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EL DUCADO DEL SOL ISABELLA

EL DUCADO DEL SOL ISABELLA

Status: Terminada
Genre:Equilibrio De Poder / Malentendidos / Matrimonio arreglado / Diferencia de edad / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:1.5M
Nilai: 4.9
nombre de autor: Lia

Isabella es la hija del Duque Lennox, educada por la realeza desde su niñez. Al cumplir la edad para casarse, es comprometida con el Duque Erik de Cork, un hombre que desconoce los sentimientos y el amor verdadero.

NovelToon tiene autorización de Lia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 21 EFROM LAS NINFAS OSCURAS PARTE 3 (LAS BANSHEES EXTERMINADAS)

Los caballeros cabalgaban a toda prisa, con el corazón en un puño. Un galope frenético era su única esperanza de escapar de ese bosque maldito. Su visita a las ninfas no había sido bien recibida, y la situación se tornaba desesperada: el príncipe Miler yacía inerte, sumido en un sueño profundo del que no despertaba. Esta inquietante realidad atormentaba al barón Joel, quien espoleó a su montura para alcanzar al duque Erik.

“Mi señor, el príncipe Miler no despierta”, le dijo Joel con voz temblorosa, la urgencia tiñendo cada una de sus palabras.

El duque, con la mirada fija en el sendero que se abría ante ellos, ya intuía la causa de aquel letargo. La respuesta que dio fue lacónica y sombría: “Todo depende de él”.

“¿Qué quiere decir, mi señor?”, insistió Joel, sin comprender el significado de esas enigmáticas palabras.

“Las ninfas fueron astutas”, explicó Erik, su voz grave resonando entre el sonido de los cascos. “Parece que olieron su linaje real incluso antes de que entráramos al bosque. Lo atacaron antes de que pudiera cubrirse los ojos. No sé cómo soportó el hechizo tanto tiempo. Es admirable para ser su primera vez en Efrom”.

“Pero, ¿por qué no despierta?”, cuestionó el barón, la confusión en su rostro.

“Porque la maldita ninfa que lo hechizó sigue viva”, sentenció el duque. “Y, por lo que parece, nos sigue muy de cerca”.

Un escalofrío recorrió la espalda de Joel. “¡Pero, mi señor, usted acabó con ella! ¡Todos lo vimos!”, exclamó consternado, observando al duque y al resto del escuadrón que los precedía. En ese instante, comprendió la premura de su huida. Aquella ninfa plateada, la misma a la que había visto el duque atravesar con su espada, era una criatura de un poder inimaginable si había logrado sobrevivir a semejante herida.

“Es una ninfa plateada”, reveló Erik. “No morirá tan fácilmente. Esconde su corazón para no morir, y puede regenerarse de forma infinita a menos que lo encontremos. Lo debe de tener cerca, pero el dilema es dónde”.

Erik notó el silencio opresivo que había caído sobre el bosque. Incluso los caballos, a pesar de su gran velocidad, se sentían intranquilos. El viento comenzó a soplar con una fuerza antinatural en medio del espeso follaje.

De repente, una risa etérea y burlona surgió de las profundidades de los árboles, como si la ninfa plateada estuviera regodeándose.

Había iniciado su ataque, uno dirigido a desestabilizar emocionalmente a los guerreros. Erik, percibiendo la amenaza, alzó la voz: “No se dejen influenciar. No desvíen la mirada. Quien lo haga, quedará atrapado”.

Los caballeros, disciplinados por el riguroso entrenamiento del duque, acataron sus órdenes al pie de la letra. Aquella unidad, formada por los cien mejores guerreros del reino, era la élite. Y de ellos, solo los doce que lo acompañaban en ese momento eran su escuadrón de confianza.

La ninfa no lo tendría fácil. Erik, sabiendo que el tiempo era crucial, frenó su montura y se hizo a un lado. Ordenó a Ángelo que continuara guiando a la caballería mientras Máximo, Fedro y Micaelo se quedaban con él. El resto del escuadrón debía asegurar la salida del bosque.

El barón Joel, impulsado por una lealtad férrea, decidió quedarse al lado de su señor. Erik, al verlo, le ordenó con molestia que se fuera. Pero Joel se mantuvo firme, expresando que bajo ninguna circunstancia lo abandonaría.

