La Puerta Negra

Lo siguiente que vio el sacerdote Alexandro fue un puño sobre su ojo izquierdo, seguido de otros. Incapaz de defenderse solo se dejó golpear hasta que Diego terminó. Luego lo tomó por la camisa y con gran fuerza lo arrastró hasta la puerta de la entrada, abriéndola con gran furia y tirándolo fuera.

- Te quiero ver lejos de Diana, jamás aparezcas o te las verás conmigo, ¿Entendido? Le gritó desde la puerta con él aún en el suelo.

Alexander solo fue capaz de mover la cabeza en señal de confirmación. Diego al ver que había entendido la lección cerró la puerta en su cara y fue a dónde estaba Diana, aún dormía, por suerte no se había dado cuenta de lo sucedido. Arregló sus ropas y la tapó hasta el cuello con la sábana, luego arregló unos mechones de cabello que caían sobre su rostro.

- Perdón, jamás pensé que lo que sería una noche de diversión se hubiera convertido en esto, de pensar en lo que pudo haber sucedido me dan ganas de matarlo, perdón.

Le decía Diego bien bajito, todavía estaba ardiendo en cólera por lo sucedido. Luego fue hasta un sofá que había en la habitación y se acostó, antes de hacerlo cerró la habitación con llave y la echo en un bolsillo, no quería correr el riesgo de que ella volviera abrir la habitación mientras dormía.

Alexandro llegó al orfanato y fue directo a su habitación, va había vuelto a su vestimenta habitual, tenía ropa de cambio en el maletero del carro que había comprado recientemente para ser más fácil las gestiones del orfanato, pero en realidad lo había comprado para poder visitar a Diana en las noches y tener Leiva de hacer lo que quisiera.

Tuvo suerte de no ser visto por nadie y llegó sin levantar sospechas a su habitación, donde tuvo que limpiar sus heridas ya que la sangre aún corría por su rostro. La realidad era que el padre Alexandro había tenido un incidente en su anterior lugar, mientras estudiaba hubo un rumor en donde se vio involucrado con una novicia.

Fue por ese motivo que fue trasladado hasta aquí, ya que era u a zona tranquila, las hermanas del orfanato no eran jóvenes así que no debía ocurrir nuevamente otra situación similar. Solo les faltó la variable Diana y la poca convicción del sacerdote de amar y entregarse a su profesión, porque si lo sintiera realmente no estuviera envuelto en esos asuntos y mucho menos aprovecharse de la incapacidad de una persona para semejante beneficio.

Debía intentar cambiar de lugar lo más pronto posible, ya que era cuestión de tiempo para que saliera a la luz lo que había sucedido en casa de Diana y más aún porque era cercana a una hermana del orfanato. Así que llamaría a sí superior y le pediría un traslado hacia otro lugar con el pretexto de no caer en la tentación, ya que existía una chica que se le insinuaba y él actuaría rápidamente a su favor para prevenir un evento.

Así lo hizo y así mismo reaccionó su superior, con tal de salvar a un sacerdote de caer en la tentación y no tener otra baja le aseguró que a fin de mes su trámite estaría resuelto. Ahora solo debía esquivar a Diana por ese tiempo. Al amanecer fingió estar muy enfermo para ni ser molestado y así no explicar lo ocurrido con su rostro.

Las hermanas no notaron lo ocurrido ya que sólo entraban para dejarle la comida ya que el no requería otra ayuda, era su voluntad y ellas resultaban su autoridad. Hasta el momento Alexandro le estaba saliendo bien su plan para marchar del lugar impune.