Esta pareja se separó por culpa de él. Todo lo malo que él le hizo vivir fue demasiado para ella y con el corazón roto salió de su vida para siempre...
Anya se casó por amor, Alex no. Él ya amaba a alguien más y fue obligado a separarse de ella; pensando que Anya era la culpable, le hizo la vida miserable.
Su esposa pensó que con el tiempo él podría enamorarse de ella; sin embargo, eso no pasó en todo el tiempo que estuvieron juntos.
Una noche, fue el comienzo del fin para que ella lograra salir del fondo del pozo donde estaba viviendo.
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21
Capítulo 21
Alex, quien estaba en la casa, dentro de su oficina, cuando le llego la llamada de su jefe de seguridad, avisándole que en la entrada de su casa, estaban sus padres pidiendo entrar, fue tomado por sorpresa al saber esa noticia.
-¿Qué? ¿Están en la puerta?
-Sí, señor, ¿qué quiere que haga? ¿Los dejo pasar o les digo que no tienen permiso?
A Alex, le enojó el saber que ellos habían venido sin invitación o siquiera sin avisar, pero no le quedaba de otra que dejarlos pasar, ya que eran sus propios padres.
-No, esta bien, déjalos pasar. Aunque no me guste que hayan venido hasta aquí, son mis padres.
-Comprendo, señor. Ya les abro la puerta.
Cuando a penas le dio esa indicación al hombre, salió de la oficina y subió las escaleras para avisarle a Anya que ellos estaban allí de improvisto.
Esa noticia a ella no le agradó nada, pues no quería verlos ni interactuar con ellos, así que mirando a Alex a la cara le dijo lo más calmada que pudo, para que él no se enoje con ella.
-¿Puedo quedarme, aquí, en la habitación? No quisiera tener que ver a tus padres en este momento.
Igual que la vez pasada en que ella vio a los padres de ambos, a él le sorprendió mucho la actitud de ella, pero en este momento no tenía el tiempo suficiente para saber que es lo que pasaba allí, por lo que solo le respondió.
-Esta bien, no te preocupes. Tú solo quédate aquí y descansa, si preguntan por ti les diré que estás descansando, así que no te molestaran.
-Gracias.
Le dijo Anya con una pequeña sonrisa mientras se miraba las manos que acariciaban su vientre.
Después de esa pequeña conversación, él salió del cuarto, dejando a Anya allí, acostada, y bajó las escaleras para encontrarse a sus padres ya en la sala. Ambos tenían cara de enojados, por todo lo que había pasado en la entrada con los guardias de seguridad.
-Hola papá, mamá. ¿Puedo saber que es lo que los trae a mi casa y a estas horas?
Dijo Alex sin acercarse a darles un beso en la mejilla y un abrazo, como hacía siempre, y es que él si estaba bastante enojado por la visita tan inesperada de ellos en su casa.
-Hijo, ¿dónde esta tu esposa?
Le preguntó su padre, mirándolo seriamente a la cara.
-Ella esta descansando ahora.
Dijo Alex, tratando de que no le pidiera ver a Anya, ya que ella no tenía ganas de verlos y no la quería obligar a bajar, puesto que ella estaba embarazada.
-Pues ve y dile que baje de todas maneras.
Dijo la madre de Alex, mirándolo con firmeza al hablar.
Él estaba sorprendido por la insistencia de ellos en ver a su esposa, pero se debía mantener firme, no quería que ellos molestaran a Anya en este momento.
-Les acabo de decir que ella esta descansando, no iré a molestarla ahora.
-Si no vas tú por ella, iré yo, Alex. Tenemos que hablar seriamente con los dos.
Al ver lo insistente que era su madre, suspiró y le dijo a Tamara, quien estaba detrás de la pareja.
-Por favor, ve por Anya y dile que baje.
Ella asintió con la cabeza y salió de la sala a buscar a Anya.
Cuando llego a la habitación, golpeo la puerta. Al tener el permiso de ella para entrar, lo hizo.
-Anya, debes bajar.
-Pero Alex dijo que podía quedarme aquí.
Dijo ella, un poco desilusionada, que por la llegada de sus padres él rompiera su palabra, ya que desde que se enteró del embarazo se ha esforzado en mantenerla.
-Los padres del señor insistieron mucho para verte, por lo que al señor no le quedo de otra que pedir que bajes.
-Maldición.
Dijo ella y se levantó de la cama, fue al armario y se vistió con algo más abrigado que el camisón que ya tenía para dormir. Incluso se había puesto un saco para disimular un poco la pequeña panza que ya se le estaba formando.
Cuando llego a la sala, pudo ver que el ambiente estaba caldeado. Alex estaba sentado mirando fijamente a sus padres. Ellos, por su parte, también lo miraban de forma afilada.
Cuando la vieron llegar, sus suegros le sonrieron y la saludaron de forma afectiva.
-Hola Anya, ¿cómo estás?
Dijo Mauro y Estefanía le dijo.
-Hola, mi niña.
Anya, por su parte, solo los miró sin demostrar una felicidad que no sentía en lo más mínimo y les dijo seriamente.
-Buenas noches, ¿me mandaron a llamar?
Nuevamente, la actitud tan fría de ella los dejo a todos sorprendidos.
-Ven Anya, siéntate.
Le dijo Alex levantándose y tomándola de la cintura para acompañarla al sofá para que se siente con él y de esa manera, tratando de aligerar un poco el ambiente.