Una Historia De Amor Inmortal

El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados. Sarah caminaba por las calles adoquinadas de Ravenwood, disfrutando de la tranquilidad de la tarde después de un largo día de clases. Sus pensamientos se deslizaban entre los trabajos escolares y las conversaciones con Elena, su amiga más cercana. Habían hablado de todo últimamente, desde los chicos en la escuela hasta las extrañas historias que circulaban sobre la ciudad.

El sonido de sus pasos resonaba en los estrechos callejones mientras se dirigía a la biblioteca. Había quedado con Elena para estudiar, pero había llegado un poco temprano y decidió aprovechar el tiempo para buscar algunos libros. La biblioteca de Ravenwood era un lugar fascinante, lleno de volúmenes antiguos y secretos ocultos.

Cuando Sarah entró en la biblioteca, la atmósfera cambió instantáneamente. El silencio era profundo, roto solo por el leve susurro de las páginas y el ocasional murmullo de los pocos visitantes. Se dirigió hacia la sección de historia, buscando un libro sobre la arquitectura gótica de la ciudad.

Mientras examinaba las estanterías, una figura alta y elegante se deslizó entre los pasillos, observándola con un interés inusual. Víctor había estado explorando la biblioteca en busca de información sobre los habitantes recientes de Ravenwood. No esperaba encontrar a una joven tan intrigante en su camino.

Sarah, absorta en su búsqueda, no notó la presencia de Víctor hasta que se acercó a ella, interrumpiendo su concentración.

—Disculpa, ¿puedo ayudarte a encontrar algo? —preguntó Víctor, su voz suave y seductora.

Sarah levantó la vista, sorprendida por la aparición repentina de un hombre tan imponente. Sus ojos azules parecían penetrar su alma, y su presencia irradiaba un poder inquietante.

—Oh, no, gracias. Solo estaba buscando un libro sobre la arquitectura gótica de Ravenwood —respondió Sarah, tratando de mantener la compostura.

Víctor sonrió ligeramente, un gesto que no alcanzó sus ojos.

—La arquitectura gótica es fascinante, llena de misterio y oscuridad. ¿Eres nueva en la ciudad?

Sarah asintió, sintiendo una creciente incomodidad. Había algo en este hombre que no encajaba, una sensación de peligro latente.

—Sí, me mudé aquí hace unos meses. ¿Y tú? —preguntó, intentando mantener una conversación educada.

—He estado aquí durante mucho tiempo, más del que puedas imaginar —respondió Víctor, su voz cargada de un significado oculto. —Ravenwood tiene una historia rica y a veces oscura.

Sarah sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo en la forma en que Víctor hablaba le resultaba perturbador. Decidió que era mejor terminar la conversación y encontrar a Elena lo antes posible.

—Bueno, ha sido un placer hablar contigo, pero tengo que encontrar a mi amiga. Nos vemos —dijo, dando un paso hacia atrás.

Antes de que pudiera alejarse, Víctor se interpuso en su camino, su expresión cambiando a una de frialdad calculada.

—No tengas tanta prisa, Sarah. Me gustaría saber más sobre ti y tu amiga. ¿Cómo dijiste que se llamaba?

El corazón de Sarah comenzó a latir más rápido. ¿Cómo sabía su nombre? ¿Había mencionado a Elena? Una sensación de pánico comenzó a asentarse en su mente.

—No creo que eso sea asunto tuyo —dijo con firmeza, tratando de mantener la calma. —Por favor, déjame pasar.

Víctor inclinó la cabeza ligeramente, observando cada reacción de Sarah con una intensidad depredadora.

—Eres una joven valiente, Sarah. Eso es admirable. Pero ten cuidado, Ravenwood no es siempre lo que parece. Las personas pueden no ser quienes dicen ser.

Sarah sintió que sus palabras eran más que una simple advertencia. Eran una amenaza velada. Decidida a no mostrar miedo, lo miró directamente a los ojos.

—Gracias por el consejo. Ahora, si me disculpas, tengo que irme.

Víctor dio un paso atrás, permitiéndole pasar, pero sus ojos la siguieron mientras se alejaba. Sarah se apresuró a salir de la biblioteca, su mente trabajando frenéticamente para procesar el encuentro.

Cuando finalmente se reunió con Elena en una cafetería cercana, su amiga notó de inmediato su nerviosismo.

—Sarah, ¿estás bien? Pareces alterada —preguntó Elena, preocupada.

Sarah se dejó caer en una silla, tomando un sorbo de su café antes de responder.

—Acabo de tener un encuentro muy extraño en la biblioteca. Un hombre, alto, con ojos azules penetrantes. Dijo cosas que me pusieron los pelos de punta.

Elena frunció el ceño, intentando conectar las piezas del rompecabezas.

—¿Dijo su nombre?

Sarah negó con la cabeza.

—No, pero parecía saber mucho sobre mí. Fue inquietante, Elena. Hay algo en él que no es normal.

Elena sintió un nudo formarse en su estómago. Tenía la sensación de que el hombre que Sarah había descrito no era otro que Víctor. La última persona con la que quería que su amiga tuviera contacto.

—Sarah, creo que sé quién es. He oído hablar de él. Se llama Víctor, y... hay historias sobre él que no son buenas.

Sarah se estremeció al escuchar el nombre.

—Entonces, ¿qué hacemos? No quiero volver a verlo, pero tengo la sensación de que no será tan fácil evitarlo.

Elena asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Tendremos que ser cuidadosas, Sarah. No estamos solas en esto. Hablaré con Adrian, él puede ayudarnos a mantenernos a salvo.

Sarah miró a Elena, agradecida por su apoyo, pero también con una creciente preocupación por lo que significaba estar en Ravenwood. Sabía que su amiga tenía secretos, y ahora esos secretos parecían estar arrastrándolas a un peligro cada vez mayor.

### La Confrontación

Mientras las dos amigas discutían sus próximos pasos, Víctor observaba desde las sombras, su mente trabajando rápidamente. No había esperado encontrar una aliada tan cercana a Elena, alguien que pudiera ser utilizada como un peón en su juego contra Adrian.

Pero Sarah había demostrado ser más fuerte y más valiente de lo que él había anticipado. Esto solo hacía que el desafío fuera aún más intrigante. Su obsesión por Elena ahora se extendía a su amiga, y sabía que para alcanzar sus objetivos, tendría que ser más cuidadoso y astuto.

Víctor se desvaneció en la oscuridad, decidido a planear su próximo movimiento. La guerra por el corazón y el alma de Elena estaba en pleno apogeo, y no se detendría ante nada para reclamar lo que consideraba suyo.

Elena y Sarah, sin saber del peligro que se cernía sobre ellas, continuaron su conversación, trazando un plan para mantenerse seguras. Pero en Ravenwood, las sombras tenían una forma de encontrar a aquellos que trataban de esconderse, y el juego estaba lejos de terminar.

El destino de todos estaba entrelazado en una red de amor, traición y secretos oscuros que pronto serían revelados.