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Amatista

Amatista

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada / Pareja destinada / Viaje a un mundo de fantasía / Edad media / Polos opuestos enfrentados / Bestia
Popularitas:181k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Segundo libro de la saga colores.

Prisionero de los campos de sal de Hilaria, O'Brian Adaleón es liberado por un hombre de negocios antes de cumplir su condena, con el fin de ofrecer trabajo como escolta de su revoltosa hija. Lo que al principio le parecerá una auténtica molestia, se convertirá en el comienzo de una hermosa historia de amor.

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EL GUARDIÁN BAJO LA LLUVIA

...ROGUINA:...

— ¡Eso es mentira, yo jamás llegaría a un acuerdo con este sujeto, padre, está mintiendo! — Gruñí, perdiendo por completo los estribos.

— ¿Cómo? — Mi padre estaba confundido — Pero... El vizconde es un hombre honorable de reputación intachable ¿Por qué mentiría con algo como esto?

— Exacto, Señor Robert, yo jamás mentiría, de hecho me desconcierta este comportamiento de parte de la Señorita Roguina, no comprendo porque ahora miente, negando que llegamos a un acuerdo — Dijo el infeliz, tan teatrero que en verdad parecía estar ofendido.

— ¿A qué se debe este arranque ahora? — Acusó mi padre, observándome — Estoy totalmente de acuerdo con la planteado, no tienes porque temer que te sermonee.

— ¡No! — Grité, perdiendo los estribos — ¡No hagas eso por favor, no puedes estar de acuerdo con esto, este hombre miente, solo quiere tener tu aprobación para tenerme bajó su posición y hacer conmigo cuanta asquerosidad se le pase por la mente, no me entregues!

— ¡Miente, yo sería incapaz de ponerle un dedo encima y de tener tales intenciones con la señorita, como le dije, nos casaríamos, pero jamás la tocaría, porque esta unión sería únicamente una alianza para ampliar sus negocios! — Se defendió el maldito, tomando a mi padre del brazo — ¡Estoy tan anonadado como usted, me apena este cambio en su hija, esto es calumnia y no comprendo los motivos!

Mi padre observó de él hacia mí y sentí un dolor muy fuerte cuando me percaté de que no sabía en quien creer, pero el lado del vizconde lo estaba empujando.

— ¡Padre, yo no estoy mintiendo!

El Señor Alfred dió un paso al frente, me percaté de que sus ojos ardían con furia y su postura era defensiva, como si se estuviese conteniendo de atacar al vizconde, pero en ésta situación tenía más peso los argumentos que los golpes.

— La Señorita Roguina no miente, Señor Robert — Dijo, su voz serena a pesar de que demostraba furia.

Mi padre se alejó del vizconde.

— ¿Cómo dice?

— Como lo oye, yo mismo tuve que intervenir para que este hombre no la ultrajara — Gruñó y mi padre cambió por completo de expresión, estrechando sus ojos hacia el vizconde, que empezaba a ponerse nervioso.

— ¡Esas son patrañas!... ¿No pensará creerle más su socio que a mí?

— Por algo es mi socio — Dijo mi padre y me sentí tan aliviada — ¿En qué momento fue esto? ¿Por qué no me pusieron al tanto? — Exigió al Señor Alfred.

— Fue en la celebración, me abordó cuando estaba lejos de la multitud, en uno de los jardines — Observé de forma fulminante a ese desgraciado — De no ser por la llegada del Señor Alfred, tal vez tendrías una hija abusada ahora mismo... Pensaba decírtelo, pero te fuiste de viaje.

El vizconde estaba acorralado, con expresión de impotencia.

— ¡Esto es una calumnia, seguramente la Señorita Roguina a de tener un complot con su socio para deshonrar mi recuperación!

Mi padre apretó sus puños.

— Ya no tengo nada que hablar con usted, así que hágame el favor de retirarse y más nunca pisar mi casa — Señaló la puerta con tono demandante.

— ¡No, no me voy a ir hasta que me entregue a su hija en matrimonio! — El vizconde se plantó, cruzando sus brazos.

— ¡Ya la decisión está tomada, o se va por las buenas o el Señor Alfred lo sacará de aquí a patadas! — Mi padre le sostuvo la mirada.

Contuve la sonrisa cuando mi escolta movió su cuello de un lado a otro, preparándose e intimidando al vizconde.

