Esta es la historia de una joven enfermera, que tuvo que pasar por muchas adversidades, pero eso no la llevo a rendirse y lucho por lograr su sueño.
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21
— "Mañana me voy y vuelvo antes de quince días para quedarme aquí del todo", me dijo, solo mirándome y sonriendo.
— Se despidió y quedó en regresar.
— Han pasado más de quince días, y estaba sentada en la puerta cuando llega el primo de Manuel de Jesús en su carro, haciéndome señas con la cabeza.
— Me levanté y fui hacia él. Me saludó diciendo: "Buenas noches".
— Respondí: "Buenas noches, ¿cómo estás?"
— Él dijo: "Bien, ¿y tú qué haces? Vamos a dar una vuelta."
— Me monté en el carro, y luego me dijo: "Necesito hablar contigo, algo muy serio."
— Le respondí: "Sí, dime."
— Entonces me dijo: "Lo que pasa es que tú me gustas mucho. Quiero algo serio contigo." Y de repente me abrazó fuerte y me besó en la boca. No sabía qué estaba pasando; él no había vuelto a casa desde la primera noche que tomó con nosotros.
— Le dije: "¿Y qué pasa con tu primo, cuándo regresa?"
— Él respondió: "¿Tú crees que él va a volver o va a dejar su hogar por ti?"
— Luego me llevó a casa y nos despedimos.
— Tres días después, un día importante, pues empecé a trabajar en otra empresa, una de bananos en el muelle. Fui a entregar mi hoja de vida y me hicieron la entrevista enseguida. Lo único malo es que aquí tengo que trabajar veinticuatro horas, es decir, hasta que se vaya el buque, no podemos salir del muelle.
— Me preocupaba, ya que este año empecé la nocturna para terminar mis estudios e iniciar la carrera militar. Me tocó pedir permiso al colegio para poder faltar.
— Cuando regresé a casa, estábamos sentados en la puerta y vimos pasar la camioneta con los vidrios altos. Ni siquiera pitó ni paró un poco para saludar.
— Mi mamá me dijo: "Mira, ahí va Manuel de Jesús y ni siquiera saludó."
— Le respondí: "Quizás va con prisa y regresa más tarde."
— A las once de la mañana, decidí ir a la calle donde vivían los familiares de Manuel de Jesús para hablar con él y preguntar por qué no había llegado.
— Sentía que el primo Octavio tenía algo que ver.
— Cuando pasé por una bomba de gasolina, vi su carro estacionado y pensé: "Aquí está él. Lo esperaré."
— Me senté en el andén y esperé durante horas, sin saber cuánto tiempo pasó.
— Finalmente, lo vi venir con otros hombres. Me miró con una mirada fría, riendo a carcajadas con los otros. Entre ellos estaba su primo Octavio.
— Me saludó: "¿Cómo estás, Juanita?"
— Respondí: "Bien, gracias a Dios. Viendo que no has llegado a casa, ¿por qué?"
— Él dijo: "Yo paso luego, es que estaba ocupado, pero luego paso y hablamos bien."
— Nos despedimos y se fue en la camioneta.
— Sabía que no iba a pasar nada. Fue la última vez que lo vi, que hablamos, y sentí que llevaba mucha rabia por dentro. Su primo lo había envenenado, pero yo también tenía culpa.
— Regresé a casa, y mi mamá me preguntó si pude hablar con Manuel de Jesús.
— Respondí: "Sí, señora, que pasa más tarde", pero pensé en ese momento, "tampoco me voy a dar mala vida porque tampoco somos nada".
— A las 6:30 pm, pasó por el lado contrario de la casa, medio paró la camioneta y saludó a mi mamá desde lejos, por educación.
— Ahora sí, sabía que algo pasaba, o mejor dicho, el primo Octavio se salió con la suya.
— Pensé: "Yo también tengo la culpa, porque no debí salir con él jamás. Lo mejor es que ahora sé que sí me gusta Manuel de Jesús."
— El 9 de agosto, estaba esperando para irme al colegio, y hoy estoy libre. Ya falta poco para que nazca el bebé de María, y todos estamos felices.
— Cuando vi que llegaba Octavio en la buseta, que venía llena de hombres. Ya había venido varias veces a la
puerta de la casa y me llamaba, pero siempre le evitaba. La verdad es que no quiero ni me interesa hablar con él.
— Paró la buseta y me llamó: "Juanita, ven acá."
— Le dije: "No, ¿qué haces tú otra vez aquí? Cansón."
— Él dijo: "Ven acá, hazme el favor." Y vi a un señor viejito asomarse por la ventana y mirarme.
— Sentí pena, me levanté y me paré al lado del copiloto, donde también estaba otro señor mayor.
— Le dije: "Buenas," y todos respondieron.
— Él dijo: "No, ven, date la vuelta por aquí."
— Le respondí: "No, dime qué, ya me voy."
— Él contestó: "Ven por aquí, que te voy a contar algo."
— Hice señas de que no, pero él insistió, así que me di la vuelta y le dije: "Cómo vienes con tus cuentos raros, vas a ver."
— Me agarró la mano, pero yo no quería darle la mano, pensando que estaban borrachos como la otra vez.
— Le dije: "¿Cuántos días llevan en parranda? ¿Y dónde está Manuel de Jesús? ¿También está borracho como ustedes?"
— Pero Octavio apretó mi mano y me dijo: "No, Manuel de Jesús tuvo un accidente."
— Sus ojos se pusieron rojos y empezaron a salirle lágrimas.
— Yo le dije: "Es mentira, dime." Pero mis ojos también se llenaron de lágrimas.
— Él me respondió: "Es verdad", y señaló al papá que estaba con él. El papá afirmó que era verdad.
— No lo creía. No pude hablar más con él, ni aclarar las cosas. Sé que también tuve culpa, pero él no me dio tiempo.