El Prometido De Beatrice

— Así es... Debe dirigir nuevamente el barco de Artemisa rumbo a las tierras de Helios. Si cumple con eso, le daran su retiro de inmediato y no tendría más misiones a cargo.

— ¿Eso es todo?... Ese viaje me costaría menos de dos semanas. Al hacer eso, estaré libre de la marina para ocuparme de algo más importante. Esta bien, lo aceptó, pero... ¿Por qué no le pidió a otro capitán encargarse de esta misión tan fácil?

— el almirante necesita llevar una mercancía hacia allá, suministros para ese pequeño reino, él confía en usted para eso. Como ese reino carece de mucho, llevará una gran parte de suministro que fácilmente podría ser robados, por eso quiere que usted vaya y en recompensa de eso, su renuncia será formada.

— será un viaje de 15 días, no sera mucho tiempo que me iré... Supongo que has venido para acá solo para venirme a buscar ¿No?

— así es... Dentro de dos día tenemos que irnos al puerto de Atenea, donde espera nuestro barco. Usted es el único quién podría dirigirlo

Alejandro se levanta, para irse, pero antes de eso, le dice a Félix.

— es algo que no esperaba, pero estoy dispuesto a cumplir, luego de eso, podré estar tranquilo con mi familia.

— ¿Le dirá que se marchara temporalmente?

— tengo que hacerlo, aunque mi padre no estará contento de que su hijo se vaya nuevamente, pero sé que entendera... El mar es una de las cosas que amo, pero ya hay alguien que está ocupando ese lugar...

Alejandro desde niño siempre había querido navegar en el mar de una forma valerosa, además que siempre a deseado ser un soldado, y al entrar a la marina fue unos de sus principales sueño. Sin embargo, él no pensó que las cosas cambiarían tanto, de que sentiría tanto afecto por una mujer, que la quisiera proteger y querer el resto de su vida.

“la vida da muchas vueltas, y tú Beatrice me has hecho ver lo que realmente deseo. Quisiera que algún día, tú, nuestros hijos y yo estemos en mi barco viendo las hermosas olas... Sé que algún día será así "

Alejandro había encontrado a su familia hablando con la de Beatrice, de alguna forma, ambas familias se llevaban muy bien, cuando Beatrice ve de reojo a un rubio muy guapo, de inmediato ella sabía que era Alejandro. Acercándose a su esposo, ella nota algo extraño en él.

— ¿Que pasa?... ¿Ocurrió algo imprevistos?

— así es, pero, no quiero arruinar el momento, te lo diré más tarde. Vamos...

Nuevamente la pareja de había unido al círculo familiar. En este día tanto como los duques y los emperadores la habían pasado excelente. Ya era de tarde y pronto se haría de noche, el emperador había ofrecido una habitación para que los padres de Beatrice se quedaran esta noche, aún así, el duque le rechaza cortésmente.

— me gustaría, pero tengo que atender unos asuntos en mi ducado. Fue un placer haber hablado con ustedes. Hija, me alegra saber que estas a gusto con tu esposo.

— hum!... Es tolerable saber que cumpliste con tu deber de esposa, serás madre. Pero supongo que te quedarías quieta durante el embarazo...— expresó su madre aún de indiferente.

Beatrice solo se ríe.

— supones mal, si supieras madre, que desde que mi esposo se enteró del embarazo, ha sido más cariñoso conmigo en todo los sentidos.

Su madre solo frunció los labios y le dio la espalda para irse, su padre en cambio le dió un abrazo afectuoso.

— cuídate, y no le hagas caso a tu madre, sé feliz con lo que te hace bien...

— lo haré padre.

Una vez que los duques se fueron. El emperador espera un par de minutos y le pregunta a su hijo sobre la llamada imprevista que tuvo hace rato. Con un suspiro exasperante éste explica sobre la misión que tenía que cumplir para que le dieran la renuncia completa de la marina. Era de esperarse que el emperador se pusiera de un humor poco amigable, sin embargo, como su hijo es un hombre, tiene que asumir las responsabilidades al haberse unido al ejército de la marina.