— ¡Señor Robert, admiro sus agallas para tratarme como si no fuese más que un perro, pero si me echa de aquí sin razonar conmigo, haré algo que jamás podrá remediar! — Amenazó el viejo asqueroso.

— ¡Ya que sus máscaras se han caído, será mejor que se largue! — Advirtió el Señor Alfred, la cuerda de su control estaba a punto de romperse.

— ¡Cierre la boca, esto no es asunto suyo, si me toca de nuevo lo hundiré! — El viejo volvió a mostrar sus garras y observó a mi padre — ¡Y no solo a él, tengo tanto poder e influencia sobre el mercado que usted perderá hasta la ropa que lleva puesta, todas sus riquezas se desvanecerán si no me entrega a su hija... Y no estoy alardeando, cuando cruce por esa puerta empezará su camino al fracaso, no le quedará nada y su reputación estará tan desplomada que nadie le dará trabajo ni como limpiador de cochineros!

— ¡Usted no puede hacer eso! — Mi padre se alteró por completo.

— ¡Quiere verlo, pues el problema de la materia prima dañada es solo una gota de lo que puedo hacerle! — Confesó y mi padre abrió los ojos como platos.

— ¿Qué? ¡Entonces fue usted! ¡Maldito!

Mi padre iba a lanzarse para golpearlo, pero el vizconde se apartó.

— ¡Lo sabía, sabía que usted tenía algo que ver en los ataques! — Gruñó Alfred.

— ¡Hasta su socio tiene más malicia que usted! — Se burló el infeliz — ¡Recuerde Señor Robert, si me toca aunque sea un pelo y me niega la mano de su hija, entonces convertiré su vida en un infierno!

Mi padre palideció, aterrado.

— ¿Qué tal si usted se marcha antes de que salgan pruebas de sus fechorías? — Sugirió Alfred — Usted está siendo investigado y si no da marcha atrás, la vida de usted será la que se convierta en un infierno.

El vizconde rio a carcajadas.

— Mauricio Linar — Pronunció, mi padre y Alfred se tensaron — Cuento con la discreción de ese hombre. Al igual que usted Señor Robert, yo puedo comprar cualquier cosa con mis riquezas y eso incluye a la mayoría de los investigadores... Así que nadie puede tocarme, porque mucha gente se moverá para proteger mi reputación.

— ¡Maldito viejo! — Gruñó Alfred.

— Maldecir no me hará desaparecer... Ahora, Señor Robert — Giró sus ojos hacia mi petrificado padre — El destino de su fortuna está en sus manos... Su hija o sus riquezas ¿Qué prefiere?

Mi padre se quedó en silencio y me observó.

— Padre... — Empecé a llorar — Piensa en mí, si me entregas, este hombre me causará mucho sufrimiento...

— Si no la entrega será peor, perderá todo y ambos terminarán como mendigos, en cambio, conmigo, a ella no le faltará nada y a usted tampoco — Susurró el vizconde, muy cerca de mi padre.

— Papá, no lo escuches — Supliqué, temblando con tanta fuerza — Podemos pensar en otra solución.

— Nada de eso, no quiero trampas — Gruñó el viejo.

— ¡Cállese mal nacido! — Grité, casi hasta que perdí la voz.

— No tengo todo el día, decida de una buena vez — No se calló.

Mi padre cerró sus ojos por un instante y luego me observó nuevamente. Parecía pedir disculpas con su mirada y supe que ya había tomado una decisión.

— Está bien, tiene mi permiso.

Se me escapó un sollozo y el asqueroso sonrió como una víbora.

— Sabía que era inteligente, volveré la semana que viene para dar comienzo al compromiso y no se atreva a jugar conmigo — Le palmeó el hombro y caminó hacia las puertas, me observó como si fuese un banquete — Nos vemos pronto, querida esposa.

Salió del estudio.

Me percaté de que Alfred lo siguió.

Caí al suelo arrodillada, derramando lágrimas de impotencia y dolor.

— Solo tenías que elegirme a mí — Dije, observando a mi padre con desilusión y se le aflojaron las lágrimas — Pero, claro, jamás podría competir contra tus negocios.

— No pienses así, tu eres lo más valioso que tengo, pero ese maldito iba a destruir todo por lo que he trabajado duramente... Nos arruinaría a los dos — Se acercó, pero me levanté, retrocediendo de él.

— Ahora, me arruinará a mí.

