NovelToon NovelToon
Mi Sexy Tutor

Mi Sexy Tutor

Status: En proceso
Genre:Romance / Amor a primera vista / Profesor particular / Diferencia de edad / Colegial dulce amor / Chico Malo
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Alondra Beatriz Medina Y

Lucía, una tímida universitaria de 19 años, prefiere escribir poemas en su cuaderno antes que enfrentar el caos de su vida en una ciudad bulliciosa. Pero cuando las conexiones con sus amigos y extraños empiezan a sacudir su mundo, se ve atrapada en un torbellino de emociones. Su mejor amiga Sofía la empuja a salir de su caparazón, mientras un chico carismático con secretos y un misterioso recién llegado despiertan sentimientos que Lucía no está segura de querer explorar. Entre clases, noches interminables y verdades que duelen, Lucía deberá decidir si guarda sus sueños en poemas sin enviar o encuentra el valor para vivirlos.

NovelToon tiene autorización de Alondra Beatriz Medina Y para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Sándwiches de pollo y clichés universitarios

La clase de escritura creativa había culminado con la profesora soltando una de sus frases inspiradoras que sonaban como un póster de autoayuda. “Encuentren su voz, chicos, es lo único que nadie les puede quitar.” Fácil de decir cuando no tienes que lidiar con apuntes desordenados, un trabajo en la cafetería y un cuaderno lleno de palabras que no sabes si valen algo. Guardé mi portátil en la mochila, mientras ignoraba el peso que me hundía los hombros, y miré a Sofía, que ya se encontraba de pie, tamborileando los dedos en la mesa.

—¿Iremos a comer algo o qué? — dijo, ajustándose la chaqueta de cuero como si fuese una estrella de rock—. Me estoy muriendo de hambre.

—Siempre te estás muriendo de hambre —contesto, levantándome con un suspiro—. ¿Qué se te ofrece hoy? ¿El sándwich de siempre o algo nuevo?

—Sándwich. No me hagas experimentar, Lucía. —Dijo, lanzándome una sonrisa torcida y luego salió del aula como si el mundo la estuviese esperando.

El campus estaba en plena efervescencia, con estudiantes corriendo entre edificios, algunos con café en la mano, y otros con la mirada perdida en sus móviles. La ciudad respiraba a nuestro alrededor, con el eco de los cláxones y el zumbido de las motos colándose por las rejas de la universidad. Caminábamos hacia el área de comida, un patio rodeado de food trucks y mesas metálicas qué siempren se encuentran llenas. El sol está pegando fuerte, pero la brisa fresca hacia que el receso se sintiera como un respiro en medio del caos.

—¿Food truck de sándwiches o el de tacos? —inquirí, mientras esquivaba a un chico que pasaba en patineta.

 —Sándwiches. Los tacos de ayer me dejaron el estómago en rebelión. —Sofía se detuvo frente al food truck, ojeando el menú pintado en una pizarra—. Quiero el de pollo con aguacate. Y pídele que no le añadan tanta mayonesa, qué la última vez parecía sopa.

—Eres un drama —digo, pero me límite a ponerme en la fila, que avanzaba lento porque el chico del food truck estaba conversando con cada cliente como si fuesen amigos de toda la vida.

Mientras esperábamos, Sofía sacó su móvil y empezó a deslizar la pantalla, mientras murmuraba algo sobre un meme que no entiendo. Y yo solo miraba alrededor, tratando de no pensar en el proyecto de escritura creativa. Porque todavía no tenía idea de quién escribir. Alguien que me Inspire, dijo la profesora. Pero, ¿Quién, en esta ciudad de prisas y desconocidos, podría ser eso?

—¡Lucía, mueve el culo! —exclamó Sofia mientras me daba un codazo, y me dí cuenta de que ya era mi turno.

Pedí dos sándwiches —el de pollo para ella, uno de jamón y queso para mí— y pagué con el poco efectivo que llevaba en el bolsillo. El chico del food truck, con una gorra ladeada, me guiño un ojo al darme el cambio. No sé si es coqueto o solo aburrido, pero me limité a sonreír y apartarme rápido.

Encontramos una mesa vacía justo al lado de la cancha de baloncesto, en donde un grupo de chicos estaba jugando un partido improvisado. El sonido de la pelota rebotando y las risas llenaban el aire, combinándose con el susurro de las conversaciones a nuestro alrededor. Tomamos asiento, y Sofía empezó a desenvolver su sándwich como si fuese un regalo de Navidad.

—Esto huele increíble —dijo, mientras le daba un mordisco exagerado—. ¿Por qué no venimos aquí todos los días?

—Porque no tenemos dinero para comer fuera todos los días —contesto, limitándome a abrir mi sándwich con menos entusiasmo—. Además, tú dijiste que querías cocinar más.

—Ja, eso fue un momento de debilidad. —Dijo Sofía, mientras se limpiaba una mancha de aguacate de la barbilla—. Cocinar es para gente con paciencia, y yo no soy esa gente.

Me reí, aunque no estaba del todo aquí. Mis ojos se desviaron a la cancha, donde los chicos estaban en plena acción. Uno de ellos destaca como si tuviera un reflector encima. Es alto, con pelo rubio que brillaba bajo el sol y ojos azules que parecían sacados de una película. Nicolás, el chico del que todo el mundo habla. Tiene 24 años, está en el último año de alguna carrera que nunca recuerdo, y es básicamente el rey no oficial de la universidad. Lo he visto en fiestas —de lejos, claro— y en los pasillos, siempre rodeado de su pandilla de amigos que parecen modelos de Instagram.

—Ugh, mira a Nicolás y su séquito de idiotas —dice Sofía, siguiendo mi mirada—. ¿No te cansas de verlos pavonearse como si fuesen dueños del campus?

—No los estoy viendo —miento, regresando a mi sándwich—. Solo... observo.

—Claro, observar. —Dice Sofía poniendo los ojos en blanco—. Ese tipo es puro ego. Observa cómo lanza la pelota, como si estuviera en la NBA. Y sus amigos, Dios, son peores. Todos con esas camisetas ajustadas y esa actitud de “somos lo mejor que te ha pasado”.

Me río, porque tiene razón. Los amigos de Nicolás —tres o cuatro chicos que siempre están con él— son atractivos, sí, pero tienen esa vibra arrogante que te hace querer darles un codazo. Uno de ellos, con el pelo negro y un tatuaje en el brazo, grita algo sobre una falta y se ríe como si fuera el chiste del año. Nicolás, en cambio, parecía más tranquilo, pero igual lanza la pelota con una confianza que roza lo ridículo.

—Igual no son tan malos —digo, solo para pincharla.

—¿No tan malos? —Exclama Sofía y casi se atragantaba con su sándwich—. Lucía, por favor. Son el cliché de los populares. Apuesto a que pasan las noches mirándose al espejo y diciéndose lo geniales que son.

—Eres exagerada —contesto, aunque no puedo evitar sonreír.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play