— si estuviste dos años sobre el mar, menos de un mes no serán nada... Aún así, espero que vuelvas salvo, recuerda que tienes una corona y una familia a quien acudir.

— lo sé perfectamente, padre, por ende, haré esta misión para renunciando definitivo de la marina...— Alejandro veía el rostro de Beatrice, su moral baja un poco al verla desanimada.

Ya más tarde, en la habitación, el príncipe no duda en preguntarle por el constante silencio que Beatrice le ofrecía.

— ¿Estas molesta conmigo porque me dieron esta misión?

Ella se da la vuelta y se acerca a su frente.

— no estoy molesta, lo único es que... No me gustaría que te vayas de mi lado. Prometimos que no nos íbamos a separar...

— y eso lo que trato de hacer. Necesito cumplir con esta misión para no tener que preocuparme de la marina. Una vez que me den la renuncia, solo seremos los tres...— Alejandro le toma la mano y le besa los nudillos — Beatrice... Te juro que volveré a tu lado, nada ni nadie nos podrá separar...

— confío en ti. En qué volverás tan pronto a mi lado y por fin... Tendremos nuestro futuro deseado.

Beatrice tuvo que ocultar el presentimiento que cargaba sobre la misión que se le encomendó a su esposo, más tuvo que guardarlo para no ser pesimista y que realmente Alejandro volverás salvo...

_______________ un par de días después.

Como se le fue encargado, Alejandro junto con Félix arribaban el barco de Artemisa en el puerto. Era un día tan radiante que no se pronosticaba una tormenta. Ya cuando el príncipe estába abordo, todos sus subordinados le hace la seña de respeto ante su capitán. Con una sola orden, todos comienza su curso para navegar hacia Helios.

Todo parecía ir bien, el clima era cálido entre los días y las noches, ni un mal viento se aproximaba. Los días pasaron y faltaba poco para llegar a Helios. No obstante, Alejandro tenía un presentimiento en su pecho, algo que conoce muy bien desde que estuvo la primera vez en el mar, luego, a la lejanía, veía una tormenta aproximarse.

— capitán, esa tormenta...— habló uno de los tripulantes—... No podremos evitarla, será arriesgado.

— oh, no... Nada de miedo, cruzaremos esa tormenta quiera o no...— Alejandro toma el timón y hará todo lo posible para salir bien se ese peligro.

“Beatrice... Volveré a tu lado pase lo que pase..."

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Las dos semanas había ocurrido, Beatrice esperaba pacientemente la llegada de su esposo, pues fue la fecha que le confirmo que vendría antes de partir... Había cuidado su salud como prometió para el cuidado de su bebé. De repente, Zoe llega para informarle sobre la llegada de alguien. De inmediato, ambas se dirigen a la sala del trono donde se encontraba esa persona. Al llegar a dicha habitación, solamente se hallaba un hombre mayor vestido de la guardia marina. La emperatriz lloraba en el pecho del emperador y Beatrice, al ver esta escena estaba confundida. El hombre mayor se gira hacia ella y le pregunta.

— usted debe ser la esposa del capitán Claymore ¿Verdad?

— asi es... ¿Dígame que es lo que está pasando?— preguntó ella, temblorosa de voz.

— lo siento, el barco de Artemisa fue hundido por una terrible tormenta, se presunta que no hay sobrevivientes, incluyendo a su esposo... Recibimos esa información cuando restos del barco cruzaron al puerto de Helios, donde se suponía que ese era su destino. Ya hemos buscado pero los resultados son escasos...

Zoe se tapa la boca con total asombro, mientras Beatrice se había quedado muda y con los ojos ancho, su mano temblaba al haberse enterado de esa terrible noticia, tanto fue así, que de repente se desmaya, por suerte, Zoe la ataja en el aire...

— ¡Beatrice!