— Roguina... Te prometo que haré lo que sea para...

— ¡Estaba en tu poder salvarme, pero ya es demasiado tarde, así que no me hagas promesas falsas, me has decepcionado y jamás te perdonaré por esto!

— Roguina...

Salí corriendo del estudio.

......O'BRIAN:......

Seguí a ese maldito hasta el vestíbulo y me atravesé en su camino.

— Señor Alfred, tengo prisa, así que fuera de mi camino — Movió su mano con desdén, pero la tomé y tiré hacia abajo, soltó un grito cuando apliqué más fuerza.

— Al contrario del Señor Robert, yo no le tengo miedo a sus malditas amenazas.

— Debería tenerlo... También destruiré su vida... Si no me suelta — Soltó entre gemidos de dolor.

— Haga lo que le dé la maldita gana — Escupí, tirando de su mano, otro gemido salió de él — ¡Si le pone aunque sea una mano encima a la Señorita Roguina, lo mataré, lentamente, lo cortaré en pedazos y regaré sus restos repulsivos por toda Hilaria! — Empujé su dedo índice con el pulgar, para romperlo.

— ¡No, no se le ocurra! — Gruñó, apretando los dientes por el dolor, cayendo de rodillas sobre el mármol.

— ¡Usted tiene sus modos, pero yo también tengo los míos, usted usa su maldita posición, su título y su poder, en cambio, uso el dolor y el sufrimiento, puedo ser tan despiadado que hago suplicar la muerte, así que si se mete con la Señorita Roguina, conocerá esa parte de mí! — Dije, empujando un poco mi pulgar y el sudor empezó a correrle por la sien.

Se rio entre el dolor — ¡Ya el trato está hecho, así que tú, maldito lamé suelas no puedes hacer nada, entiendo que esa señorita te vuelva tan loco como a mí, es exquisita!

— ¡No soy como tú, asquerosa rata, yo si se como tratar a una dama!

— ¿Qué pensaría el Señor Robert si llegara a saber que deseas a su hija?

El hueso se quejó cuando terminé de romper el dedo y me maldijo varias veces.

Lo solté cuando la Señorita Roguina apareció.

— ¡Si piensas que una señorita mancillada me hará alejarme te equivocas, así es mejor, me harías un gran favor, no quiero tener soportar sus quejas de dolor cuando este en mi cama! — Se burló el maldito, jadeando mientras se levantaba.

Roguina le escupió en el rostro y se alejó hacia la salida, abriendo la puerta para salir a toda prisa.

La seguí, dejando al maldito riéndose en el vestíbulo.

Afuera estaba lloviendo, pero eso no le importó a ella.

La Señorita Roguina salió por las rejas, rodeando el ornamentado carruaje que seguramente pertenecía al maldito vizconde.

Hice lo mismo y salí a la calle.

La lluvia me empapó rápidamente cuando se hizo más fuerte.

La Señorita Roguina estaba al otro lado del camino, entrando al bosque en donde la había perseguido hace tan poco tiempo.

Crucé, con pasos rápidos, entrando en el bosque.

La falda le pesaba cuando se empapó por completo y disminuyó el paso hasta detenerse debajo de un árbol.

Me detuve y la lluvia golpeando las hojas hacía un ruido fuerte que estremecía el suelo pantanoso.

Ella se mantuvo de espaldas, apoyando una mano del tronco y escuché como lloraba.

Así que rompí la distancia.

— Roguina — Dije su nombre, sin formalidades y se giró para observarme.

Sus ojos estaban rojos en hinchados.

La rodeé en mis brazos y la abracé.

Se derramó en llanto mientras enterraba su rostro en mi pecho y encajaba sus dedos en mis hombros.

Temblaba por la lluvia, pero también por el dolor que podía sentirse con solo verla. Debía ser duro, su padre había elegido proteger sus riquezas, en lugar de proteger a su hija y eso era algo tan imperdonable.

De estar el Floris y tener el poder que antes poseía, me hubiera burlado en la cara del vizconde y él abría salido huyendo con solo una palabra de mi boca.

Ese O'Brian ya no existía, no tenía poder, no era nadie en Hilaria.

Acaricié su cabeza empapada.

Se separó un poco para observarme.

— No quiero ser infeliz el resto de mi vida — Susurró, su voz llena de dolor — Sufriré tanto que no lo soportaré — Tembló con tanta fuerza — Si me caso acabaré con mi vida antes que estar para siempre en las manos de ese desgraciado.

