Mi Maestro No Solo Es Mi Maestro

Emma se encontraba en su habitación, revisando algunos apuntes para sus próximos exámenes, cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta. Al abrir, se encontró con un Mateo visiblemente alterado.

"¡Emma! Menos mal que estás aquí," exclamó Mateo, entrando rápidamente a la habitación.

Emma lo miró con preocupación. "¡Mateo! ¿Qué sucede? ¿Estás bien?"

Mateo cerró la puerta detrás de él y se dejó caer en la cama, pasándose las manos por el cabello.

"Acabo de toparme con el profesor Castillo en el supermercado," reveló Mateo, con la voz temblorosa.

Emma abrió los ojos como platos. "¿Qué? ¿Y qué pasó? ¿Intentó volver a proponerte algo?"

Mateo negó con la cabeza. "No, no fue eso. Bueno, al menos no directamente. Pero fue una situación muy incómoda."

Emma se sentó a su lado, tomándolo de la mano. "Cuéntame qué pasó, Mateo. Estoy aquí para escucharte."

Mateo le relató cómo había olvidado su dinero y cómo el profesor Castillo se había ofrecido a pagar sus compras. "Me sentí tan incómodo, Emma. No podía aceptar su ayuda, después de lo que pasó la última vez."

Emma asintió, entendiendo la preocupación de su amigo. "Hiciste bien en rechazar su oferta, Mateo. No puedes arriesgarte a volver a caer en algo inapropiado."

Mateo suspiró con frustración. "Lo sé, pero aun así me siento mal por haberlo rechazado. Quizás debería haberlo aceptado solo por esta vez."

Emma lo miró con firmeza. "Mateo, escúchame. No puedes ceder ante la tentación, sin importar lo pequeña que sea. Tienes que mantener tus límites y tus principios, por tu propio bien."

Mateo asintió, aunque aún se veía angustiado. "Tienes razón, Emma. Es solo que... todo esto me tiene tan confundido. No entiendo por qué el profesor Castillo insiste en acercarse a mí de esta manera."

Emma lo abrazó con cariño. "Entiendo tu confusión, Mateo. Pero debes alejarte de él por ahora. No puedes permitir que te arrastre a una situación que pueda poner en riesgo tu futuro."

Mateo se aferró a ella, sintiéndose agradecido por su apoyo. "No sé qué haría sin ti, Emma. Eres la única persona en la que puedo confiar."

Emma le dio un suave apretón. "Siempre estaré aquí para ti, Mateo. Y voy a ayudarte a mantenerte a salvo de cualquier influencia negativa, incluyendo la del profesor Castillo."

Mateo la miró con gratitud. "Gracias, Emma. Sé que puedo contar contigo. Pero, ¿y si el profesor Castillo insiste en acercarse a mí? ¿Qué debo hacer?"

Emma lo miró con seriedad. "En ese caso, Mateo, debes ser firme y dejarle claro que no estás interesado en ningún tipo de relación que vaya más allá de lo académico. Si él persiste, deberás informar a las autoridades correspondientes."

Mateo asintió, aunque la idea de tener que enfrentar a su mentor le resultaba aterradora. "Entiendo, Emma. Pero no sé si podré hacerlo. El profesor Castillo significa mucho para mí, a pesar de todo."

Emma le apretó suavemente el brazo. "Lo sé, Mateo. Sé lo mucho que lo admiras y lo importante que ha sido para ti. Pero tienes que priorizar tu seguridad y tu bienestar. No puedes permitir que esa admiración te ciegue."

Mateo suspiró profundamente. "Tienes razón. Sé que debo ser fuerte y mantener mis límites. Pero es tan difícil, Emma. Siento que estoy traicionando a alguien a quien respeto tanto."

Emma lo miró con comprensión. "Entiendo que esto sea doloroso, Mateo. Pero recuerda que no eres tú quien está traicionando a nadie. Eres tú quien está siendo traicionado. El profesor Castillo es quien ha roto la confianza al hacer una propuesta inapropiada."

Mateo asintió, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos. "Tienes razón. Él es quien ha hecho algo incorrecto, no yo. Pero aun así, me duele tanto."

Emma lo abrazó con fuerza. "Lo sé, Mateo. Pero debes ser valiente y enfrentar esto. Sé que es difícil, pero tienes que poner tu bienestar primero."

Mateo se aferró a ella, sintiéndose agradecido por tener a alguien en quien confiar. "Gracias, Emma. Gracias por estar aquí para mí y por ayudarme a mantener la cabeza fría."

Emma le dedicó una mirada cálida. "Siempre estaré aquí, Mateo. No voy a dejar que nada ni nadie te haga daño. Juntos vamos a superar esto."

Mateo esbozó una pequeña sonrisa, sintiendo cómo la tensión comenzaba a disiparse. "Tienes razón. Contigo a mi lado, sé que puedo hacer frente a cualquier cosa."

Emma le devolvió la sonrisa, sintiéndose aliviada de ver a su amigo un poco más tranquilo. "Así me gusta. Ahora, ¿qué tal si vamos a buscar algo de comer? Creo que nos vendría bien un poco de distracción."

Mateo asintió, levantándose de la cama. "Suena perfecto. Necesito despejar mi mente por un rato."

Juntos, Mateo y Emma salieron de la habitación, dirigiéndose al comedor del campus. Durante el camino, Emma no podía dejar de observar a su amigo con preocupación.

Sabía que Mateo estaba pasando por un momento difícil y que la traición del profesor Castillo lo había golpeado duramente. Pero también estaba convencida de que Mateo tenía la fortaleza y la integridad necesarias para superar esta prueba.

Emma se prometió a sí misma que estaría allí para Mateo, apoyándolo en todo momento. No permitiría que nada ni nadie dañara el brillante futuro que su amigo se merecía.

Mientras caminaban, Emma notó que Mateo parecía un poco más relajado. Sabía que aún tendría que enfrentar momentos de incertidumbre y dolor, pero confiaba en que, con su ayuda, Mateo lograría salir adelante.

Cuando llegaron al comedor, Mateo y Emma se sentaron en una mesa alejada, disfrutando de una agradable charla y de una deliciosa comida. Emma se aseguró de mantener la conversación alejada de todo lo relacionado con el profesor Castillo, sabiendo que Mateo necesitaba un momento de respiro.

Mientras observaba a su amigo, Emma se sintió agradecida de poder estar a su lado en un momento tan difícil.