Tras la muerte de su padre, Violeta se enfrenta a una desgarradora decisión: regresar a la casa que heredó de él y lidiar con la última esposa de su padre, una mujer perversa que la someterá al dolor y la inseguridad. La convivencia con esta mujer, quien busca imponerse en la vida de Violeta, se tornará un infierno.
En medio de esta difícil situación, un ángel de carne y hueso se cruza en el camino de Violeta, alguien que no revelará sus verdaderas intenciones hasta que ella no sienta amor verdadero. ¿Podrá Violeta encontrar la fuerza para superar sus miedos y abrir su corazón al amor? ¿O sucumbirá ante la maldad que la rodea?
Esta es la historia de una joven que lucha por encontrar su camino en medio de la adversidad, una historia llena de emociones, secretos y un amor que lo cambiará todo.
Con gran admiración a todas las románticas que aman leer sobre: amor, emoción, algo de tragedia y misterio, intento regalarles una lectura que me encantó hacer y emocionarme junto a Violeta
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Un posible plan
Se quedó oyendo, pero no comprendía muy bien. "Así me gusta, ves qué bonita vas a quedar. No te atrevas a cubrirte, él será tu esposo y te verá desnuda siempre", decía María. Susana abrió la puerta y encontró a Vita de pie, casi desnuda, con el rostro rojo por los golpes recibidos. La nariz mostraba un hilo de sangre que corría hacia una de sus mejillas, como si hubieran intentado limpiarla. María estaba frente a ella, colocándole un vestido, y Ortiz la ayudaba. Sin poder aguantar más, Susana exclamó: "¿Qué ocurre aquí?". María respondió: "Susana, qué bueno que has llegado, ayúdame a vestir a esta niña, no se dejaba hacerlo, por eso el joven me estaba ayudando".
"¡Pero es completamente inaceptable que este joven esté en la habitación de la señorita!", exclamó, alzando la voz con indignación. "Susana, este joven se va a casar con Violeta, ¡no es inapropiado!"
"¡Pero no puede, no puede casarse!", replicó Susana, con la voz quebrada. "¡Ella ni siquiera sabe su propio nombre!", añadió, sintiendo repulsión ante la idea.
"¡Susana, por favor, sal y déjame hacerlo!", ordenó, con la voz cargada de tensión. "¡He dicho que salgas!", gritó, y Susana, obediente, salió de la habitación al instante.
Inmediatamente, Susana se puso en contacto con Esther, suplicándole ayuda ante la terrible situación que estaba a punto de ocurrir.
Volvió a la habitación y se quedó escuchando tras la puerta, el corazón latiéndole con fuerza. "Si no puedes casarte con ella por las buenas, lo harás por las malas mi amor", le dijo a Ortiz con una voz helada. "Será mejor que la embaraces. Si espera un hijo tuyo, nadie podrá detenerlo".
Susana se estremeció ante esas palabras despiadadas. "¿Qué hago? ¿Qué hago?", pensó, con el pánico atenazándole el pecho.
"Vamos, vayamos a revisar los documentos", dijo el hombre, abriendo la puerta de golpe y dejando a la joven sola, sentada en el sillón con un vestido que parecía de novia.
Susana emergió de su escondite, el corazón latiendo con fuerza, y entró con cautela en la habitación. Sus ojos se posaron en Vita, la joven a la que tanto apreciaba, y un escalofrío recorrió su espalda. La revisó con delicadeza, como si temiera romperla. Su rostro estaba marcado por dedos, tantos que era difícil contarlos. La rabia y la impotencia se apoderaron de Susana al ver la fragilidad de Vita. Con manos temblorosas, levantó la falda de su vestido y, con el corazón en un puño, revisó su ropa interior. Necesitaba saber si el monstruo al que había escuchado hablar había abusado de ella. Un suspiro de alivio escapó de sus labios al comprobar que, afortunadamente, no había sido así.
