El Mago Que Quemó Todo

Theron había sido testigo del crecimiento de Lysander desde el primer día que entró en sus vidas. Recordaba vívidamente aquel momento en que Cedric le había pedido que fuera el padrino de su hijo, una responsabilidad que había aceptado con gratitud y cierta solemnidad. Desde entonces, había estado presente en muchos momentos importantes en la vida de Lysander.

Theron notaba la preocupación en los ojos de Cedric. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Cedric se adelantaba y dirigía la palabra a Lysander.

—Lysander, ¿te importaría llevar los libros a tu habitación? Te veré más tarde —decía Cedric con una sonrisa forzada, tratando de ocultar su preocupación bajo una apariencia de normalidad.

Lysander asentía, percibiendo el tono ligeramente tenso en la voz de su padre. Aunque no entendía completamente qué estaba pasando, decidió no hacer preguntas y simplemente obedecer.

—Está bien, papá. Los llevaré a mi habitación ahora mismo —respondió Lysander con una sonrisa, tratando de aliviar la tensión en el ambiente.

Theron observaba la interacción entre padre e hijo, sintiendo una mezcla de empatía y preocupación. Sabía que Cedric no le había contado a Lysander toda la verdad sobre su poder, y se preguntaba cuánto tiempo podrían mantener esa mentira.

Theron y Cedric se encontraban sentados en la acogedora sala de la casa, compartiendo un momento de confidencias mientras los rayos del sol se filtraban a través de las cortinas entreabiertas.

—Es peligroso, Cedric. Lo vi conversando con un niño, pero cuando me acerqué, el niño desapareció en un instante —comentaba Theron con una expresión preocupada, recordando la extraña situación que había presenciado momentos antes.

Cedric frunció el ceño, reflexionando sobre las palabras de su amigo. No podía ignorar por más tiempo los indicios de que algo estaba cambiando en la vida de Lysander.

—No creo que Lysander haya intentado huir de mí —respondió Cedric con cierta reticencia en su voz. Aunque intentaba mantener la calma, la preocupación se reflejaba en sus ojos.

Theron observaba a su amigo con una mirada comprensiva. Conocía la reticencia de Cedric a revelar la verdad a su hijo, pero también sabía que no podían mantener esa farsa por mucho más tiempo.

—Quizás sea hora de decirle la verdad, Cedric. Lysander merece saber quién es y qué es capaz de hacer —sugirió Theron con tono serio, consciente de la dificultad de la situación.

Cedric vaciló por un momento, luchando internamente entre su deseo de proteger la inocencia de su hijo y la necesidad de enfrentar la realidad.

—No estoy seguro de estar listo para quitarle esa inocencia, Theron. No quiero que Lysander tenga que cargar con ese peso —confesó Cedric con sinceridad, revelando sus temores más profundos.

Theron frunció el ceño ante la negativa de Cedric, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación por su amigo y por el futuro de Lysander.

—Cedric, si no puedes decirle la verdad, al menos háblale sobre las personas malas en el mundo. Enséñale a protegerse, muéstrale cómo defenderse si se enfrenta a algún peligro —sugirió Theron con determinación, intentando encontrar una solución intermedia que pudiera ayudar a proteger a Lysander sin revelarle toda la verdad de golpe.

Cedric reflexionó sobre las palabras de Theron, pero su mente seguía atrapada en el temor a las consecuencias de revelarle a Lysander la verdad sobre su identidad y sus habilidades mágicas.

—No puedo arriesgarme, Theron. Si le enseño magia, podría llamar la atención, podría ser peligroso para él —respondió Cedric con voz firme, aferrándose a su decisión de mantener a Lysander alejado del mundo mágico.

Theron suspiró con resignación, entendiendo que la conversación no llegaría a ninguna parte si Cedric no estaba dispuesto a ceder en su postura.

