Boda En Máfia

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Al salir de la oficina de Dominic, pasé un buen rato hablando con Renner, tratando de disipar las ideas que él tenía fijas en la cabeza. Lo dejé en el sofá, en compañía de Marian, y subí a la habitación. La noche se desenvolvía, y mi mente estaba llena de pensamientos confusos sobre el futuro y las decisiones que se habían tomado.

Recolecté algunas pertenencias personales y las metí en una pequeña bolsa, ya que cuando llegué aquí no traje nada. Me senté en la cama, recordando todo por lo que pasé. No puedo negar que lo que tuve con Dominic fue más que una relación; fue un amor intenso y significativo. Si digo que no lo amo, estoy mintiendo.

Estoy triste por Sarah. Ella era más que una amiga; era todo para mí. Siempre me ayudó en todo lo que necesitaba, y debido a Dominic, se fue.

No puedo quedarme aquí sabiendo que el asesino de mi mejor amiga está en la misma casa, y mucho menos vivir con él, fingiendo que todo está bien, cuando no lo está.

Tomé la bolsa y empecé a salir, pero Dominic apareció en la puerta. Su semblante triste apretó mi corazón.

Dominic se quedó en silencio por un momento, sus ojos buscando los míos como si quisieran encontrar respuestas. Podía sentir la intensidad de su tristeza, una tristeza que reflejaba mi propio dolor.

— Valentina, por favor, no te vayas. Podemos resolver esto juntos. — Trató de tomar mi mano, pero la aparté suavemente.

— Dominic, es demasiado difícil. No puedo quedarme aquí sabiendo lo que sucedió. Necesito seguir adelante, aunque eso signifique seguir sola. — Respondí con el corazón apretado.

— No hagas esto conmigo. No merezco tu desprecio, tú no. — me apoyó contra la pared y cerró la puerta. Sus manos acariciaron mi rostro.

— Dominic, por favor, déjame pasar. — Pedí.

Sus manos fuertes descendieron por mi cuerpo, causándome escalofríos, y recordándome los momentos que vivimos juntos.

— Te amo, y haría cualquier cosa por ti y mi hijo. Dame una oportunidad de redención. ¡Por favor! — pidió cerca de mis labios. — Te prometo que te dejaré ir. Pero dame una garantía de que aún me amas.

— Dominic, esto no cambia lo que pasó. No puedo simplemente olvidar. Necesito lidiar con la pérdida de Sarah y las elecciones que se hicieron. — Respondí, manteniendo la calma ante la intensidad del momento.

Miró mis ojos, buscando alguna respuesta que pudiera aliviar la situación.

— Está bien, pero sabes que no voy a renunciar a ti.

— Cuando vea que has cambiado, tal vez te daré una oportunidad, Dominic. Y cuando pienses en tu redención, no pienses solo en mí, piensa en tu hijo.

Asintió comprendiendo, pero había una mezcla de dolor y resignación en sus ojos. Fue un adiós silencioso, cargado de emociones que no podían expresarse con palabras en ese momento. Salí por la puerta, dejando atrás no solo la mansión, sino una parte significativa de mi vida.

Por segunda vez, nos separamos.

Bajé las escaleras, tomé las manos de Renner. Me despedí de Marian que lloraba por mi partida y entré al auto que me esperaba para llevarme.

El auto se alejó de la mansión, llevándome lejos de Dominic y de todo lo que vivimos juntos. Renner estaba a mi lado, pero el silencio dentro del vehículo era ensordecedor. Miré hacia atrás, viendo la mansión desaparecer en el horizonte.

— Mamá, ¿vamos a estar bien, verdad? — Renner rompió el silencio con una voz temblorosa.

Acaricié su cabello y sonreí para él.

— Sí, mi amor. Vamos a empezar de nuevo y construir una nueva vida juntos.

Miré por la ventana, decidida a enfrentar el futuro, sin saber lo que me deparaba.

Habían pasado algunas horas y finalmente llegamos a mi ciudad por la mañana. El auto se estacionó frente a mi casa y salí con Renner sosteniendo mis manos. Agradecí al hombre que me trajo y se fue. Antes de entrar a casa, suspiré y luego entré.

El ambiente familiar de mi casa traía una sensación de nostalgia, pero también una extraña familiaridad. Cada objeto, cada rincón, eran testigos del tiempo que pasó mientras estuve fuera. Me di cuenta de que, incluso después de todo lo que viví, había una especie de consuelo en regresar al lugar que conocía tan bien.

Me senté en la sala y observé a mi hijo mientras jugaba con algunos juguetes. La decisión de regresar a casa era reconfortante y aterradora al mismo tiempo. Sabía que enfrentar los eventos recientes y comenzar de nuevo sería un desafío, pero también era un paso necesario para curar las heridas del pasado.

Descansé un poco del viaje agotador. Me levanté y decidí empezar a reorganizar las cosas y hacer pequeños cambios para marcar este nuevo capítulo en mi vida. Renner, a pesar de la confusión que lo rodeaba, mostraba ser resiliente, explorando nuestro hogar con curiosidad infantil mientras jugaba con un avión de juguete por los cuartos.

Algunas horas después, estaba preparando una cena para celebrar nuestro regreso a casa y también la Navidad. Cuando escuché a alguien tocar el timbre. Caminé hasta allí, y mi corazón casi se detuvo cuando vi a Sarah frente a mí.

— No puedo creerlo. — dije abrazándola. — Renner, hijo, mira quién está aquí. — grité.

Al abrazar a Sarah, una oleada de emociones confusas me golpeó. La imagen de mi amiga, que pensé que había perdido, estaba allí frente a mí, como si el tiempo hubiera retrocedido. Una mezcla de felicidad e incredulidad llenaba el aire.

— Valentina, querida, no tienes idea de lo bueno que es verte de nuevo. — dijo Sarah con una sonrisa amable.

La sorpresa Se apoderó de mí, pero no pude evitar cuestionar lo que estaba sucediendo.

— ¿Cómo... Cómo es posible? Pensé que... Pensé que tú...

— Valentina, hay mucho que necesito explicar. No fue fácil, pero ahora estoy aquí.

Mientras Sarah comenzaba a compartir su historia, mi corazón latía con una mezcla de alivio y alegría. Parecía que, después de tantos giros inesperados, el destino me estaba regalando un presente inesperado: el regreso de mi querida amiga. Se unió a mí y a Renner en la mesa, y comenzamos a compartir esa alegría.