¿Hasta dónde estás dispuesto a olvidar por amor? ¿Mentiras, traiciones, o quizás... muertes?
Realmente, ¿es posible vivir con una venda en los ojos?
Bienvenido a un mundo donde los héroes no son tan valorados como se parece.
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Capítulo 2: El joven científico
—¿Qué crees que haces? —
susurro una voz detrás de mí, provocando que diera un salto
—Nada, solo me pareció ver algo...
El temor de ser reprendida desapareció en un instante, limite el subir de mi comisura, no podía permitirme reír en una situación así de seria.
La imagen que tenía frente no era para nada lo que me esperaba.
La tosca y autoritaria figura de la mujer de hace unos instantes había sido sustituida por la de un chico joven —como de unos 20 años—, sin problemas podía considerarlo como un hermano menor, aunque sus brillantes ojos verdes no paraban de reprochar severamente mi actitud, casi podía considerarlo una ternura, aunque no sabía cómo explicarlo, su mirada no me permite acercarme, tiene una fuerza particular, poco común para alguien de su edad.
El gafete sobre su bata resaltada la leyenda "acceso ilimitado"
—¿Qué haces aquí?
—Perdona, solo buscaba el área de comedores.
Este chisto, claramente, no me había creído ni una.
—Esta al final del pasillo, sala Oeste —dijo el chico con desinterés dando un sorbo a su bebida
—Gracias —digo desconcertada, tratando de suponer de qué lado estaría dicha sala
—Al final del pasillo a la izquierda —apresuro el chico simplificando sus palabras con impaciencia
—Gracias, algo más ¿sabes quién es el Sargento RSV0001587? —pregunto temiendo fastidiarlo
Para mi sorpresa, la mirada del chico se ilumino al escuchar el código.
—Sargento RSV0001587 —repitió entre risas como si fuera el chiste más gracioso que había escuchado— si se quién es, ¿Tú vas a ser su compañera?, te va a fascinar, es un amor de persona ¡el mejor de los instructores!
—En realidad, creo que solo si paso la prueba —comento avergonzada
El chico no podía contener su risa, no había tardado en captar el sarcasmo para nada camuflajeado en su comentario, termino su bebida de un sorbo con una gran sonrisa en sus labios, sus palabras lo habían divertido tanto que desapareció por completo su inicial mal humor.
—Sígueme, te llevó con él —indico encestando la lata en el contenedor de basura, se comportaba con mucha seguridad, parecía tener ya un tiempo en ese lugar
—Si señor —dije recordando el respeto que debía tener a sus superiores
Él era clase A y «acceso ilimitado»
especialmente no podía olvidar lo de acceso ilimitado.
El chico alzo una ceja.
—Vansua, Silvestre Vansua.... —corrigió ignorando la respuesta que habia dado
Su apellido me resultaba conocido, pero no podía recordar... «¿de dónde?»
—Carrie, mi nombre es Carrie Jones.
—Bueno, supongo que es un placer conocerla, Jones. —su tono hacía parecer mi apellido más exótico de lo que en realidad era
Atravesamos un par de multitudes, sin distracciones, aunque las miradas nos seguían, llegamos a la dichosa sala oeste sin problemas.
—Muy bien, cadete Jones. El proceso es sencillo.
Se aseguro que escuchara antes de continuar.
—En unas horas vas a tener que pasar una serie de pruebas para ver si tu ingreso será afirmativo, la asignación esta encargada para vigilarte a lo largo del trayecto, él va a calificar tu desempeño en cada una de las pruebas y dará los resultados para la base de datos. Una vez calificados, los que hayan pasado la prueba entrarán en calidad de cadetes y podrán continuar con el entrenamiento rutinario, el resto, bueno, serán regresados a sus hogares y no se les permitirá intentarlo hasta el próximo reclutamiento —explico demostrando su conocimiento del tema— en este caso tu asignación es el Sargento RSV0001587, las asignaciones dependen del nivel, rango y habilidades que poseas.
—Pareces saber mucho del tema, no me dijeron nada de eso al entrar —menciono echando algunas miradas curiosas alrededor, el comedor estaba a tan solo unos pasos
—No se mencionan ninguna de las pruebas. Es para que todos tengan la misma oportunidad de realizarlas, tampoco puedo decirte cuales son, eso me metería en muchos problemas con mi superior... solo diré que estaré al tanto de tus resultados, antes que nadie.
El chico se dirigió al centro del área de comedores, volteando a su alrededor, buscando a alguien con la mirada.
—Ahí estas... —dijo Silvestre para sí mismo, caminando sin distracciones hacia su objetivo
Las mesas estaban repletas de soldados y novatos.
Todos bromeaban y hablaban entre ellos sin importarles que sus platicas fueran escuchadas por el resto, algunos de ellos saludaban a Silvestre como si estuviesen impresionados de encontrárselo en ese lugar, el correspondió los saludos, muy animado, hasta el momento parecía ser la segunda persona más amable después de Barbara, la chica del camión. El chico «acceso ilimitado» se apresuró, colándose hábilmente entre las mareas de gente, dejándome detrás, observando cómo se dirigía a una de las mesas más apartadas de todo el comedor —en una esquina— llego sin adelantarme, permaneciendo a su lado.
En la mesa se encontraba una sola persona sentada, leyendo un libro, por alguna razón apartado del resto de personas del comedor, ajeno al escándalo que se había formado.
Silvestre se detuvo enfrente de él.