—Hoy tuviste suerte de que yo estuviera cerca para proteger a Lysander, pero a medida que crezca, será cada vez más difícil mantenerlo a salvo si no le enseñas a defenderse, Cedric, recuerda como éramos nosotros dos, no advertimos que vivíamos en un mundo oscuro mientras nos divertíamos —advirtió Theron con seriedad, enfatizando la importancia de preparar a Lysander para los desafíos que enfrentaría en el futuro.

Cedric dejó escapar una risa nostálgica al recordar los momentos rebeldes de su juventud junto a Theron.

—Esos fueron tiempos salvajes, ¿verdad? —comentó Cedric, con una chispa de diversión en los ojos mientras rememoraba las travesuras del pasado.

Theron asintió con una sonrisa, compartiendo el mismo sentimiento de complicidad.

—Definitivamente lo fueron. Aunque ahora somos un poco más responsables... al menos, la mayoría del tiempo —respondió Theron con una leve sonrisa irónica.

Cedric asintió en acuerdo, sabiendo que ambos habían madurado con el paso de los años, aunque aún conservaban esa pasión por la aventura en lo más profundo de sus corazones.

—Gracias por acompañarme en el té, Theron. Y gracias por estar ahí hoy para cuidar de Lysander —expresó Cedric con sinceridad, reconociendo la importancia de la presencia de su amigo en un momento crucial.

Theron asintió con humildad, consciente del papel que había desempeñado al proteger a Lysander de cualquier peligro potencial.

—Siempre estaré aquí para ayudarte, Cedric. Cuida bien de Lysander, espero que cambies de opinión—respondió Theron con calidez antes de despedirse y dirigirse hacia donde se encontraba el joven Lysander.

Theron tocó suavemente la puerta del cuarto de Lysander, esperando su permiso para entrar. Al hacerlo, fue recibido por la visión de Lysander concentrado, con los ojos brillantes, mientras una pequeña luz emanaba de sus manos.

—¡Vaya, vaya! Parece que alguien está explorando un poco de magia por su cuenta —comentó Theron, admirando la energía curiosa del joven.

La expresión de Lysander se iluminó aún más al ver a Theron entrar.

—¡Tío Theron! Mira lo que puedo hacer —exclamó Lysander emocionado, mostrando su pequeño truco.

Theron sonrió con complicidad, recordando el momento en que él mismo había aprendido ese hechizo.

—Eso es genial, Lysander. Pero, ¿sabes qué? Puedo enseñarte algo aún más impresionante —dijo Theron con una sonrisa traviesa.

Con un gesto rápido, Theron hizo un movimiento con las manos y creó una brillante ráfaga de luz que llenó toda la habitación, iluminando cada rincón con su resplandor cálido y mágico.

Lysander se quedó boquiabierto, maravillado por el espectáculo de luz.

—¡Wow! ¡Eso fue increíble! ¿Puedes enseñarme a hacer eso? —preguntó Lysander con entusiasmo, emocionado por aprender más.

Theron asintió con una sonrisa, disfrutando del brillo de asombro en los ojos de Lysander.

—Por supuesto, pero será nuestro pequeño secreto —respondió Theron, sellando así un pacto de confianza entre ambos.

Theron salió del cuarto de Lysander con una sonrisa suave en el rostro. Recordaba con nostalgia los días de su juventud, cuando él y Cedric habían cometido todo tipo de locuras juntos. Sin embargo, con el tiempo, había aprendido a valorar cosas más importantes.

Mientras caminaba por el pasillo, una sensación de envidia fugaz lo invadió al pensar en el hijo de Cedric. Lysander tenía algo que él nunca tuvo: la inocencia de la juventud y la confianza en el mundo que aún no había sido sacudida por la realidad.

Sin embargo, sabía que debía hacer sus movimientos con precaución. La presencia del otro niño, Moros, le había levantado sospechas. Theron no podía dejar de preguntarse quién era ese chico y qué intenciones tenía. A pesar de su encanto, Theron sabía que en el mundo de la magia, las apariencias a menudo podían ser engañosas. Determinado a proteger a Lysander, decidió que averiguaría más sobre el misterioso compañero de su joven amigo.