— No, yo estoy aquí para impedir que eso pase, ese desgraciado no la tocará, se lo juro, sobre mi cadáver — Posé mis manos en sus mejillas.

— Pero... Si se opone a mi padre, él lo despedirá... Su trabajo estará en riesgo— Jadeó, tan preocupada.

— No me importa, yo... Yo no soportaría verla en manos desde maldito.

Observé como las gotas se deslizaban por la punta de su nariz y por sus labios entre abiertos.

— Hubiese deseado que mi padre me defendiera como usted lo hizo.

— Suerte que estoy aquí para usted y no la dejaré sola — Froté sus mejillas frías por la lluvia.

Incliné mi cabeza y la besé.

Su respiración se cortó cuando moví mis labios con intensidad y rapidez.

Respondió, enterrando las manos en mi cabello, pegando su cuerpo al mío mientras abría su boca para mí. Nuestras lenguas se rozaron y bajé mis manos por su cuerpo.

Por fuera, estábamos helados por la lluvia, pero adentro había un calor creciendo al roce de nuestros labios.

Mordí su boca y me alejé un poco.

Bajé mi mirada a su escote, sus pezones se marcaban contra la tela húmeda.

— Usted es el único que tiene derecho a tocarme — Jadeó, tomando mi muñeca para posar mi mano en uno de sus senos.

— Por supuesto que sí, es mía.

Elevé la mano y apreté los dos con suavidad mientras volvió a besarla.

Se le escapó un gemido y su pequeño cuerpo se arqueó.

Tiré del escote hacia abajo, dejándolos al descubierto y mi erección se moría por ser liberada de los pantalones.

Me agaché y atrapé una areola con la boca.

Gimió de nuevo, enterrando sus manos en mi cabello mientras la saboreaba, lamiendo y succionando.

Saboreé el otro, observando por instantes como inclinaba su cabeza hacia atrás y cerraba sus ojos.

Me elevé y la presioné contra árbol para besarla de nuevo.

En el pasado había actuado demasiado tarde para ayudar a Eleana.

Ahora tenía la oportunidad de hacerlo con la Señorita Roguina y no iba perder tiempo, no sería tarde.

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Suleima Rengifo Londoño
excelente novela, como las anteriores....felicidades autora
adri péraza
que no se haga tonta ella sabía que ocultaba algo y ella así lo acepto
Jovis Feliz
estuvo linda la historia, pero siento como que quedó inconclusa,
Veronica Caglia
O'brian guau a mi me gustan mayores esos que se dicen señores 🎶🎶
H.M.R
Me encanto
Lizzie Cedeño
me quedé con la boca abierta al leer está línea
Lizzie Cedeño
jajaja me muero de la risa 🤣🤣
Jackeline Gaido
Son 16 años de diferencia, el tiene 35 y ella 19.
Yesenia Ortega
Escritora sensacional sin palabras que Dios te siga bendiciendo y sigas escribiendo tan bonito como siempre voy por la próxima.
BAE :) Mage
;)
Flavia Claramunt
ame las 4 historias,tanta creatividad para crear los personajes,la narración impecable y tan descriptiva,los detalles en los paisajes,vestuario,maquillaje,casas y paisajes,y siempre las historias de amor tan hermosas,una fan más de tu forma de escribir fue un placer de principio a fin,y voy a releerlas más de una vez porque sin dudas valen la pena 👏👏👏👏👏👏👏,
Flavia Claramunt
una obra maestra como todo está saga
L34578
Muy bonita
Ely Moreno
una bella historia, que nos recuerda que siempre tenemos una 2da oportunidad
María sarmiento
hermosa historia quiero leer la tercera historia. tienes esa habilidad de adentrarnos y vivir tus historias. felicidades
Eleonor Baker
Maravillosa historia llena de valentía y amor, me ha gustado sus dos gemelas genial una como cada uno de ellos
Eleonor Baker
Este par es genial, luchando y comentando cómo en fiesta del té...jijiji
Eleonor Baker
Exacto, se vio super genial porque no la amarraron, pero amarrada el cuento cambia?
Eleonor Baker
Ah caray, osea que le hubieras permitido casarse con O'Brian si pedía permiso? Ay ajaaaaaa
Ara
Claro el tener albinismo no tiene nada de malo
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