Erik, con una orden irrevocable, le indicó que se retirara junto con la caballería, asignándole la responsabilidad de velar por la seguridad del príncipe a partir de ese momento.

El barón, aunque a regañadientes, obedeció. Antes de partir, se dirigió a los caballeros que acompañaban al duque y les advirtió, con la voz llena de angustia, que no se atrevieran a regresar sin su señor.

Fedro sonrió ante la obstinación del barón. Parecía que Joel no conocía el verdadero carácter del duque en la batalla, un ser que se transformaba en una figura implacable y temible.

Erik desmontó y, pidiendo el arco de Micaelo, apuntó hacia una dirección en la que a simple vista no había nada. Al lanzar la flecha, un grito ensordecedor rompió el silencio del bosque. “Prepárense, caballeros”, dijo el duque con una calma escalofriante.

Ante ellos, la ninfa plateada emergió en forma de espectro. Su cuerpo esquelético estaba envuelto en una túnica negra, y en una de sus manos, la flecha que Erik había lanzado, que desvaneció en polvo.

La ninfa movió su cabeza de forma extraña, como si estuviera escudriñando el alma de cada uno. Erik, en un susurro, alertó a sus hombres de la situación.

La criatura extendió una mano hacia Erik, y ante sus ojos, se transformó en una joven de cabellos rojos.

Micaelo, al verla, rugió: “¡Maldita bruja, cómo te atreves a robar la apariencia de mi hermana!”. La ninfa sonrió y, de nuevo, cambió su aspecto, esta vez en una anciana. Máximo, mirándola, la desafió: “¡Abuela, la mía es más hermosa, perra infeliz!”.

Micaelo fue el primero en atacar. La ninfa, aprovechando la oportunidad, se convirtió en su hermana, suplicando por su vida. Pero la mente de Micaelo estaba entrenada contra este tipo de artimañas. Sin dudar, la atravesó con su espada.

La criatura volvió a su forma de espectro, desvaneciéndose en el aire y reapareciendo en la rama de un árbol, recuperándose del ataque.

Erik, imperturbable, observaba la escena, buscando con desesperación el corazón de la ninfa, pero no lograba percibirlo. A su alrededor, aparecieron otras cuatro banshees, tres de las cuales iniciaron un ataque. La cuarta se quedó junto a la ninfa mayor.

Erik gritó a Máximo: “¡Mata a su perra!”. Máximo, en medio del caos, corrió hacia las ninfas que estaban en el árbol, y con un silbido, su caballo se acercó a toda velocidad. Sacó una de sus dagas y la lanzó con una precisión mortal.

La ninfa intentó huir, pero no pudo. La daga, forjada con un metal especial para seres oscuros, la hizo caer de los aires. Máximo, tomando una mazo de su espalda, aplastó su pecho. El espíritu de la criatura se desvaneció, y con él, el hechizo que mantenía cautivo al príncipe Miler.

Solo quedaban tres ninfas. Fredo, que se había colocado a espaldas de Erik, susurró: “Se han fortalecido. Parece que no les gustó nuestra visita”.

Las tres banshees iniciaron un ataque coordinado, ágiles y escurridizas, manteniendo la distancia. Una de ellas se elevó, volando en círculos alrededor de los caballeros. Fedro, impaciente, vociferó: “¡Malditas zorras!”, y atacó a una de ellas. Pero por su espalda, otra banshee lo tomó, elevándolo al cielo y soltándolo sin piedad.

Micaelo, actuando como un amortiguador, corrió para atrapar a su compañero, pero el impacto le dislocó el hombro. Con un gruñido, se acomodó el brazo con un solo movimiento, y se volvió furioso hacia Fedro: “Si no mantienes la calma, conseguirán lo que quieren… ¡tu cabeza, imbécil!”.

Erik se mantuvo sereno. Dio señales con las manos, y los caballeros, actuando como un solo hombre, atacaron a una de las ninfas. La estrategia era clara: acabar con ellas una por una. La banshee, al sentirse acorralada, intentó pedir ayuda. Las otras dos se acercaron para atacar, pero Erik cortó a una de ellas de un solo golpe, mientras Micaelo atravesó a la otra con su espada. Fedro, con un golpe certero, también había logrado acabar con la tercera. Solo quedaba la ninfa plateada.