"Perdóname, Vita", susurró Susana con la voz quebrada, "jamás te faltaría el respeto, pero necesitaba asegurarme de que estabas a salvo".
Con renovada determinación, buscó en el cajón hasta encontrar los anticonceptivos de Vita. Sin dudarlo, le dio uno, sin importarle cuánto tiempo llevaba sin tomarlos. Solo pensaba en protegerla, en evitar que esa gente malvada pudiera hacerle daño de nuevo.
Susana sentía el corazón de Vita latir junto al suyo. La abrazó con fuerza, transmitiéndole todo su amor y protección. No permitiría que nadie volviera a lastimarla.
Bajo a la cocina, decidida a cambiar algo de todo aquello. Preparó el almuerzo mientras Ortiz y María estaban en la biblioteca revisando los documentos. Agregó una poción especial a los platos de estos dos. Impaciente por celebrar su plan, fue a la biblioteca y oyó ruidos extraños. Se asomó, abriendo lentamente la puerta, y vio a Ortiz de frente a la puerta con los pantalones por los tobillos y María agachada frente a él practicándole sexo oral. Ortiz mantenía los ojos cerrados, pero en un momento los abrió y se encontró con la mirada de Susana. Esta no apartó la vista, por, por el contrario,guió mirando la escena. Ortiz la miraba y a la vez tomaba la cabeza de María y la penetraba profundamente en su boca, mandándole besos voladores a Susana tras guiñarle un ojo. Susana cerró la puerta y se apartó, temblorosa y asqueada de ese tipo, yendo a la cocina. Se le dibujó un plan en su mente que la paró en seco. "¿Y si podría funcionar?", se dijo. "No pierdo nada con intentarlo. Debo ayudar a la señorita Vita", se dijo, y siguió a la cocina. Preparó la cena y volvió. Golpeó la puerta de la biblioteca y anunció: "Señora, la cena está lista".
Sirvió la cena y el vino, y cuando se acercó a servirle a Ortiz, este deslizó la servilleta y con sus dedos rozó la cadera de Susana, pero esta no dijo nada. Cuarenta minutos después, María estaba totalmente ebria. Ortiz decidió no beber tanto, llamó a Susana y le pidió que la ayudara a recostarla; tuvieron que dejarla en un sillón de la sala porque los cuartos estaban arriba y era difícil subirla. Cuando Susana se giró, fue interceptada por Ortiz, quien le dijo: "Te vi, vi que me mirabas cuando estaba en la biblioteca, dime, ¿te gustó lo que viste"? "Señor... yo". "Nada de señor, respóndeme", y se acercó a ella arrinconándola, se le puso de frente y quiso besarla, pero Susana corrió la cara: "Señor, por favor". "¿Qué pasa? Te vi husmear, eso quiere decir que me quieres en tu cama, ¿o quizás a quien quieres es a María?".
Su cabeza no paraba de pensar y maquinar un plan que funcione.
"En realidad, sí me llamó la atención, pero no es por eso. Solo no sabía que usted y la señora tenían una relación", dijo. "Bah, yo y la señora nada, solo si estoy con ella puedo obtener algo sustancial y si tú quieres podré compartirlo contigo. Eres muy bonita, Susana", le dijo apretándola contra la pared. "Bueno, me halaga, señor, pero me gustaría tener una relación seria de verdad, no me gustaría compartirlo con nadie", y lo elogió muy a su pesar. "Si tengo un hombre tan distinguido como usted, solo quisiera que fuera mío", dijo poniéndose de todos los colores por el mal momento vivido. "Sabes, Susana, si tuviera toda la fortuna que se me prometió, sin duda te haría mi mujer y me tendrías. ¿Quién no estaría de acuerdo en tener este cuerpo tuyo todas las noches?" Susana, una mujer de 39 años, era muy linda, con grandes curvas en sus caderas y voluminosos pechos, pero sabía cubrirlos con la ropa adecuada.