—Planeta llamando a Rick.... Responde Rick —bromeo dando un par de golpecillos a la mesa para llamar su atención
—¿Qué quieres? Estoy ocupado. —respondió con desdén, sin levantar si quiera la mirada del libro— no deberías estar en la sala de pruebas, te recuerdo que aun estas en servicio.
—Que genio... —rezongo— En un momento regreso al laboratorio, estoy tomando un descanso
—se quejó Silvestre pasando por alto su actitud— además vengo a traerte un encargo, ella es Jones, tu asignación, la encontré merodeando en la sala de pruebas, irónicamente.
Solo en ese momento sus desinteresados y marrones ojos me miraron, de cabeza a pies, repitiendo el ritual como si algo en él no le cuadrara, aun no decía nada, pero se veía claramente decepcionado de lo que veía.
—¿Ella?... —una sonrisa forzada se formó en sus labios— ¿estas bromeando verdad? Eso fue muy pesado, hasta para ti.
Su mirada regreso nuevamente a su lectura.
—No seas grosero Rick, Jones está muy emocionada por la oportunidad, se amable... —regaño Silvestre bajando el libro del soldado, asentándolo en la mesa
—¿Y a ti cuando te han importado los de nuevo reclutamiento? —cuestionó marcando la página, luego, sin disimular ni un gramo de su molestia, entrelazo los dedos reposando las manos sobre el libro y fijando la mirada en del chico y luego, en la mía
—Digamos que ya tengo mis probabilidades de la situación... —susurro Silvestre e hizo una seña con la mano como si sostuviera un gran fajo de billetes
—Eso imagine, no prometo nada. —bufó el Sargento
—Los números no mienten —Finalizo Silvestre cantando un poco sus palabras, dándome una última palmada como si no acabara de escuchar que aposto sobre mis resultados— Suerte, probablemente nos veamos pronto.
Silvestre finalmente se despidió, regresando a su área, dejándome frente al Sargento con un silencio incomodo que rápidamente se apodero de la atmosfera entre nosotros, por lo que tuve que tomar la iniciativa.
—Carrie Jones Bayer, es un placer conocerlo Sargento —estreche la mano amistosamente
El sargento miro de la mano al rostro, ignorando el saludo.
—¿Puedo sentarme? —pregunto aún más incomoda con la situación
—¿Necesitas que te ordene cuando hacerlo?
«Oh, Vaya...»
Era un tipo difícil, solo le había bastado un minuto, uno solo, para decidir que no le agradaba.
Me siento frente a él, observándolo, obligando a cada fibra de mi cuerpo a no dejarme llevar por las primeras impresione, no me agradaba la actitud del Sargento, eso lo sabía, pero tampoco daba la impresión de que su actitud fuera algo exclusivo mío: solo era seco, estricto y muy malhumorado.
Aun así, ya daba por perdida esa apuesta.
Resultaba casi imposible, por no omitir el casi, que superara las pruebas con un inspector como él, su temple me lo decía a gritos, me descartaría al primer error que cometiera.
Nuestras miradas se cruzaron por unos segundos, segundos que decidí utilizar para llamar nuevamente su atención.
Esbozo una sonrisa de cortesía, pero él solo regresó a su lectura, descartando nuevamente mi presencia.
—Entonces eres Rick... —comento tratando de entablar una conversación
El sargento cierra su libro, suspirando profundo, para luego poner los ojos en blanco y una fresca sonrisa en los labios.
—Sargento Rick Silvestre Vansua, puedes decirme Sargento Vansua, me es indiferente.... Bienvenida a la SSMH cadete Jones, yo seré su supervisor y tengo como obligación medir su desempeño en las pruebas de aptitudes físicas y de resistencia, las pruebas no son un paseo de picnic así que le sugiero alimentarte como es debido y pensar con exactitud como lograra pasar cada una de las pruebas, si no tiene ni la mínima experiencia necesaria para ello
Prosiguió con indiferencia, no parecía creer que pasaría alguna de las pruebas.
—Por consiguiente..., trate de no intentar compensar su ineptitud con esa actitud ridícula que mantiene desde que se cruzó en mi camino. No estamos en un jardín de niños, no venimos a ser amigos de todo el mundo, venimos a prepararnos para la guerra y si no puede entender eso... agradecería que tomara sus pertenencias y regresará al mundo de hadas del que la hayan sacado.
«Hijo de puta...»
es personal, definitivamente esto es personal.
—Auch... ¿siempre es así de hiriente? o simplemente no le agradó —indago herida de la fría bienvenida
—No tienes por qué agradarme, no sé porque te asignaron conmigo.
Recalco dejando notar el origen de su molestia.
—Supongo, que tiene un nivel mayor que el resto de los reclutas. Así, que lo único que debe interesarle es pasar las pruebas, no llevarla bien...porque te recuerdo, soy tu superior. Y sí, soy muy estricto y profesional, así que no esperes que te regale el puntaje —finalizo dando un bocado a su manzana — estos comentarios los vas a escuchar todo el tiempo, así que, si siente que no está emocionalmente estable para recibir críticas, ni malos tratos, ¿le presento la salida?
«Respira, Carrie. Por el amor de dios, respira profundo»
Es tu superior, no puedes hacer nada.
—Si señor —Finalizo levantándome de la mesa, ahora sí que necesito algo de comer
Con el cerebro aun en shock, seguía sin comprender lo que acababa de pasar, nunca, nunca me habían tratado tan mal en la vida, «¿¡que le sucede, tiene mi edad, es igual de joven y así se atreve a criticarme por cada uno de mis movimientos?!»
Solo un milagro me ayudaría a pasar las pruebas con un supervisor como él.