¿Qué es lo primero que haces cuando encuentras a alguien herido frente tu puerta? Ver si sigue vivo?, llamar una ambulancia?.
No. Lo primero que Michael hizo fue pensar que era lindo.
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CAP 3
Se dice que un vínculo es algo único y especial entre dos seres, este no es necesariamente amoroso y se ha presentado de diferentes formas a lo largo de la historia. Sin embargo, una característica lo distingue; la prohibición de dañar al otro individuo con el que se tiene el lazo, porque el incumplimiento no conlleva consecuencias simples.
Tal fenómeno, que desafía las probabilidades, se había presentado entre ambos en esta situación. El pelinegro, completamente inconsciente de lo sucedido, aprovechó la situación del hombre de cabellos plateados.
En un arrebato de instinto, corrió hacia una lámpara cercana, extrajo un arma oculta en su interior y se cubrió de la vista del hombre, ocultándose detrás de una mesa mientras escuchaba los gritos agonizantes que resonaban en la habitación y que cada vez eran menos.
Tengo que darme prisa, pensó. La belleza ha perdido la cordura y quizás yo también. Llegó a esa conclusión al verlo gritar y sin motivo aparente. Asimismo, su propia capacidad de recuperación sobrenatural, que solo podía compararse a las que había leído en los cómics, y su reacción rápida lo desconcertaban.
Genial, me he convertido en un X-Men, pensó en un tono autocrítico al llegar a una idea absurda.
Pero, como solía decir, todo lo que importa es la supervivencia, la belleza y mantenerse a salvo, aunque en su situación se inclinaba más a querer mantener su cabeza conectada a su cuerpo.
—¡Aléjate! ¡Mantén la distancia! —exclamó, mientras sus manos temblaban levemente al ver la expresión de irritación del hombre.
Mantente fuerte, se dijo. Una voz interior le susurraba que era inútil; sin embargo, aun con el cuerpo tembloroso, se forzó a desobedecer el susurro. Se había prometido hace años que haría todo por seguir vivo.
Fue en ese instante que el peliplateado tomó una respiración profunda antes de acercarse, traer una silla y sentarse frente a él, frente a su escondite. La calma del hombre lo desconcertó aún más, y la tensión en el aire creció.
La secuencia de acciones lo hizo debatirse si debía disparar. No puedo ser débil; no puedo dejar que me intimide, se repitió, esperando atentamente a que el hombre mostrara intenciones de atacar antes de apretar el gatillo.
—Humano tonto... —expresó despectivamente el hombre en cuanto tomó asiento, al ver su determinación.
Como odiaba que las personas lo trataran así; él tenía un nombre. Puede que no sea uno que le trajera buenos recuerdos, pero tenía uno. Cortesía de su madre ausente.
—¿Crees que seguirás vivo si me matas? Un disparo tuyo y me acompañarás a la tumba —dijo el hombre, mostrando su irritación ante la amenaza.
Michael sintió un escalofrío recorrer su espalda. Miente, debe estar mintiendo, se dijo, incrédulo de sus palabras. Por favor, ¿quién creería tal cosa?
—Mientes —dijo apretando los dientes, sintiéndose en la cuerda floja.
—No lo hago —respondió casi de inmediato el hombre—. Observa —continuó mientras se infligía una herida en la palma derecha.
Una sensación de ardor recorrió al pelinegro al mismo tiempo. Movió el arma y la sostuvo con la mano izquierda, fijando su mirada en su palma derecha. En ella, una cicatriz recién hecha surgía. Lo que observó lo dejó helado.
Demonios... ¿cómo puede pasar esto? ¿Es brujería, cosa de demonios?, se preguntó. Él no era un creyente, pero la situación solo lo hacía replantearse todo, y lo confundía aún más.
—¿Sorprendido?... Hmph —dijo el peliplateado al observar su reacción.
—Esto es lo que nosotros, los cazadores, llamamos "vínculo".
¿Vínculo? ¿No era eso lo que gritó antes de enloquecer? Cazadores, como aquellas personas que viven en el bosque... Bueno, eso ya no importa ni estaba en su lista de prioridades.
—¿Y qué tiene que ver conmigo? ¡Solo vete! —gritó mientras agitaba el arma con su mano izquierda, sin intención de atacar. Lo único que extrañaría de él era su cara, y podía vivir con las fotos de su cámara de seguridad.
—¿Aún no entiendes? No me iré —dijo el hombre frunciendo el ceño, sin comprender por qué no podía entender algo tan simple. —En este estado, ambos somos una presa fácil, así que viviré aquí por un tiempo—continuó. Su mirada decía; después de todo, eres un humano tonto, obviando por completo que no había pedido permiso del dueño para quedarse a vivir.
Dejando atónito e indignado al pelinegro. Su corazón latía con fuerza mientras lo veía levantarse, ingresar a su habitación y cerrar la puerta.
—¡Hey, ¿qué crees que haces? ¡Es mi casa! —recalcó el chico golpeando la puerta de su habitación.
¿Expulsado en mi propia casa? Ni lo pienses, no hago concesiones con mi espacio.
—Ahora no, humano —respondió el hombre peliplateado desinteresado.
—No me digas humano, ¡tengo nombre! ¡Soy Michael, entiendes? —dijo el pelinegro irritado, ¡estaba siendo expulsado de su propia habitación!
—...— El hombre solo hizo caso omiso a los golpes de la puerta y se desplomó sobre la cama. Era evidente que no estaba tan bien como aparentaba.