Un engaño cambió su vida. Ahora sólo busca vengarse de quienes le hicieron daño. Podrá dejar atrás el dolor y comenzar de nuevo?
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Capítulo 3
Clara toma la decisión de hablar con el tutor de Emily. Llama a la puerta de la biblioteca, el señor Gregory (como ella lo llama) se encerró ahí apenas volvió de la oficina.
- Adelante- se escucha decir al hombre del otro lado de la puerta.
Clara abre e ingresa, se queda de pie frente al imponente escritorio tallado en roble oscuro. Del otro lado se encuentra Gregory Carter; un hombre alto y atractivo, cabello rubio, ojos azules. Nariz afilada, mentón cuadrado que enmarca un rostro casi perfecto.
- Disculpe que lo interrumpa, señor Gregory.
- No te disculpes, Clara. Dime qué sucede, te noto preocupada.
- Se trata de mi niña, creo que está enamorada.
- No sé mucho de adolescentes, pero supongo que es algo normal a su edad. Además, puede que sea bueno. Olvidará un poco la tragedia y comenzará a llevar una vida como la de cualquier chica.
- Yo sé que es algo natural y que en algún momento sucedería, pero el tipo que le gusta es el problema.
- ¿Tipo? ¿Acaso no es un chico de su edad?
- Es un par de años mayor que ella.
- A ver mi querida Clara. Vamos a sentarnos.
La guía hasta el sofá de piel que se encuentra en un extremo de la amplia biblioteca.
- ¿No crees que estás exagerando un poquito? Entiendo tu afán por protegerla después de haber perdido a sus padres, pero dos años de diferencia no es nada.
- Es que no solo se trata de la edad, es su apariencia. Parece un rockero de esos que viven la vida loca.
- Aunque no lo creas, yo también fui rockero en mi juventud y mírame ahora.
- Usted es diferente señor Gregory. Ese muchacho no me da buena espina.
- Ok, mantente pendiente y me informas cualquier cosa. Emily es inteligente, dudo que se deje engañar por un tipo que no le conviene.
- Ay, señor Gregory. Se pueden cometer muchos errores por amor.
- Está bien, Clarita. Sí es necesario, voy a intervenir.
- Gracias, señor Gregory. Lo dejo seguir trabajando.
Clara sale de la biblioteca y Greg se queda pensando en lo que acaban de hablar. Admira la dedicación y el amor que le tiene Clara a Emily y es por ese motivo que toma en cuenta sus preocupaciones.
Él nunca tuvo hijos y desconoce muchas cosas acerca de los adolescentes. Recuerda su propia adolescencia y debe admitir que tuvo su etapa de rebeldía.
Ha estado cerca de la hija de sus amigos desde que nació, pero no precisamente involucrado, hasta ahora que ha tenido que asumir la tutoría de la chica.
Conoció a Doug cuando estudiaba su primer semestre de preparatoria y su amigo el último. Vio de cerca como la relación entre él y Kerry fue creciendo.
No entendía su necesidad de casarse siendo tan jóvenes, pronto comprendió que eran almas gemelas. Estaban destinados a estar juntos.
Él nunca ha tenido esa conexión con nadie. Ha habido mujeres importantes en su vida, pero ninguna lo suficientemente importante como para pensar en matrimonio.
Ahora y por caprichos del destino tiene una adolescente a su cargo y eso ha implicado cambios en su vida. Adiós a las salidas nocturnas y a las amantes de turno.
Debe respetar el hogar de su amigo y proteger a su hija. La muerte de Doug fue devastadora para él. Perdió a su mejor amigo, a su consejero.
El sábado hay una cena que organiza la asociación de abogados de la ciudad y pretende ir. Duda que suceda algo malo si se ausenta por una noche. Después de todo, Clara se queda a cargo de la casa y de Emily.
El sábado se despide de Clara y de Emily antes de marcharse, deja instrucciones claras y precisas.
- Vaya sin cuidado, señor Gregory. Yo me encargo.
- Cualquier cosa, me llamas.
- Dejen de exagerar, no soy una chica problema. Hasta ahora siempre me he comportado correctamente.
- Eso es verdad, Emily. Confío en ti plenamente. Las veo mañana.
Abby llega y ve a Greg marcharse en su auto deportivo.
- ¡Qué guapo es tu tutor! Yo lo preferiría a Michael un millón de veces.
- ¡Abby! Qué comentario tan desagradable.