Las ninfas, antes de volverse polvo, lanzaron maldiciones. Sus ojos, fijos en el duque Erik, brillaban con un odio profundo. “Morirás como ella”,

susurraron entre risas, justo antes de desvanecerse.

En ese instante de distracción, la ninfa plateada aprovechó la oportunidad y se lanzó sobre Erik. A pesar de la armadura, sus garras penetraron en el brazo del duque, inmovilizándolo y haciendo que su espada saliera volando. Erik, reaccionando rápidamente, intentó sacar su daga, pero la ninfa lo arrastró por el aire, golpeándolo contra un árbol e impidiendo su ataque.

De repente, un grito agudo surgió de la ninfa. Erik miró, y vio que una lanza la había atravesado. El príncipe Miler, ahora despierto, lo había salvado.

Erik, aprovechando el momento, sacó su daga. La ninfa se transformó en una joven y bella mujer, suplicante y lastimera. Cayó a los pies del duque, y detrás de ella, se escuchó la voz del príncipe Miler, que murmuró: “Isabella…”. Pero Erik, sin dudar, le cortó la garganta, la ninfa se desvaneció en polvo.

“No te dejes engañar”, Erick le advirtió al príncipe.

Fedro se acercó al príncipe Miler, aliviado. “Su majestad, me alegra que se encuentre bien”.

Miler, con la mirada aún perdida en el sitio donde había estado la ninfa, preguntó con voz grave: “¿Por qué no ayudaron al duque?”.

Máximo, envainando su espada, respondió con un tono indiferente: “Creo que la perra tenía un problema personal con mi señor. Así que nos mantuvimos al margen”.

“Seríamos un mal tercio, majestad”, agregó Micaelo con una sonrisa burlona.

El príncipe se acercó a Erik. “¿Crees que sabes cómo acabar con ese monstruo?”, le preguntó.

Erik lo miró fijamente. “Creo que ya sé lo que es… maldita ninfa…”, murmuró. Con la mano, sacó una pequeña bolsa de cuero amarrada a su cintura y extrajo un medallón.

En ese preciso momento, la ninfa apareció de nuevo ante él, transformándose una vez más en Isabella. Lloraba y suplicaba al príncipe Miler que la salvara. “¡Por favor, príncipe, no dejes que me haga daño… ayúdame!”, imploró.

Erik dejó caer el medallón al suelo y lo atravesó con su espada. La ninfa se retorció, su rostro se distorsionó por el dolor, y su cuerpo comenzó a disecarse, convirtiéndose en un cadáver y luego en cenizas que el viento se llevó una a una. La batalla había terminado.

^^autora^^

Gracias por su apoyo con sus 👍

1
Justina Elizagaray
🥰LÍA estoy empezando a leer de nuevo tú novela para mi es muy linda, hermosa 💖 gracias
Justina Elizagaray
esta es la segunda vez que me pongo a leer, la primera vez era esperando la actualización ahora las voy a leer ya tranquila para mí es muy hermosa novela
Yessica Moreno
que va hacer con la hermana
Yessica Moreno
me duele el corazón 😢 de pesar que el ama a otrs
Yessica Moreno
se la van a llevar
Yessica Moreno
me molesta 😔 un poco al pensar que ama a una ninfa
Yessica Moreno
🫢🫢🫢🫡 si señor
Yessica Moreno
es la única que lo tranquiliza
Yessica Moreno
y lo dice con tanto orgullo, solo es un metido
Olga Lidia Leal
excelente, muy hermosa, gracias
Ceecee
excelente historia, corrige la ortografía y será de 5 estrellas
Ceecee
volvió a llamarse vernart
Ceecee
mercenarios 😕
Adeilis
La historia es muy interesante, me gusta mucho
Ceecee
Dios hay que adivinar que palabra quieres decir, deberías revisar antes de publicar, la historia es buenísima y se daña con tantos errores
Ceecee
embargaran 🫣🫣
Ceecee
la inteligencia de esta protagonista no la he visto hasta ahora 😕
Ceecee
este Bernard se llamaba diferente 🤣🤣🤣🤣
Ceecee
mercenarios, parece que has descuidado tanto ortografía como redacción
Ceecee
asfixiando
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