El Reino De Los Engaños

Sade

— ¿Cómo va a ser mi madre? ¡Por el amor de Dios! ¿No es tu hermana?

—Es tu madre y de igual manera, es mi hermana —Al decir eso, sus mejillas se enrojecieron de la vergüenza.

— ¿Tuviste una hija con tu propia hermana? ¿Acaso se volvieron locos? —Grité y después me callé porque no queríamos que nadie se enterara de nuestra delicada conversación.

—El amor no distingue nada, ni razas, ni edades, ni parentesco, ni nada...Eso debes de aprender.

— ¡No estoy de acuerdo! El amor no es así, también tiene ciertas leyes y para mí no es nada normal enamorarse de alguien de la familia.

—No es normal, ya sé. Lo nuestro simplemente sucedió sin más, ni siquiera tuvimos tiempo de pensar con detenimiento.

—Ha sido un grave error, gravísimo.

—Lo prohibido atrae mucho más que lo que no lo es —Rió observando uno de los retratos— Aparte, por ese amor prohibido existes.

—Eso sí —Le di la razón— ¿Y qué me dices de la mujer que es exactamente igual a mí?

—Ah, ya que estamos hablando con toda sinceridad creo que te lo diré al fin —Hizo un ademán con las manos y se puse de pie, imité su acción— Esa mujer joven es tu hermana gemela, su nombre es Irina.

—Irina es un nombre muy hermoso, lo admito —Sonreí con nostalgia— Me gustaría conocerla lo más pronto posible padre, también te llamaré así y no por tu nombre a partir de hoy. Olvidaré todas las palabras que dolieron y las acciones mal ejecutadas, lo prometo. Construiremos nuestra relación desde el inicio, no tengo problema con ello.

—Muchas gracias, hija de mi vida —Me abrazó y por primera vez en toda mi vida entera sentí que sus brazos eran mi refugio. Es que si ya no habían más mentiras, todo sería mucho mejor.

—Mi querida madre Ingrid lo sabía todo ¿No es así? —Lloré un poco.

—Cómo no lo iba a saber, si ella me ayudó a que nadie sospechara. Ingrid se ha portado muy bien conmigo y le doy las gracias. Sepas que Milos si es hijo mío y de Ingrid —Sonreí— Irina vive con su madre.

—Es bueno saberlo...Me gustaría poder contárselo a mi hermano menor igualmente —Confesé— Merece saberlo todo.

—Díselo en el momento correcto...

—Para este tipo de cosas no se necesita buscar el momento indicado. Yo se lo diré lo más pronto, él es lo más importante que tengo y merece saberlo. Padre, hay algo que no ha quedado tan claro...de hecho algunas cosas.

—Dime, Sade.

— ¿Tengo permitido ir al pueblo a encontrarme con mi madre o tengo el derecho de conocer a mi hermana gemela? —Sollocé— Además quiero saber que pasará con mi compromiso.

—Mientras tu hermana Irina no sepa nada sobre ti o su pasado, no hay manera que la conozcas. A Neferet la puedes ver mientras que Irina no te vea, tal vez le puedes decir a tu madre que venga al castillo. Respecto al compromiso, ya di mi palabra...

— ¡Haz que tu palabra no tenga sentido por una sola vez en la vida! Por favor, por favor, por favor...

—Sade...Es algo que debo arreglar con el rey William —Su rostro no mostraba una expresión muy buena que digamos.

—Padre, mírame —Le pedí tomando su rostro entre mis manos— ¿Cómo puedes negarme algo así? Toma en cuenta como si esta fuera mi recompensa por todas las mentiras y eso...¿Qué piensas?

—Puedo meterme en un enorme problema ya que lo arreglamos hace una buena cantidad de tiempo...

—Mírale el lado bueno padre —Le sonreí— No hemos organizado ni comprado absolutamente nada. No hemos hecho ningún gasto inútil.

—Déjame continuar hablando.

—Oh sí, perdón.

—Pero, haré mi mejor intento —Acarició mi rostro y dejé caer una lágrima de verdadera felicidad.

— ¿Lo prometes? —Chillé.

—No somos niños para hacer ningún tipo de promesas, hace ya mucho que dejé de creer en ellas —Rió y le seguí—Cuando era joven y sucedió todo eso que no debía suceder.

—Buento, de todas formas ya has dicho que sí. Sabes que no hay vuelta atrás —Bromeé.

—Ya sé, ya sé...Ahora regresemos al baile porque todos empezaran a sospechar cosas extrañas...

—Oh, tal vez todos creen que me has matado ya —Reí.

—Calla Sade y apresura tus pasos, tu madre nos matará si no llegamos antes que se inicie el baile.

—Se supone que yo soy la que debe iniciarlo, escogiendo a mi pareja —Contesté con dificultad, pues al caminar nuestro ritmo estaba siendo muy rápido.

—Bailarás con Eros ¿No?

—Obviamente padre, ya verás que mi Eros es un hombre maravillosos y lleno de buenas características, aunque no se me ha dado el tiempo que quisiera para conocerlo.

—Ya tendrás tiempo ahora que cuentas conmigo —Me dio un golpecito el cuál se lo devolví con más fuerza— ¡Sade!

— ¿Qué? ¡Solo te devolví el golpe que me has dado! —Solté una gran carcajada.

Me observó en silencio, el cuál no fue nada incómodo. Estábamos por llegar al salón principal del castillo, no obstante quise decirle algo que conmoviera su corazón, eso que nunca fui capaz de hacer.

—En esta noche muchas cosas han cambiado padre, y creo que esto me agrada demasiado. Admitiré que no soy la mejor persona que haya pisado este reino, mi mucho menos. Soy rebelde cuando quiero y no me gusta que las cosas no sean trasparentes, no me puedo quedar tranquilo si algo no me gusta ni un poco, me molesto con suma facilidad, no suelo llorar casi nunca, tengo muchas ambiciones, no soy la persona más amorosa que exista...Lo que trato de decirte con esto es que no soy perfecta, pero son tu hija. No soy la mejor persona que existe, no sé amar como se debe pero sigo siendo tu hija al igual que tú sigues siendo mi padre, sin importar cuántos errores cometas en el camino. Tienes todo el derecho de equivocarte intentando criarme, de tomar decisiones que no sumen nada. Ambos tenemos el mismo derecho, así que también quiero que nos demos la oportunidad de perdonar y sanar todas las heridas que nos hicimos mutuamente durante un tiempo. A partir de hoy, te invito a que seamos felices y nos amemos de verdad. Te invito a que tengamos una verdadera relación de padre e hija, a que nuestra familia siga siendo maravillosa aún con errores, a que todos formemos parte de las decisiones que hay que tomarse, a que todos nosotros luchemos por nuestro reino incluso si de una batalla se tratase, que seamos quienes queremos ser sin restricciones ni lamentos...Apreciemos la vida en sí, que eso es lo que menos sabemos hacer. Tú, querido rey Arturo, eres un gran hombre que se ha equivocado como muchos en cualquier punto de su vida. Tú eres una gran persona, que lucha por lo que quiere y pido disculpas por no poder entenderlo del todo la mayoría de las veces. Sigue siendo quién eres, no cambies por nadie menos por mí. Te amo, lamento que sea la primera vez que te lo digo.