- Yo estoy de acuerdo con usted, señorita.
- Ves, hasta Clara me apoya.
- Yo solo tengo ojos para Michael. Vamos adentro.
En la habitación de Emily, esta no deja de hablar sobre el chico que le quita el sueño.
- De verdad, Emily, estás obsesionada con él.
- Estoy enamorada, Abby. ¿Por qué no puedes entenderlo? Jamás había sentido esto por nadie.
- Lo sé, pero somos muy jóvenes como para pensar que conoceremos al amor de nuestras vidas.
- Así fue para mis padres, ¿por qué no podría pasarme a mí?
- Eres una romántica sin remedio. Solo espero, de verdad que Michael sea lo que tú esperas y que no te rompa el corazón.
Las chicas pasan el resto del día juntas, por la noche, Abby pide permiso a sus padres para dormir en casa de su amiga. Se quedan despiertas hasta tarde viendo películas románticas.
A las seis de la mañana suena el celular de Emily, es un mensaje de un número desconocido que resulta ser de Michael y que lee de inmediato.
📩 Hola, Emily. Soy Michael, nos hemos cruzado algunas veces en el colegio. Eres una chica muy linda, me encantaría que aceptas mi amistad.
El corazón de Emily late a mil por hora, la emoción que ese mensaje ha provocado en ella es única. Comprueba que sí se pueden sentir mariposas en el estómago.
Piensa mucho en cómo responder al mensaje. No quiere parecer desesperada, pero tampoco quiere arriesgarse a perder la oportunidad de comenzar una amistad con ese chico que le encanta. Puede ser el principio de su historia de amor.
📩 Hola, Michael. Te recuerdo, sí. Claro que podemos ser amigos.
No tarda en llegar otro mensaje.
📩 Estoy muy cerca de tu casa, ¿puedes salir? Me gustaría muchísimo verte.
📩 Claro, dame 15 minutos. Te veo en la puerta principal.
Pareciera que su corazón saldrá de su pecho en cualquier momento. Sin hacer ruido, se levanta de la cama. Lo que menos quiere es que su amiga se despierte.
De puntillas, camina hasta el cuarto de baño. Lava su rostro y busca ropa en su armario. Unos jeans y un top negro son los elegidos. Zapatillas deportivas y su cabello atado en una coleta alta.
Con sumo cuidado abre la puerta y se escabulle de la habitación. Baja lenta y silenciosamente. Clara tiene un sueño muy ligero y ante el menor ruido saldrá a averiguar que sucede.
Michael le avisa que ha llegado y casi se le escapa un grito de emoción. Respira profundo al llegar a la puerta principal. Necesita controlar sus emociones.
Al abrir la puerta se encuentra con él frente a frente. Luce tan atractivo; su barba crecida, el cabello alborotado, chamarra de cuero, jeans desgastados y rotos. Detrás de él, junto a la acera está aparcada la motocicleta en la que viaja siempre.
Él se acerca y sin mediar palabra besa su mejilla.
- Caminemos- dice en un tono que más bien parece una orden y ella se limita a asentir.
Recorren un par de calles en silencio. Es muy temprano y en domingo no mucha gente circula por el lujoso vecindario.
- ¿Hace mucho que vives aquí?- pregunta él.
- Toda mi vida. La casa perteneció antes a mis abuelos.
- Vaya, debe de ser fantástico crecer aquí.
- Tengo buenos recuerdos. Supongo que también naciste aquí.
- Sí, no en un vecindario como este, pero no me quejo.
- ¿Por qué te transfirieron?
- El director me tenía mala voluntad. Siempre buscaba la oportunidad para perjudicarme.
- Que injusto.
- Estoy acostumbrado. Las injusticias me persiguen.
Llegan a un parque muy lindo y ahí siguen conversando. El tiempo pasa muy rápido y cuando Emily ve la hora sabe que tendrá problemas.
- Debo volver a casa. Seguro mi nana ya notó mi ausencia y me espera un fuerte regaño.
- Es tu nana, no tu madre. No tiene ningún derecho y no debería reprenderte.
Emily comienza a caminar apresurada y Michael la sigue.
- Clara es como mi madre, siempre ha cuidado de mí.
- Pronto serás una adulta y no tendrás que rendirle cuentas a nadie. Podrás hacer con tu vida lo que quieras.
Las palabras de Michael resuenan en sus oídos durante todo el trayecto hacia su casa.