ¿Por qué lo dices?— preguntó su padre.

— se que querías desprestigiar su negocio y darle competencia. Pero... ¿No crees que debemos pensar mejor en hacer las cosas?

— ash!... Camilo, se directo. Aveces me mareas con tus interrogante.— dijo Catherine, mientras que se abanicaba.

— tonta...— susurró, luego continuó.— debemos ir con la persona que hace estos postre posibles... Así podremos convencerlo de alguna forma de que se una a nosotros... No hay persona en el mundo que no se pueda comprar, todo tiene su precio.

— de hecho Camilo, es un ella. Me di cuenta que la socia de Hadrian es una mujer y su asistente, que lo ayudó en crear todo esto.

— ¿A que te refieres con eso, padre?— preguntó Catherine, indignada.— ¿El príncipe se asoció con una sirvienta?... Que horror.

Sin embargo, Camilo sonríe.

— ella... Si es una mujer es aún más fácil. Si es la responsable de crear algo como esto, puedo encargarme.

— ¿Que planeas?

— se que la idea no le agradará, pero podríamos tenerlo todo si la tenemos a ella. Imagínese la fortuna solo por crear postres tan extraordinario como esto...— se come una rebanada servido de la sirvienta y lo saborea de una manera repugnante.— lo tengo decidido, intentaré enamorar a la asistente del gran duque. Con ese plan lo tendríamos todo sin esforzando mucho.

Camilo lo tenía decidido al instante que escuchó que la ayudante de Hadrian era una mujer. Según su confianza de persuadir a una mujer y su apariencia de galán, creen que puede ganarse la voluntad de Evangelyn y quitarle todo a Hadrian.

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